Sentir los colores o sentir los billetes

Los equipos de fútbol son puro negocio y los sentimientos y valores de los que tanto se habla quedan en segundo lugar para mejorar en la competencia.

Si no fuera así, se mantendrían los jugadores y entrenadores que consiguieron los ascensos y ojo, los jugadores en las ligas profesionales también se querrían quedar en vez de mirar donde van a cobrar más; mientras tanto lo que ocurre se parece bastante a lo que ocurría en las guerras con la compra de mercenarios entre los diferentes países en disputa.

Lo primero que el fútbol conforme va subiendo de categoría es más falso y se convierte más en negocio; no hay un Betis, un Sevilla, un Madrid o un Barcelona como tal, ya que casi nadie es de esas provincias. Pasa como con las frutas extranjeras envasadas por empresas españolas, sólo llevan el nombre de aquí pero no son autóctonas. En el fútbol pasa lo mismo, los equipos llevan el nombre de la tierra pero en verdad son selecciones nacionales y en los equipos grandes son internacionales, con lo cual no se puede ver quiénes son mejores, si madrileños, onubenses o malagueños. Al final el mejor es el sacrosanto dinero.