La Paellera de Vigo, de símbolo de una ciudad abierta al mar a rotonda sin nombre
Obra del arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra, formó parte del proyecto "Abrir Vigo al mar" pero nunca ha logrado el esplendor que le prometían, aunque ha subsistido al paso de los años y de los mandatarios
27 marzo, 2022 06:00Hace 30 años, en 1992, se firmó el primer convenio del proyecto "Abrir Vigo al mar" entre la Autoridad Portuaria, el Concello de Vigo y el Consorcio Zona Franca, al que, un año después, se sumó la Xunta de Galicia. Carlos Príncipe, alcalde de la época, fue uno de los impulsores de una serie de acciones que tenían como objetivo cambiar la fachada de la ciudad por completo.
Con el paso de los años, entre disputas políticas y dificultades técnicas, lo que aparecía en los planos y en las infografías de la época terminó siendo muy distante a la imagen que hoy luce la ciudad. Entre los elementos de los que presumía aquel proyecto se encontraba una rotonda que tenía el objetivo de acceso y salida del túnel de Beiramar que en el centro se coronaría con una fuente diseñada por el arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra, encargado del proyecto en su origen.
La rotonda se ejecutó como estaba prevista, igual que la fuente, al menos en un principio; el paso de los años fue restando esplendor a lo que Vázquez Consuegra había imaginado. De hecho, la fuente carece de nombre, más allá del popular de "Paellera", por el parecido de la estructura al recipiente donde se sirve la paella. En este caso, habría que plantear si ese nombre es correcto, ya que los valencianos, de donde es originario el plato, aseguran que ese recipiente recibe el nombre de "paella", mientras que "paellera" se refiere al hornillo especial donde se cocina.
Un reloj "acuático"
Más allá de dudas de diccionario, la conocida como Paellera, de acero corten, está compuesta por una base, un vaso principal tapado y, sobre él, hoy se puede advertir otros círculos de metal del que sobresalen unos grifos. Y es que, en origen, la idea era que la fuente dispusiese de una fina lámina de agua y que, de esos grifos, saliesen chorros que señalaría, como un reloj "acuático", las horas en punto y a y media. La zona en la que se ubicó, cercana al mar, hizo que se replanteara la idea, ya que el agua saldría despedida por efecto del viento, marcando más los tiempos horarios por la salpicadura a los vehículos que tomasen la rotonda y el peligro de convertir en ese momento que por el juego de chorros.
Además, el proceso de instalación ya fue complicado en sí mismo, obligando a calibrar el vaso principal que portaría esa lámina de agua. Pero la obra quedó a medio hacer finalmente, en un estado de semiabandono. Fue un concejal de Personal y Parques y Jardines del BNG, Henrique Viéitez, del Gobierno de Lois Pérez Castrillo, el que la puso en funcionamiento. Porque la fuente tuvo agua, no acompasada a un reloj, pero sí con unos chorros que daban aspecto de dignidad a la obra que coronaba la rotonda. Eso sí, ese acero y el oxido que provocaba el material, coloreaban en muchas ocasiones el agua que salía de un color marrón poco agradable a la vista.
Fue, precisamente, el alcalde nacionalista Pérez Castrillo, el que propuso retirarla y cambiarla de ubicación durante su mandato, al considerarla un peligro porque el agua llegaba hasta la calzada. Un traslado que se quedó en nada, ya que los técnicos del Concello decidieron descartarlo ya que su montaje había sido tan complejo que era "imposible desmontarla y equilibrarla de nuevo en otro lugar".
Unos delfines y la amenaza de Los Rederos
Tras el relevo en la alcaldía, con el paso breve de Ventura Pérez Mariño que, tras una moción de confianza exigida por el propio BNG, que dejó al mando a la popular Corina Porro, la fuente vivió un nuevo pasaje. Y es que la alcaldesa decidió decorarla, para darle un aire más marítimo en vísperas de la salida de Vigo de la Volvo Ocean Race, con ocho setos en forma de delfín sobre unas plataformas del mismo metal que la estructura y que simulaban una ola. Duraron cuatro años como guardianes de la fuente, ya que el actual alcalde, Abel Caballero, mandó retirarlos en 2009 y terminaron depositados en los viveros municipales de O Castro.
Desde ese año, la fuente ha soportado estoicamente el paso del tiempo, con agua y sin ella, con chorros y sin ellos, hasta 2018, cuando una nueva amenaza se cernió sobre ella. De nuevo Caballero puso el ojo en la Paellera para, esta vez, plantear esa rotonda como posible destino de Los Rederos en el traslado que planteó el regidor de la obra de Ramón Conde por las obras de las plataformas de Gran Vía.
Ahí, el alcalde de la ciudad ya se mostró poco dispuesto a mantenerla en pie, calificándola de "acción de poquito éxito" y que carecía de admiradores, "más bien tiene detractores", afirmaba. Pero de nuevo la complejidad de la obra la salvó del desahucio y la otra posible ubicación, la de la rotonda del nudo de Isaac Peral, ganó enteros en ese traslado que, al menos de momento, se quedó en un cajón. "La ubicación de esta escultura en la Paellera es mucho más cara que en García Barbón, porque hay que quitarla, acondicionar aquello, debajo hay unos motores…", razonaba Caballero en 2018.
Con el paso de los años, la Paellera se ha convertido en un elemento más de la ciudad, un punto de referencia para ubicar una dirección que, a pesar de carecer de nombre oficial, se ha granjeado el honor, algo dudoso según los acontecimientos vividos, de resistir al tiempo, a las modas y a los cambios de regentes en la ciudad. Al menos, de momento.