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Palpitaciones que embriagan los sentidos

Antonio Jesús Pérez Moya
Publicada

El amor es un sentimiento maravilloso, que nadie que tenga cierta sensibilidad e inteligencia debe dejar pasar cada vez que llame a su puerta.

De todos los tipos de amor, me centraré en ese amor en pareja, ese amor pasional y nuevo que eriza hasta el último pelo del cuerpo. Ese amor es algo que no se busca y te escoge, que te sorprende; esa sensación rara pero que te embauca por completo, un estado de semilucidez que enaltece los sentidos, que te abstrae de esa prisión humana llamada tiempo, que te aligerar el cuerpo y hace levitar el alma, en la cual tu percepción de la vida se llena de luz y alegres colores, donde todo coge un cariz especial y maravilloso, incluso en los que en situaciones normales fuera monótono y anodino. Cuando se está enamorado de tal manera hasta los supuestos fallos del otro, hasta las incoherencias y las no coincidencias se ven como una oportunidad para reír, para aprender, para comprender y hasta para conocer a veces una parte de uno, la cual estaba oculta, imagínense lo que puede ocurrir cuando hay similitud y uno se identifica con el ser amado, puede llegar a tocar con los dedos las cotas más altas del mismísimo cielo.

Al final el amor en general, es una de las pocas cosas que hace que la vida tenga sentido, puede hacer sacar del ser humano lo mejor que lleva dentro y en sus estados más puros lo puede llevar a negarse a uno mismo, a negar sus intereses mundanos, lo que uno desea, se puede despojar de todo, hasta dejar su ego totalmente desnudo y ofrecérselo todo a ese ser a quien ama, incluso hasta a renunciar a la relación con la persona amada y entregarla a un desconocido, ya que prefiere la felicidad de tal persona a la suya propia; ese es el amor más extraordinario, puro y transparente que sin duda alguien puede llegar a sentir.

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