Un precioso bar que enamora en un pueblo de Valladolid: 300 metros, terraza y una zona íntima con cómodos sofás
Es un espacio perfecto para disfrutar de una tarde en armonía en compañía de amigos, pareja o familia
1 septiembre, 2024 07:00Noticias relacionadas
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Cabezón de Pisuerga es una localidad que se ubica en la provincia de Valladolid y que cuenta, a día de hoy y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), con una población de 3.823 personas. Un lugar perfecto para vivir que cuenta con todo tipo de servicios y cercano a la capital de provincia.
Se sitúa a orillas del río Pisuerga, como deja claro su nombre, y ofrece una combinación perfecta que entremezcla historia, paisajes naturales impresionantes y también cultura. Está ubicado, estratégicamente, en el valle del río Pisuerga lo que le confiere un entorno natural privilegiado.
Su historia se remonta a la época romana y, a lo largo de los siglos, ha sido testigo de acontecimientos históricos diversos que han dejado huella en el lugar, tanto en lo que tiene que ver con la arquitectura, como en las tradiciones locales. Un municipio encantador que pasa por ser ventana al pasado, con calles empedradas, casas de piedra y un ambiente acogedor.
Es un lugar perfecto también disfrutar del buen comer o para pasar una gran tarde o noche de ocio. Esto se puede hacer en el Bar El Cotarro, situado en la calle Carlos V del pueblo pucelano y que cuenta con un espacio de 300 metros cuadrados y todas las comodidades para pasar un rato muy agradable.
EL ESPAÑOL de Castilla y León charla con Miguel Ángel del Valle Villate que abrió el establecimiento hostelero hace dos años, tras la pandemia, y que acumula 15 años de experiencia en el mundo hostelero. Él tiene 36 primaveras.
Toda la vida viviendo en Cabezón y una gran experiencia en el mundo de la hostelería
“Empecé a los 17 años a trabajar. A los 21 me convertí en autónomo, emprendedor y comencé con mi primer negocio en el mundo de la hostelería. Fueron tiempos duros desde el 2010. Todo, con sacrificio y esfuerzo, se saca adelante. Regenté otro bar en Cabezón antes de comenzar con la aventura de El Cotarro. Se llamaba El Rincón. Estuve cinco años allí”, cuenta nuestro entrevistado.
Miguel Ángel del Valle no duda en apuntar que “los negocios hosteleros son muy esclavos”, pero, añade, que “siempre que puede” intenta escaparse con sus amigos a tomar unas cañas o “prepara un viaje”. Lo que le dé la vida. El caso es desconectar del trabajo y disfrutar con los que más quiere.
“Soy una persona abierta. Me gusta tratar con la gente. Estar pendiente de todo en mi negocio. Llevo toda la vida viviendo en Cabezón. Mi infancia ha sido como la de cualquier niño. No me gustaba estudiar, pero algo había que hacer para comer y ayudar a meter dinero en casa”, afirma el hostelero.
En 2020, llegó la idea de un bar, que enamora.
El Cotarro y una nueva vida para Miguel Ángel
“La idea surge en el año 2020. Justo cuando salimos de la pandemia por el coronavirus. El local que regentaba se me quedaba pequeño y quería crecer y hacer algo diferente en el pueblo. Sumamos ya dos años desde que abrimos las puertas y estamos muy contentos”, añade nuestro protagonista.
El establecimiento hostelero se ubica en la calle Carlos V de la localidad pucelana y cuenta con cuatro empleados. Tiene un espacio de 300 metros cuadrados distribuido en varias zonas. En la parte de abajo se ubica la cafetería, con mesas altas y bajas y la parte de arriba cuenta con sofás que crean un ambiente más íntimo. También tienen una zona de comedor que la abren el fin de semana.
“Ofrecemos una carta larga de referencias. Todo ello con raciones, copas elaboradas, buen servicio y una gran atención, que es lo más importante para nosotros”, apunta nuestro entrevistado.
El futuro
Miguel Ángel apunta que “es complicado sacar adelante un negocio en un pueblo” y que “no puedes bajar la guardia ni medio segundo”. Añade que el futuro “nunca se sabe” y que, de momento, “nos esperan unos años detrás de la barra de El Cotarro”.
“Veo lo que viene bien. A los que nos gusta esta profesión siempre conseguimos salir adelante y queremos crecer con el fin de satisfacer al cliente con cosas nuevas y diferentes. Si lo haces así, siempre llega la recompensa”, añade el hostelero.
Para finalizar, el dueño de El Cotarro no quiere marcarse objetivos. “Soy un hombre de vivir el día a día”, finaliza.
Un establecimiento hostelero que crece y que cada vez enamora a más personas en una localidad con mucha historia como Cabezón de Pisuerga.