La localidad vallisoletana de Portillo celebra sus fiestas patronales del 7 al 14 de septiembre, en una semana cargada de emoción, diversión, música y jolgorio. Con un potente programa de actividades para todos los públicos, esta villa de la provincia pucelana se engalanará durante una semana para vivir sus días grandes. Para conocer mejor los detalles, en NoticiasCyL hablamos con Juan Ignacio Álvarez García, alcalde de Portillo.

Pregunta. ¿Cómo han sido las primeras horas de fiestas?

Respuesta. Había mucha expectación, sobre todo para el primer encierro. Hay muchos caballistas y visitantes. El encierro ha ido bien, sin ningún problema.

P. ¿Cómo son los festejos taurinos de Portillo?

R. Los encierros de Portillo son unos encierros campo a a través, salen de los corrales municipales del Comeso que están a unos 3 kilómetros del pueblo. Desde ahí vienen hacia el pueblo. Cuando llegan a Arrabal hay que subirlos por una cuesta medieval llamada La Empedrada, de unos 300 metros con una pendiente del 15%. Cuesta subirlos. Lo más reseñable de los encierros es que se pueden ver durante todo su recorrido con toda la seguridad del mundo. Son muy vistosos por eso. Estéticamente, aunque no te gusten los toros, es muy bonito.

P. ¿Cuáles son las actividades más destacadas en las Fiestas de Portillo?

R. Las verbenas son famosas, sobre todo las del día 8 en Portillo y las del 11 en Arrabal. Son dos verbenas en las que viene mucha gente y hay muy buenas orquestas.

P. ¿Qué papel juegan las peñas y los bares?

R. Las peñas hacen su programación coordinadas con el ayuntamiento; los bares este año han colaborado de forma muy importante. Casi todos tienen actividades musicales que atraen a mucha gente.

P. ¿Qué se le puede decir al que no conozca las fiestas para que se acerque un día a disfrutarlas?

R. En Portillo tenemos una hostelería muy importante. Invito a todos a que acudan al encierro a las 10 de la mañana y que cuando acabe el encierro almuercen en cualquier bar de la localidad. Por la noche también se puede ver el encierro urbano, cenar y quedarse a la verbena a disfrutar.