La accidentada inauguración de Abel Caballero en Vigo-Urzaiz… hace 34 años
El 28 de septiembre de 1987, el entonces Ministro de Transportes llegaba en el "coche presidencial" a la nueva estación de tren en un viaje lleno de sobresaltos
28 septiembre, 2021 06:00El cronómetro está a punto de llegar a cero y la ciudad se prepara para uno de esos días que se recordarán: el Vialia, la palabra del año en Vigo, abrirá sus puertas este jueves al gran público tras casi una década de obras.
Sin embargo, este miércoles serán las autoridades y medios de comunicación quienes podrán acceder al recinto diseñado por Thom Mayne por primera vez en una gran fiesta anticipada. Un evento que, por un puñado de horas, no será un "segundo cumpleaños" para la estación de Urzáiz.
El 27 de septiembre de 1987 se estrenaba la segunda terminal de ferrocarril de la historia de la ciudad. Un edificio acorde a los nuevos tiempos y en cuya inauguración participaría, como ministro de Transportes, el actual alcalde Abel Caballero. Curiosamente, el regidor tendría el honor de presenciar también su demolición un cuarto de siglo después.
Una estación con solo 24 años de vida
El político gallego ocupó la cartera de lo que más tarde sería Fomento durante un período clave de la historia española en la materia. Y es que tras un viaje a Francia en el que quedó maravillado por el TGV, decidió aposta por la Alta Velocidad para modernizar el país.
El problema era que enfrente tenía una red decimonónica, estaciones poco útiles y escasos trenes para vías electrificadas. Hay que tener en cuenta que hasta 1975 siguieron circulando las locomotoras a vapor por todo el territorio.
Aquel edificio suponía un paso adelante ya que permitía situar los talleres de Renfe en la parte más próxima a Vía Norte, así como aumentar el número de su playa de vías. Sin embargo, seguía siendo una terminal en fondo de saco que obligaba a que para acceder a la ciudad hubiera que atravesar Chapela y Teis por un sinuoso trazado de vía única.
De aquella mole de piedra no queda absolutamente nada en el barrio de Casablanca. Ni los tejados rojos de sus andenes que durante años marcaron las imágenes aéreas de la ciudad ni su párking en la Praza da Estación.
Todo ello fue reducido a tierra hace ahora diez años tras el traslado, siempre con la etiqueta de provisional, a Vigo Guixar. La obra de Thom Mayne comenzaba a crecer y abría sus puertas en la primavera de 2015 a los andenes.
Curiosamente, sí ha sobrevivido su antecesora. La antigua fachada del siglo XIX que fue desplazada tras su inauguración y desmontada piedra a piedra antes de ser abandonada en el nuevo milenio goza de una salud envidiable. Tras el trabajo de restauración, será la encargada de recibir a los nuevos viajeros entre Vía Norte y Lepanto.
Vagón sucesor del de Alfonso XIII
Para su llegada a a la flamante terminal estaba previsto un dispositivo a la altura de la ocasión. Caballero y el entonces director de Renfe, Julián García Valverde, lo harían montados en el ZZ-1102, un lujoso coche presidencial que la compañía reservaba para las grandes ocasiones.
Había pasado ya medio siglo desde que Alfonso XIII utilizara por última vez su coche personal para llegar a la ciudad. El mismo que, en 1940, Franco utilizaría para encontrarse con Hitler. El ZZ-1102 era heredero de aquellos boogies Grand Confort, a sus presidentes, directores generales o ingenieros jefes para cuando tenían que hacer viajes de inspección.
Pero las autoridades rechazarían el largo viaje desde Príncipe Pío acoplados al mítico Talgo Rías Baixas y optarían por un viaje combinado. Mientras el lujoso vagón recorría cientos de kilómetros vacío, ellos llegarían al aeropuerto de Vigo en avión. Desde Peinador, tomarían un taxi a la estación de Redondela.
Allí las maniobras de desacople de la rama pontevedresa del tren les otorgaban unos 20 minutos de parada en los que podrían unirse al resto de pasajeros y recorrer los últimos 12 kilómetros hasta Vigo con ellos. Pero aunque la fama de puntualidad de Renfe no era muy buena, en esa ocasión venció.
El vuelo tardó más en la cuenta y el ministro no llegaría a tiempo, por lo que García Valverde tomó una decisión drástica como máximo responsable de la compañía. El más tarde titular de Sanidad ordenó que el tren esperara por ellos, generando un importante cabreo de los viajeros que veían sumada una media hora adicional a su largo viaje desde la capital.
Bien entrada la mañana de aquel lunes 28 de septiembre ambos llegaban a la flamante terminal como si nada hubiera pasado. El renunciar a un viaje de lujo en un coche único daba muestra del estado de la red en aquel momento y el concepto de "modernidad" que se tenía.
Ahora, por suerte para el alcalde, no tendrá mayor problema para llegar a una estación de Urzáiz que estrenará por tercera vez en su historia tras los actos en 2015.
Por su parte, el lujoso coche presidencial no correría mejor suerte que el edificio que visitó hace ya 34 años. Después de caer en el olvido de unos directivos que lo despreciaron y ser roído por el óxido, pasaría a formar parte del material pendiente de restauración del Museo del Ferrocarril en Delicias (Madrid). La década pasada, ya con su esplendor recuperado, realizó algunos viajes puntuales chárter.