Recientemente se han hecho muy abundantes los artículos que claman contra la llamada leyenda negra española, en muchas ocasiones escritos por personas que carecen de una formación sólida sobre temas americanistas y que además desprecian cuanto ignoran, que es bastante.
La ceguera es tal que no advierten que ese lenguaje simplificador no hace sino distanciar más a los países hispanoamericanos de su antigua metrópoli, a la que pueden considerar muchas veces dispuesta a extraer recursos a través de sus multinacionales, sin un sincero acercamiento humano e intelectual.
Además, la preocupante guerra de Ucrania, a medio o largo plazo, plantea el control de las materias primas, en una Europa que puede acabar devastada si estalla una nueva guerra mundial. Más valdría ser prudentes, reforzar las acciones educativas y diplomáticas para una verdadera aproximación entre los países de las dos orillas del Atlántico, que caer en la trampa fácil de vociferar sin conocer bien la historia y la idiosincrasia de los países hispanoamericanos.
Por ello, si debo elegir quién me parece más atinado al plantear cómo debería ser el modo de proceder de España frente a Hispanoamérica en un futuro próximo, creo que acierta más Ignacio Echevarría cuando critica ciertos comportamientos en su artículo Pasmo y alarma (El Cultural, 21-10-22), que Alberto Gil Ibáñez (La guerra del lenguaje contra España, 1-11-2022), al recordar cuestiones bastante sabidas, sin llamar la atención sobre el hecho de que siguiendo los extremos España no se ganará el favor hispanoamericano.
*** Concepción Reverte Bernal es Catedrática de literatura hispanoamericana.