Tamames estudia en su despacho (no está posando, es un robado).

Tamames estudia en su despacho (no está posando, es un robado). Cristina Villarino

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Un cuarto a espadas por Tamames

Eduardo Moreno Amador
Publicada

Y si queréis leer u oír cosas de otros lugares, os daréis cuenta de que los más importantes Estados fueron arruinados por jóvenes y rehabilitados y conservados por ancianos.

- "Di, ¿cómo es que perdisteis vuestro poderoso Estado rápidamente?"

A quienes esto preguntaban en la obra del poeta Nevio, se les responde, entre otras cosas, esto en primer lugar:

- "Iban llegando nuevos oradores, estúpidos jovenzuelos".

Marco Tulio Cicerón, Sobre la vejez.

¿Qué esperamos congregados en el foro? / Es a los bárbaros que hoy llegan. / ¿Por qué esta inacción en el Senado? / ¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores? / Porque hoy llegarán los bárbaros./ ¿Qué leyes van a hacer los senadores? / Ya legislarán los bárbaros, cuando lleguen.

Constantino Kavafis, Esperando a los bárbaros.

Y tras el abandono y la desidia de los dirigentes, de su propia mano llegaron los bárbaros y legislaron.

A los 89 años, nadie espera que D. Ramón quiera plantearse gestionar un Gobierno ni en España ni en una "Ínsula Barataria". Sólo parece venir para hacer sonar el toque de asamblea que sirva para echar a los bárbaros. De hecho, acaba de declarar hace unos días que ha aceptado el papel porque lo considera un deber. No es estrictamente un candidato y menos lo es de un partido como Vox o ni siquiera de un partido fuera el que fuese; es un heraldo que anuncia el porvenir y anima a actuar para controlarlo. Su objetivo no es la presidencia, sino dar un aldabonazo que llame la atención y movilice a los ciudadanos.

Ramón no es, ni pretende ser, la solución. Como se pregunta trágicamente el propio poema de Kavafis: "¿qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros? / Esta gente, al fin y al cabo, era una solución". Pues bien Lo que viene a decirnos D. Ramón es que los bárbaros nunca son la solución de nada porque son el problema en sí; y que esperar un cambio no cabe, porque la esperanza fue el último de los males que salió de la Caja de Pandora. Que la solución somos todos nosotros retomando nuestra libertad y nuestro destino para vivir en paz y solidaridad, con conciencia de la realidad presente y de la dificultad acumulada que condiciona nuestro futuro.

¿Y Vox? ¿Acaso piensa alguien que tiene algún interés real en lo que pueda decir o dejar de decir D. Ramón? ¡Quia! La oportunidad –o el oportunismo—de Vox es protagonizar un episodio, una secuencia relevante, cuando no deja de ser un actor secundario. Robar cámara. Además, la elección de Tamames le sirve para mostrar su voluntad de diálogo, negada por la opinión publicada, y su capacidad de diálogo para llegar a un acuerdo incluso con aquel que no comulga con sus ideas. Al final, será una excelente operación de marketing político.

El PP, con expectativas de liderar las próximas elecciones, teme que el zafarrancho desequilibre la línea de flotación de su buque insignia comandado por un patrón que no puede participar en la pelea. En realidad está –de hecho—fuera del discurso parlamentario y debería de aprovechar tal circunstancia para jugar un papel de espectador, en lo que sólo será un vodevil: "Estamos aquí para escuchar atentamente al Sr. Tamames, con el mayor respeto y admiración, dispuestos a recoger sus ideas y proposiciones con gran interés en estudiarlas y, si cabe, incorporarlas a nuestro programa en la medida en que ello sea posible. Por lo demás, no tenemos interés alguno en participar en el espectáculo".

Por último, el PSOE. Los portavoces del PSOE que intervengan u opinen desde el estrado o fuera de él, lo harán únicamente como un eco de la Moncloa dado que ha dejado de ser un Partido para ser únicamente un amplificador del Gobierno que dirige el Sr. Sánchez. Su afán, se centrará en involucrar al PP en la riña; pero si éste es capaz de sentarse en la platea y asistir impertérrito al desarrollo del esperpento, se encontrará con lo único que se propone conseguir D. Ramón: cuestionar las políticas y las leyes que han implantado y promulgado los bárbaros.

Sánchez no va a replicar a D. Ramón. En el fondo, se acobarda ante la idea incluso disponiendo, como dispone, del discurso de su oponente. Se fajará con Santiago Abascal en un discurso de descalificación global y dejará la batalla a algún "estúpido jovenzuelo" a los que alude Cicerón en la cita que da entrada a este comentario.

Ramón hará dignamente su actuación y habrá sido bueno para sacar a la luz, de forma sensata e inteligente, la basura que este Gobierno tiene bajo la alfombra.

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