Castilla y León aprovecha sólo el 2,5% de su potencial resinero
La Comunidad lidera este mercado con una masa de aproximadamente cien millones de esta especie de conífera de la que se extrae el 90% de toda la producción que se utiliza en Europa
18 enero, 2022 07:00Noticias relacionadas
El sector resinero ha cobrado una mayor atención informativa en las últimas semanas con publicaciones que hablan de un mercado que, si bien es cierto que está recuperándose tras la famosa crisis desatada por la caída de precios en Brasil en 2019, aún tiene mucho camino por recorrer.
Ni es 'oro líquido' ni es la solución a los males que acechan el entorno rural, pero sí tiene un importante margen de explotación que podría generar un tejido económico mayor en zonas despobladas, si su cadena fuera más profesional y contara con una apuesta mayor por parte de las instituciones en su desarrollo y dimensionamiento.
Castilla y León, con 400.000 hectáreas de pino (el 10% de toda la superficie mundial de estos árboles) tiene un protagonismo especial en este mercado dado que es la principal potencia de este sector en Europa, a la que llega el 90% de este producto directamente de los pinares de la Comunidad.
A pesar de estos datos, del pino resinero está poco explotado como recurso económico y dinamizador rural en Castilla y León. A cierre de 2021 y según datos de Cesefor, se extrajeron nueve mil toneladas de resina (con Segovia a la cabeza con más de la mitad de la producción) tras resinar cerca de 2,5 millones de estos árboles en la Comunidad.
Teniendo en cuenta que una hectárea de pino suele tener una densidad de aproximadamente 250 árboles, las cifras son contundentes: apenas se aprovecha el 2,5% de la masa forestal resinera de la región.
Los motivos son varios: falta de mano de obra cualificada que quiera dedicarse a este oficio y que buena parte de esas masas forestales que son de titularidad privada no son explotadas comercialmente en este sentido porque sus propietarios no están vinculados a este sector.
La evolución de este sector, que ha pasado de apenas 180 resineros hace veinte años a los casi 900 de empleo directo hoy, cobra ahora un papel más significativo tras la Agenda 2030 adoptada por la ONU en 2015 y que establece, a grandes rasgos, las nuevas pautas de consumo y fabricación para ser más sostenibles con el medioambiente.
Las industrias farmacéuticas, químicas, sanitarias o cosméticas, por ejemplo, utilizan derivados de la resina para la elaboración de sus productos, y en Castilla y León se encuentran cinco de las principales industrias resineras de España, una de las cuales, además, es la única de todo el país en primer y segundo grado, es decir, rectificando el derivado de la resina obtenido en la primera transformación.
"Seríamos cavernícolas si continuáramos durante más tiempo utilizando el petróleo para producir plásticos, cuando de la extracción de resina, un proceso absolutamente natural y sostenible, se obtiene un producto de igual calidad", asegura Jesús García, CEO de Resinas Naturales, en Segovia, que exporta el 80% de su producción a 12 países de todo el mundo y que trabaja ambos procesos de transformación.
"Éste es un sector con mucho potencial: ayuda a fijar población en el medio rural, genera empleo de calidad, es sostenible y Castilla y León es líder en Europa", afirma.
Además, "el hecho de que haya que ir cambiando del uso de derivados del petróleo por otros de origen menos contaminante ahora que la economía verde es no sólo una realidad sino, también, una exigencia internacional, abre el camino a un incremento de la cuota de mercado", añade.
Sector clave para la España vaciada
Se trata de una actividad que "puede ser clave" a medio y largo plazo "en la fijación de población en el entorno rural y con vistas al cumplimiento de trabajar mercados respetuosos con el medioambiente", señala Aída Rodríguez García, Doctora en Ingeniería de Montes y miembro de Cesefor (Centro de Servicios y Promoción Forestal de Castilla y León).
