En una misma semana el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón (PP), ha despejado las dudas acerca de su continuidad, ha presentado unos presupuestos y ha recibido a (algunas) víctimas de la dana del 29 de octubre en Valencia, con las que se ha disculpado.

Si el lector escucha cualquier tertulia nacional, "no es suficiente", "llega tarde", "se ha vendido a Vox"... Pero la vida sigue en la Comunitat Valenciana y pese a los palos en las ruedas de todo el Gobierno central, de todo su aparato mediático y propagandístico, el centroderecha junto a la derecha más radical, se están aplicando en seguir avanzando. Sin complejos

Para mí, lo más importante, lo imprescindible, ha sido el nuevo acuerdo entre PP y Vox. No les quedaba otra, ni en la Comunitat Valenciana ni en el resto de España. ¿Me gusta? No. Preferiría que las políticas liberales del PP no se viesen condicionadas por un acuerdo con Vox muchas veces más preocupado en la estética que en la ética. Pero es lo que hay.

La Comunitat Valenciana tiene una prioridad: la reconstrucción. Y eso solo pasa por dotarse de unas cuentas que permitan ir realizando las obras necesarias, dando ayudas para la supervivencia del tejido productivo y de quienes lo han perdido todo o parte. Nos podemos poner exquisitos, como en cualquier negociación, pacto o acuerdo todos tienen que ceder. Lo importante es no ceder en lo principal, sino en lo accesorio.

El PP necesita a Vox. Seguramente no le gustaría tener que reducir las aportaciones a los sindicatos, a la AVL o ponerse radicalmente en contra del Gobierno cuando pretende trasladar a la Comunitat a cientos de "menas". Mazón ha tenido que ceder, sí. Pero no creo que a su electorado se lo haga pagar porque entre otras cosas vio como el PSOE anteponía el asalto a la RTVE a sus necesidades en uno de los momentos más críticos de su historia.

También ve a diario como el PSOE pacta con Bildu (herederos de ETA) o con Puigdemont materias tan sensibles como la seguridad pública, inmigración o el reparto de esos menas. Como buena parte del Gobierno vive bajo la sospecha de la corrupción, incluyendo la familia del presidente de Sánchez o sus más allegados en el partido y en las Cortes Generales.

Si el PP quiere gobernar, no ya la Comunitat Valenciana, sino España, tiene que hacerlo de acuerdo con Vox. No hay otro socio posible, al menos por el momento. La izquierda española y valenciana no tiene ninguna legitimidad moral para criticar este acuerdo. Ellos pactaron en su momento con Compromís y Podemos, en el otro extremo del arco parlamentario.

La reconstrucción es la prioridad. Flaco favor hacen quienes intenten entorpecerla y las urnas se lo harán pagar muy caro en 2027.