"Devuélveme la tiroides que me la has quitao", podría rezar una nueva versión de la canción de David Bustamante, a tenor de un informe publicado en la última edición de la revista The New England Journal of Medicine, que denuncia que muchas de las extirpaciones de la glándula tiroides que se han realizado en las últimas décadas se podrían haber evitado si se hubiera cambiado la estrategia quirúrgica por otra de vigilancia.
El trabajo, llevado a cabo por investigadores de la Unidad de Epidemiología del Cáncer del Aviano National Cancer Institute (Italia), analiza datos de la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer, el organismo de la ONU que recurrentemente sale en los medios por desaconsejar las cosas que más nos gustan.
En esta ocasión, sin embargo el IARC sugiere reducir las cirugías y tumba, también, una de las sentencias más repetidas: que el cáncer ha aumentado en los últimos años. Se trata de una verdad a medias, demuestran los datos; si bien es cierto que hoy hay más cáncer de tiroides que nunca, esto sólo se debe a un aumento del diagnóstico de tumores malignos muy pequeños, lo que los autores califican de sobrediagnóstico.
Como reconoce a EL ESPAÑOL Jesús María Díaz, médico de la Unidad de Cirugía Endocrina del Hospital Clínico de Madrid, lo que difunde ahora el organismo y recoge la revista dista mucho de ser una novedad. "En los libros de texto se hablaba de este problema ya hace 30 años, se decía que si se hacían autopsias sistemáticas a población mayor muerta por otros motivos se podrían encontrar un porcentaje elevadísimo de casos de cáncer de tiroides, sin ninguna manifestación clínica".
El problema en cifras
El artículo recién publicado pone cifras al problema y afirma que la ecografía de tiroides es la responsable de este aumento, que sólo se registra, precisamente, en los países ricos, aquéllos donde la tecnología sanitaria no es un lujo.
En concreto, los investigadores han estimado las cifras de tumores debidos al sobrediagnóstico en 12 países desarrollados (Australia, Dinamarca, Inglaterra, Finlandia, Francia, Italia, Japón, Noruega, Corea del Sur, Escocia, Suecia y EEUU).
Los datos varían por países y son especialmente escandalosos en algunos. En Corea del Sur, por ejemplo, se considera que el 90% de los tumores malignos detectados en la glándula se deben a este exceso de diagnóstico. El rango oscila entre ese 90% y el 25%.
A simple vista, podría parecer que no hay ningún problema en esta situación. Una de las metas de la oncología, en general, es mejorar el diagnóstico precoz para poder tratar antes el cáncer y aumentar así sus porcentajes de curación. Sin embargo, esto no se puede aplicar en este caso, porque todo parece indicar que muchos de estos tumores sobrediagnosticados no provocarían ningún problema de salud a los afectados si no se localizaran y, por tanto, no se trataran.
El asunto, sin embargo, no es tan sencillo. ¿Estaría usted dispuesto a esperar "a ver qué pasa" con un cáncer diagnosticado sabiendo que existen posibilidades, aunque pequeñas, de que crezca y acabe afectando a su salud?
¿Qué se hace en la vida real?
Díaz tiene claro que nadie opta por esta aproximación en la actualidad. "Nosotros nos lo acabamos de plantear con una paciente muy mayor, no merece la pena operarla porque es evidente que no va a morir de eso", reconoce el cirujano. Sin embargo, lo habitual es extirpar la glándula tiroidea completa o parcialmente. "Los endocrinos prefieren la primera opción, porque así es más fácil hacer el seguimiento de posteriores recaídas", subraya el experto.
Y si bien la cirugía de tiroides es muy frecuente, no se trata de una operación fácil. "Son tres horas en las que se pasan muchos ratos de incertidumbre", reconoce el especialista, que desgrana los principales desafíos de la misma: no dañar los nervios adyacentes (algo que ocurre en alrededor del 5% de los casos y que puede desembocar en parálisis, problemas de deglución e incluso respiratorios) y separar las glándulas paratiroideas, que no tienen nada que ver a pesar de la similitud del nombre.
Aunque son pocos los pacientes y especialistas que optan por la llamada "espera vigilante", una técnica que sí se usa en otros tumores de buen pronóstico como el de próstata, los datos la apoyan, según el artículo del NEJM. Así, el trabajo habla de estudios de Japón que han demostrado que ambas aproximaciones "son igual de efectivas a la hora de evitar muertes". De 1.325 pacientes en los que se compararon, sólo una minoría (alrededor del 3,5%) mostró progresión clínica de su cáncer en 75 meses y ninguno de ellos falleció.
Los autores concluyen que hay que investigar más en este sentido y que se debe de "ejercer la precaución" contra el cribado sistemático de cáncer de tiroides y el sobretratamiento de nódulos pequeños.