En pleno auge e interés informativo por la denominada 'España vaciada', con políticos de todo el espectro parlamentario acudiendo a los pueblos de la Comunidad a defender el modelo de vida y productividad del campo, la extracción de resina se presenta como una "oportunidad para un desarrollo rural real, con importantes beneficios ambientales con personal que trabaja y vigila los bosques y pinares prácticamente de marzo a octubre", indica esta investigadora forestal.
Un sector al que aún le falta dimensionamiento pero en el que se "está trabajando para profesionalizarlo dado el potencial de valor ecológico y económico que tiene en Castilla y León".
Así, la Diputación de León y la UNED pusieron en marcha el título oficial de 'Experto Profesional en la Extracción de Resinas' el pasado mes de diciembre para formar a "futuros emprendedores" que revitalicen estos entornos.
Productividad a largo plazo
La denominada 'resinación a vida' es el proceso por el que se extrae esta sustancia de los pinos durante 25 años, "sin que ello suponga, como se ha afirmado en algunos foros, que se hace daño al árbol", indica contundente Rodríguez.
La extracción de esta sustancia se puede comenzar a practicar cuando el pino tiene ya mínimo 33 cm de diámetro, es decir, generalmente a los 45 años de edad.
Contrariamente a lo que se ha venido publicando, la resina que se extrae de los pinos "no es la savia del árbol", sino una sustancia que el propio vegetal produce, presente en casi todas las coníferas, para "defenderse de parásitos y hongos".
Por otra parte, y para evitar conflictos con los lobbies ecologistas, esta investigadora medioambiental informa de que esta actividad profesional "no pone en peligro tampoco la sostenibilidad de la masa de pinares, que por otra parte son un gran sumidero de CO2".
En este sentido, el profesor Carlos del Peso, responsable del Departamento de Producción Vegetal y Recursos Forestales de la Universidad de Valladolid, indica que se trata de un "sector muy seguro dado que su producción está garantizada porque no depende de las condiciones climatológicas: resina hay siempre, llueva o no llueva".
Un potencial económico y ecológico que, según un informe a iniciativa propia publicado por el Consejo Económico y Social el pasado año, tiene como principales oportunidades el desarrollo de la biorrefinería para sustituir productos de la industria petroquímica desarrollando nuevos biomateriales (bioplásticos, adhesivos y químicos, entre otros), si bien es cierto que, a su vez, este organismo informa de la "necesidad de disponer de datos e información más concretos".
La producción media de resina en la Comunidad es de 12.500 toneladas al año, lo que le sitúa líder en España en este sector ecológico. Una industria verde con fortalezas concretas que Castilla y León transforma en oportunidades, como ha hecho, por ejemplo, con la explotación de la energía eólica, mercado en el que también es líder en toda España.
Sin embargo, "hay mucha masa forestal que no está explotada porque hay parte de ella que está en manos privadas y que no están vinculados a esta actividad ni se preocupan de obtener un beneficio por ella y, además, porque faltan resineros", comenta Aída Rodríguez.
Cada resinero trabaja una media de cinco o seis mil pinos, y la producción media anual por árbol es de 2,5 kilos de resina que se vende en la actualidad a un euro el kilo en una campaña que comienza en marzo y suele terminar a finales de octubre. Una actividad que "puede compaginarse perfectamente con otras", asegura.
En la actualidad los estudios sobre este mercado se centran en acortar los tiempos en las labores de producción. Por eso, los antiguos vasos de cerámica que se colocaban debajo de los cortes realizados en la corteza, se han sustituido por bolsas de plástico "que permiten obtener la miera de forma más pura y acorta tiempos en su procesado", indica Carlos del Peso.
La resina no podrá nunca ser la panacea al uso del petróleo dado que el principal destino que se hace de éste es como combustible energético, pero los pinares de Castilla y León, en su mayoría con el certificado en Gestión Forestal Sostenible (PEFC), sí abren la puerta a sustituir el resto de derivados de este combustible fósil por otros de un producto que no contamina y cuyo origen, los pinos, son importantes sumideros de CO2 que no necesitan, además, importantes cantidades de agua para su supervivencia.