Esta es la fiesta más rara de Segovia: danzas, gastronomía y exhibiciones tradicionales para homenajear a los gabarreros
- Declarada de Interés Turístico regional, se celebra en marzo en dos pueblos de la provincia y reúne a cientos de vecinos y visitantes desosos de disfrutar de una cita llena de historia.
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Las tradiciones son la principal seña de identidad de cualquier lugar del mundo. España está llena de costumbres que llaman la atención de propios y extraños por la particularidad de cada una de ellas. Celebraciones, rituales, reuniones, citas gastronómicas... en definitiva, multitud de fiestas que hacen de cada rincón del país un lugar único y diferenciado.
Si bien, hay ciertas comunidades que a día de hoy son consideradas más tradicionales que otras, por el simple hecho de haber conseguido mantenerlas en el tiempo. Es el caso de Castilla y León, tierra de curiosas costumbres y tradiciones llenas de interesantes historias, merecedoras de ser conocidas por la sociedad.
Una de las más extrañas y singulares, a la par que desconocidas, se celebra en la provincia de Segovia. Se trata de la Fiesta de los Gabarreros, la cual tiene lugar a principios de marzo y desde hace ya 25 años en El Espinar y, desde hace un tiempo atrás, también en San Rafael.
Además, en los últimos años, otros municipios y localidades como Revenga también se han sumado a esta celebración, a través de completos programas de actividades para todos los gustos.
Declarada como Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León desde 2003, está concebida como un homenaje a los gabarreros en particular, es decir, a los lugareños que bajaban al pueblo los troncos de leña que cortaban los hacheros de los pinos del monte para luego venderla, y a todos aquellos que trabajaron duramente en el campo para conseguir sustento para sus familias en épocas difíciles, en general.
La exhibición de la fiesta en otros municipios, la denominada Marcha de los Gabarreros, que recorre algunos de los lugares donde trabajaban; un homenaje a los gabarreros fallecidos; los desfiles de carros, hacheros, caballos y arrastre de pinos; la exhibición de corte de leña; y el baile a la luz de las Teas, suelen ser las actividades centrales de la programación.
Esta última consiste en la colocación de un tronco de pino en la plaza, sobre el que se clavan teas a las que se prenden fuego.
Todo ello, acompañado con música de dulzainas que anima a vecinos y visitantes a bailar y disfrutar durante una noche que, por lo general, es muy fría, de ahí que se suela servir un caldo para hacer frente a las gélidas temperaturas propias de la temporada.
La oferta se completa con exposiciones, charlas, concursos gastronómicos, coloquios, exhibiciones en colegios y conciertos, en torno a los oficios tradicionales del monte.
Además, a todo ello se suma que durante los días de la celebración, los restaurantes de los citados municipios suelen elaborar un menú típico gabarrero, que confeccionan con recetas tradicionales y los mejores productos de la tierra.
De este modo, es habitual encontrar la típica caldereta de los gabarreros, cocido maragato al estilo gabarrero, judiones con liebre del monte o patatas galopadas.
Tampoco pasa desapercibido el nombramiento del Gabarrero de Honor y la entrega del Pino de Plata. Y es que, en el caso de El Espinar, cada año el pueblo elige a dos personas o colectivos con especial peso o relevancia en el municipio, para nombrar a una de ellas Gabarrero de Honor de dicho año y entregar a la otra un reconocimiento que premia su esfuerzo y dedicación en pro del municipio.
En definitiva, una fiesta que rinde honores a las personas más mayores y, fundamentalmente, a las que dedicaron su vida a la gabarrería o a trabajos en el campo, que cada año atrae a más curiosos y que llena de vida y tradición pueblos muy conocidos de Segovia, como San Rafael y El Espinar, cuyos vecinos aseguran: "Los gabarreros no son parte de nosotros, somos nosotros".
Hoy en día, un sentimiento de orgullo compartido por todos los habitantes de estos pueblos segovianos, ante un oficio muy sacrificado desempeñado por sus antepasados. Ha dado de comer y ha marcado la vida de muchas familias de la zona, y se ha convertido en toda una seña de identidad de localidades como El Espinar.