Cristina y Fernando, dos hosteleros de toda la vida en el conocido mesón de un pueblo vallisoletano: triunfan con su comida casera
El morro, los callos o el marisco, son algunas de las especialidades de este acogedor lugar
28 julio, 2024 07:00Noticias relacionadas
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Santovenia de Pisuerga es una localidad vallisoletana que se ubica en la provincia de Valladolid, a tan solo cuatro kilómetros de la capital. Esta proximidad ha hecho que, en los últimos años, este municipio bañado por el Pisuerga haya aumentado su población. También la oferta, tanto cultural como turística. Tampoco nos olvidamos de su interesante entorno natural, que resulta perfecto para la práctica de deportes al aire libre. Son muchos los que disfrutan allí de deportes como el senderismo o el ciclismo.
Es un lugar que cuenta con varios edificios que merece la pena visitar como puede ser la Iglesia de San Juan Bautista, que pasa por ser un templo del siglo XVI construido siguiendo la típica sobriedad castellana y donde destaca su torre campanario, que da color a la construcción por estar realizada en la parte que es ocupada por la campana.
En la actualidad, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Santovenia de Pisuerga cuenta con una población de 4.636, censados en el lugar que han decidido desarrollar su proyecto de vida en el lugar.
Allí se encuentra el Mesón ‘La Herradura’. Pasa por ser uno de esos pequeños lugares en los que uno se siente como en casa por su singularidad, su humildad, y donde destaca su cocina casera, su excelente bodega y, sobre todo, un trato profesional como en pocos lugares se puede encontrar.
EL ESPAÑOL de Castilla y León conoce un poco más la vida y la historia de Cristina y Fernando, la pareja que se encuentra al frente del negocio.
Toda una vida ligada a la hostelería
“El Mesón La Herradura lo regentamos yo y mi marido. Desde el año 2015. Ambos llevamos toda la vida profesional dedicados a la hostelería”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Cristina, como prólogo de una historia que, de verdad, merece la pena conocer.
Fernando comenzó a estar detrás de una barra cuando solo tenía 12 años. No ha salido de ella en los últimos 50. Eso se nota, a la hora de que el cliente aprecie su gran café, servido con el mayor de los cariños. Cristina está entre fogones desde hace 40 años y destaca por su buen hacer y por completar una cocina casera de chuparse los dedos.
“Recuerdo cuando comencé, con solo 12 años, en este complicado mundo. Lo hice pelando ajos en el Bodegón El Labrador, en la localidad vecina de Cabezón de Pisuerga. Después, y ya un poco más mozo, adquirí experiencia hasta trabajar en destacados bares de Valladolid. Después, monté mi negocio en Cabezón, que se llamaba Soddy. Ahí coincidí con Cristina y, desde entonces, somos inseparables”, asegura Fernando.
Todo, antes de comenzar su aventura en el Mesón La Herradura. La historia de un establecimiento hostelero que tiene 52 años de vida.
Apuesta por la cocina casera
El Mesón La Herradura está ubicado en la calle Héroes de Teruel de Santovenia. Además, dispone de una pequeña terraza de verano donde uno puede disfrutar de una agradable tarde de verano debajo del toldo, a la sombra, y con un refresco o una buena cerveza, de esas que tanto apetecen cuando el calor aprieta.
“Dentro, tenemos un pequeño comedor con mesas de madera que se distribuyen según la necesidad del grupo de comensales. Es muy acogedor y apenas se escucha un ruido. Esto se agradece a la hora de disfrutar de una buena comida”, explica a este periódico Cristina, en una cuestión esencial para calificar un encuentro gastronómico como de diez.
En la carta de este conocido establecimiento hostelero nos encontramos desde unos deliciosos chipirones a la plancha, pasando por unas increíbles navajas, rico morro, callos, asadurilla, una tortilla casera de patatas que quita el sentido y muchas especialidades más.
“Por encargo, también hacemos paellas, bacalao al pil-pil, carrilleras en salsa de vino tinto, lechazo y muchas comidas caseras sin parangón. Para la sobremesa contamos con ginebras prémium y unos brandis que hacen disfrutar de una gran jornada gastronómica a todos los que hasta nuestra casa se desplazan”, añade Fernando.
Una lucha constante para sacar el negocio adelante
La pareja comenta a este periódico lo “difícil y costoso” que resulta sacar un pequeño negocio adelante, dadas las “dificultades económicas que sufrimos”, explican. Todo, en tiempos en los que la hostelería no es lo que era y que hace que, incluso, algunos hosteleros tengan que poner dinero de sus bolsillos para seguir adelante.
“Queremos seguir asumiendo este difícil reto y mantener a flote el precioso mesón mucho tiempo más”, finaliza la pareja que, unida, confía en seguir escribiendo, muchos años más, la historia del Mesón La Herradura.
Larga vida a este excelente establecimiento hostelero.