¡Otro año más con lo mismo! ¿De verdad no se dan cuenta nuestros padres de que estamos ya muy hartos de ir al colegio?

Pasamos de curso y en las asignaturas seguimos dando prácticamente lo mismo, ¿no podemos esperar a cuarto de la ESO y dar todo de una sola vez? Lo digo porque nosotros estamos muy bien de vacaciones, que, por cierto, se quedan cortas porque son apenas tres meses. Los padres y los abuelos están fantaseando con el momento en que volvamos al colegio, a la rutina. Pero nosotros no queremos.

Por ejemplo, y para que nadie se lleve las manos a la cabeza: hablemos de matemáticas.

Cada año damos los mismos temas del curso anterior un poquito más avanzados, aunque a veces la diferencia es apenas apreciable.

Los padres no se dan cuenta, pero los profesores sí que lo ven, nosotros en verano reiniciamos el cerebro a configuración de fábrica. Como los teléfonos, para dejarlos a cero y poder llenarlos con cosas más interesantes. Entonces cuando llega el de mates con su cantinela nos quiere sonar lo que dice, pero hay una nube borrosa encima de nuestra cabeza que nos dice que o eso lo hemos soñado o es un déjà vu. Finalmente gana la pereza y la desidia y nos abandonamos al tedio.

Sí que es verdad que es maravilloso ver a los docentes volverse locos cuando les dices “eso no lo hemos dado”, ¡qué caras se les queda de asombro absoluto y estupefacción, no tienen precio! En cuanto salen de la clase se van a por el compañero que dio el año anterior la misma materia y se tiran a su yugular cual vampiro pidiendo explicaciones.

Y más gracioso aún, es cuando al día siguiente vienen los dos, con un cuaderno del curso anterior en la mano, con el que pueden demostrar que sí dieron esos contenidos. Reconocemos nuestra letra en ese cuaderno, pero no lo que allí está escrito, no nos suena en absoluto. “Eso yo no lo he escrito”, pensamos.

Al menos el profesor se queda tranquilo sabiendo que ha hecho bien su trabajo.

Eso pasa en todas y cada una de las asignaturas, a no ser que sea alguna nueva, que haya aparecido del saco de las materias novedosas de las leyes educativas del momento.

Esas molan, por lo menos el profesor tiene nuestra atención el primer día de clase. Luego si la presentación no nos convence, la metemos en el baúl de las clases aburridas y soportamos sus palabras con tal de que suene el timbre lo más rápido posible y acabe ese infierno.

Estar cerca de una ventana en clase ayuda a que el reloj pase más rápido. Entre ver cómo cuelgan las coladas los vecinos y analizar las costumbres de las palomas del lugar, se nos va media jornada.

¡Toda la mañana liada allí! Perdiendo el tiempo.

Para colmo por la tarde nos meten más caña con clases particulares o cualquier actividad extraescolar que esté de moda.

Últimamente es tendencia la robótica. Nos enredan para construir pequeños robots con ciertos movimientos que el primer día molan, pero a partir del tercero ya cansan y resultan muy aburridos.

Seguro que este año va a ser lo más top la actividad extraescolar: “robótica en inglés”.

¡Será un Boom! Los padres enloquecerán cuando vean juntas las dos palabras. Robótica, que lo asocian al futuro, a la tecnología y a que su hijo llegue a ser ingeniero con un inglés tan fluido como un verdadero nativo.

A los alumnos receptores de esta chuli-materia también nos captarán en principio, pero terminará siendo la robótica usual.

A los dos días ya iremos con pereza y de mala gana.

¿No hay alguna manera de enchufar al cerebro un pendrive para pasarnos todos los conocimientos de la Wikipedia y acabar con este sufrimiento?      

Fdo. La delegada de clase.