Vista exterior de Villa Solita recuperada.

Vista exterior de Villa Solita recuperada. mon osaka

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Villa Solita, de las ruinas de una casa señorial a enclave cultural de Vigo

Esta antigua villa del siglo XIX es un tesoro del patrimonio vigués que pasa desapercibida para muchos, pero tras años de abandono se intenta poner en valor mediante ‘Curiosidades Solita’

29 junio, 2022 06:00

Puede que su nombre y su ubicación pasen desapercibidos de primeras para muchos vigueses. Villa Solita no siempre ha tenido el aspecto de hoy en día; llegó a ser en su día un símbolo de riqueza y poder entre los vecinos de Alcabre, barrio donde se encuentra. Durante mucho tiempo estuvo abandonada, hasta que en 2018 el Concello y la Diputación de Pontevedra decidieron renovarla para darle una nueva vida.

Villa Solita es una antigua casa señorial datada de finales del siglo XIX. De acuerdo con la información que ofrece el Ayuntamiento vigués, pertenecía a la familia Rodríguez Cabrera, miembros de la burguesía local.

Según la investigación de Andrea Serodio Domínguez, publicada en el Boletín de Estudios Vigueses número 23 de 2018, "la primera vez que aparece registrado el nombre de la finca es en un documento de propiedad del año 1876, con la denominación Lugar quinta sita en Fonte o Freijeiro en la parroquia de Alcabre, a nombre de D. Eloy Rodríguez Abeleira que a su vez la había heredado de su madre Dña. Ana Abeleira".

El origen burgués de Solita

Aspecto actual de la entrada a Villa Solita. Imagen: Mon Osaka

Aspecto actual de la entrada a Villa Solita. Imagen: Mon Osaka

Eloy Rodríguez Abeleira era parte de la burguesía viguesa de la época, al igual que su esposa, Antonia Cabrera y Asco. Su riqueza provenía de un negocio de compraventa de propiedades que se extendían por toda el área de Vigo y Redondela, como recoge la estudiosa Serodio Domínguez.

La popularidad del burgués quedó más que demostrada con su nombramiento como concejal del Concello de Vigo a finales de la década de 1850. Su hijo, el oficial de la Marina Enrique Rodríguez Cabrera, fue obsequiado con la finca de Villa Solita cuando se casó con Antonia Pequeño Pequeño en 1879.

La familia de Antonia Pequeño tampoco se quedaba atrás en cuanto a riqueza y prestigio, pero su padre, Aquilino Pequeño y González, estuvo exiliado en Portugal durante un tiempo por ser de ideología progresista. Tal como se recoge en el Boletín de Estudios Vigueses, la familia de Antonia era muy conocida por poseer la gran finca "El Carmen".

Cuando Pequeño y González falleció, su viuda, Dolores Pequeño y Rubio, vendió parte de este terreno para la construcción del Hospital Municipal, el primer centro sanitario de la ciudad. En la actualidad esta infraestructura es conocida por ser el Hospital Nicolás Peña y está ubicada en la avenida de Camelias.

Herencias y cambios

Dentro de los muros de Villa Solita tras la reforma. Imagen: Mon Osaka

Dentro de los muros de Villa Solita tras la reforma. Imagen: Mon Osaka

Así, Enrique y Antonia se mudaron en 1879 de la casa en la que vivían en el centro de Vigo a la quinta, que de aquellas abarcaba casi 30.000 metros cuadrados de superficie. La pareja convivió en Villa Solita durante quince años, hasta que Enrique Rodríguez enfermó y falleció en 1894. Tan solo tenía 45 años.

Al fallecer su marido, Antonia Pequeño se convirtió en una joven viuda de 31 años dueña de una enorme propiedad. Como heredera de Villa Solita, habitó en ella junto a sus dos sirvientas, Elvira y Enriqueta, hasta su muerte en 1950. Era conocida en la zona como "La Nena", ya que no volvió a casarse ni tuvo descendencia.

Continuando con las investigaciones realizadas por Andrea Serodio, la finca de Villa Solita pasó a ser propiedad del sobrino de su criada Enriqueta, don Máximo Rodríguez Martínez, ya que había sido adoptado por Antonia. Su esposa, Soledad Plana Rivero, la hija del armador de Bouzas Manuel Plana Yáñez, fue quien le puso el nombre de "Villa Solita" al lugar.

El progresivo abandono de la villa

La finca de Villa Solita no estuvo mucho tiempo en manos de Máximo Rodríguez. En los años 60 la compró el promotor inmobiliario José Espiña Muradás, que se dedicaba al negocio de la construcción de viviendas tras regresar de Venezuela.

Si bien la intención de Espiña era establecer su residencia particular en Alcabre para acoger también a sus padres, al final decidió "incluirla dentro de sus negocios inmobiliarios y urbanizarla junto con las fincas limítrofes", según plasma el Boletín de Estudios Vigueses.

En 1971 redactó un Plan Parcial que presentó al Ayuntamiento de Vigo, pero que no se llevó a cabo hasta una década más tarde. Durante todo ese tiempo la finca fue deteriorándose y era constantemente blanco de robos y vandalismo. Espiña Muradás determinó entonces vaciar el terreno de todo aquello que pudiera tener valor. Villa Solita se quedó más sola que nunca.

El Plan General de Ordenación Municipal de 1993 calificó la propiedad como "edificable al 50%". La parcela que a día de hoy constituye las instalaciones de la villa se cedieron al Ayuntamiento de Vigo para uso público. Sin embargo, continuó abandonada hasta 2018.

Situación actual

Suelos originales y pasarela metálica en Villa Solita. Imagen: Mon Osaka

Suelos originales y pasarela metálica en Villa Solita. Imagen: Mon Osaka

Como comentábamos al inicio, la recuperación de Villa Solita no comenzó hasta 2018. Concello y Diputación colaboraron en una inversión total de 320.000 euros para rehabilitar la estructura y convertirla en un centro cultural al aire libre. El proyecto se estrenó un año después, en abril de 2019.

Poco se parece la actual villa a lo que un día fue. En primer lugar, el tamaño de la finca ha mermado de forma considerable. Con la intención de integrar las ruinas en el espacio de Alcabre se efectuó una reforma minimalista, a cargo de la Constructora Orega, que dejó al aire libre el interior de Solita y se instaló una pasarela de acero. Del aspecto original solo se conservan los muros y los arcos.

En cuanto a sus usos, el Ayuntamiento de Vigo promueve un programa estival de actividades culturales gratuitas llamado ‘Curiosidades Solita’. Los ciudadanos pueden disfrutar desde el corazón de esta joya indiana de conciertos, conferencias y observaciones astrológicas. Este verano se organizan cada viernes del 1 de julio al 19 de agosto. Una forma de mantener activo el patrimonio arquitectónico: viviéndolo.

  • Todas las imágenes de este artículo han sido cedidas por el estudio fotográfico Mon Osaka: https://mon.osaka/