
Huevos fritos iStock
Ni mojar la espumadera ni usar más aceite: el sencillo truco para sacar el huevo frito de la sartén sin que se rompa
Hacer el huevo frito perfecto y que llegue intacto al plato es más fácil de lo que parece.
Más información: Ni más aceite ni más temperatura: el truco secreto de Dabiz Muñoz para hacer el huevo frito perfecto
Freír huevos puede parecer una tarea sencilla, en el lenguaje popular es sinónimo de cosa simple que no requiere de mucha capacitación cuando decimos de alguien que no sabe "ni freír un huevo". Quien acuñó la frase es casi seguro que no había frito muchos.
Muchas veces la clara se desparrama o la yema se rompe antes de que llegue al plato. Por eso, para evitar estos problemas, existen algunos trucos de abuela que son muy efectivos para conseguir huevos fritos perfectos, con la clara bien formada y la yema intacta. Uno de los mayores placeres de comerse un huevo frito es poder romperlo nosotros mismos.
Un huevo frito de foto
Conseguir nuestro propósito depende de varios factores, no solo de que no se rompa en el momento de sacarlo. De poco nos servirá el truco para evitar que pase eso, si se nos ha roto ya en la sartén. Uno de los consejos más importantes que nos daría cualquier abuela es utilizar siempre huevos frescos.

Huevo fresco y huevo viejo, la principal razón por la que los huevos se rompen al echarlos en la sartén
Cuando los huevos están frescos, la clara tiene más viscosidad y se mantiene unida alrededor de la yema, reduciendo el riesgo de que se esparza demasiado en la sartén. Además, la membrana que recubre la yema es más elástica y gruesa que la de un huevo viejo, por eso tiene mayor resistencia a la rotura.
Para comprobar si un huevo es fresco de forma fácil, podemos sumergirlo en un vaso con agua: si se hunde y queda en posición horizontal, está en su mejor momento para freírlo; si se queda vertical, es mejor utilizarlo para otra preparación y, si flota, es mejor descartarlo. Tampoco falla comprobar la fecha de caducidad impresa en el huevo, cuanto más días falten para llegar a ella, más probabilidades de éxito.
También es recomendable cascar los huevos en un recipiente aparte antes de echarlos sobre el aceite caliente. Esto nos permite comprobar que la yema está intacta, así como evitar que fragmentos de cáscara caigan dentro de la sartén. Al verter el huevo, lo mejor es dejarlo caer desde poca altura y con suavidad, para minimizar el impacto y reducir el riesgo de que la yema se rompa.
La temperatura óptima
Otro truco clave si queremos un huevo con la yema bien centrada y rodeada por una clara bien recogida es calentar bien el aceite antes de añadir el huevo. Si el aceite no está lo suficientemente caliente, la clara se extenderá demasiado antes de cuajarse, lo que aumenta la probabilidad de que el huevo se rompa.
Sin embargo, el aceite tampoco debe estar excesivamente caliente, ya que esto puede provocar que la clara se dore demasiado rápido mientras la yema sigue cruda. La temperatura ideal sería de unos 180 ºC. Si no tenemos termómetro, un truco para saber si estamos en la temperatura correcta consiste en echar un palillo de dientes dentro del aceite y, si vemos que se produce un leve chisporroteo, es que ya podemos echar el huevo.
El truco definitivo
El momento de sacar el huevo de la sartén es la hora de la verdad. De poco sirve que lo hayamos hecho todo bien hasta aquí si un mal movimiento acaba rompiendo la yema. Hay quien moja la espumadera, hay quien la sumerge en el aceite para que el huevo resbale mejor y hay a quien, como a mí, no les funciona ninguno de estos dos métodos.
El método infalible para sacar el huevo frito de la sartén sin que se rompa consiste en utilizar una espumadera antiadherente que sea ancha y plana, esto nos permitirá recoger el huevo de manera uniforme. Empezamos deslizando suavemente la espumadera por debajo del huevo, comenzando por el borde y avanzando poco a poco hacia el centro, asegurándonos de que la clara se ha despegado completamente de la sartén.
Si notamos resistencia, podemos inclinar ligeramente la sartén para que el aceite ayude a desprenderlo con suavidad. Una vez que el huevo está completamente apoyado sobre la espumadera, lo levantamos con un movimiento firme pero delicado, procurando mantenerlo lo más horizontal posible para evitar que el huevo se resbale. El centro de gravedad del huevo está en la yema, por lo que es como si todo su peso estuviese concentrado ahí.
Esto quiere decir que, si la yema se queda fuera de la espátula o muy cerca del borde, es bastante probable que se resbale y se rompa. Una vez tengamos el huevo bien colocado sobre la espátula, lo trasladamos con cuidado al plato, inclinando levemente la espumadera para que el huevo se deslice suavemente sobre el espacio que le hemos reservado en el plato, sin dejarlo caer de golpe.