2018 representó el fin del reinado del gintonic en España. Durante la década marcada por la crisis económica, este cóctel elaborado a base de ginebra y agua tónica consiguió impulsar el consumo de bebidas alcohólicas en el país. Se trata de un industria que genera un valor económico de 7.588 millones de euros, lo que supone un 0,17% del PIB y una contribución al Estado de 1.458 millones de euros.
En 2016, la ginebra alcanzó un consumo del 22% sobre el total de espirituosos. Una racha creciente que se frenó el año pasado tras una repentina caída del consumo del 2,2%, según datos de la Federación Española de Bebidas Espirituosas. Pese al descenso de su consumo en territorio nacional, su exportación a otros países ha aumentado más de un 30%.
El descenso de su consumo es una noticia positiva bajo criterios nutricionales. Un gintonic contiene la cantidad aproximada de cuatro terrones de azúcar. Son casi 16 gramos de acuerdo a sinazucar.org, un proyecto que analiza la cantidad de añadidos que ocultan los productos industriales. Según el National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, licores como el ron, el vodka, el whiskey o el tequila tendrían alrededor de 100 calorías por vaso.
En esta estimación de EL ESPAÑOL se calculaba que a partir de la cuarta copa ya se superan las 1.200 kilo calorías diarias recomendadas. Es decir, con 4 vasos se cubren más la mitad de las necesidades energéticas de un día para un hombre (2.000). Y con dos mas, las mujeres cubren la totalidad (1.800) de sus requisitos nutricionales.
Pese a que en este artículo de Slate aseguran que el gintonic es la bebida nacional española por excelencia, el espirituoso triunfa especialmente en el Reino Unido: los británicos consumen cerca de 47 millones de botellas cada año.
La historia nacional inglesa está interrelacionada con este brebaje. Su popularización en el país anglosajón ocurrió durante el siglo XVII, cuando los soldados ingleses luchaban junto a los Países Bajos durante la Guerra de Flandes por su independencia del Imperio español. De acuerdo con la historiadora gastronómica Annie Gray, los británicos tomaron la costumbre flamenca de beber un trago de ginebra antes de lanzarse al campo de batalla.
La importación de los soldados ingleses de este producto a su patria provocó que el consumo de bebidas espirituosas se popularizase entre el pueblo llano con propósitos recreativos. Hasta entonces, solamente los nobles ingleses le atribuían a estos refrigerios un uso medicinal, fruto de los monasterios medievales que exportaron los conocimientos árabes sobre destilería.
La ginebra se prohibió poco después de la Guerra de Flandes debido a los desórdenes públicos que causaba entre las clases populares. El estigma de su consumo no desapareció hasta el siglo XIX, cuando vuleve a considerarse una bebida glamurosa.
Fue entonces cuando se exporta de Sudamérica el agua tónica: una bebida originada gracias a la corteza del árbol de la cinchona. Curiosamente, el nombre de esta planta tiene su origen en la ciudad madrileña de Chinchón. Francisca Enríquez de Rivera, condesa de Chinchón y esposa del Virrey de Perú, quien descubrió para Occidente las propiedades de este ingrediente tras enfermar de malaria. Es la primera europea que se conoce que haya sobrevivido a la enfermedad.
Se cree que los nativos peruanos ya empleaban tradicionalmente la cinchona para aliviar de forma rudimentaria los síntomas de la malaria. La quinina, sustancia contenida por la planta, aún se emplea hoy en día aunque de forma anecdótica. Sería el propio Carlos Linneo, uno de los botánicos más importantes de la historia moderna y precursor de la taxonomía (la clasificación de los seres vivos), quien bautizase a esta planta en honor a Enríquez de Rivera.
Conforme el imperio británico se expandía por regiones donde la malaria persistía, como la India, se hacía más necesario que nunca el compuesto de la quinina, descubierto por los científicos franceses Pierre Joseph Pelletier y Joseph Bienaimé. Sin embargo, su sabor amargo hacía muy desagradable su consumo.
Los colonos diseñaron el precursor del gintonic al mezclar las pastillas de quinina con agua y azúcar, y posteriormente con ingredientes como el zumo de lima o la ginebra. Finalmente se inventó el agua carbonatada o con gas gracias a Johann Jacob Schweppe, quien empezó a comercializarla junto con la quinina.
Los beneficios contra la malaria de la tónica, según este artículo de PubMed, continúan vigentes en la actualidad. Ingerir cantidades considerables de esta bebida podría conducir a una supresión transitoria de la acción de los parásitos. Sin embargo, un tratamiento moderno contra la malaria no puede sostenerse con bebidas carbonatadas.
Publicaciones científicas como The Lancet advierten constantemente de los riesgos de consumir alcohol en cantidades excesivas. En este artículo sobre los riesgos del vino en EL ESPAÑOL se advierte de que ingerir espirituosos en exceso aumenta el riesgo de derrames cerebrales y de hipertensión.