En sus inicios, la ópera estuvo vinculada a grandes palacios y mecenas que encargaron obras para su disfrute privado. Corría el siglo XVII y en Italia había dinero, ciudades Estado que ya habían superado el feudalismo y muchas ganas de diversión. El género vivía sus primeros compases, llenos de improvisación, pero también frescura. Pronto comenzaron a escribirse óperas para estrenarse en teatros, permitiendo que los que quisieran, y pudieran permitírselo, comprasen una entrada para ver el último grito en creación artística. "Así se inventó el show business o de Broadway de la ópera", en palabras del cantante Xavier Sabata.
La Calisto, de Francesco Cavalli, es uno de estos títulos. Estrenada en 1651, nunca se ha visto en el Teatro Real. Ni esta ópera ni ningún título de Cavalli, algo que según el director artístico, Joan Matabosch, se debe a las "lagunas" que particularmente tiene el Real en algunas etapas del repertorio pero también al olvido centenario de los autores previos a Mozart en la mayoría de los teatros del mundo. Sencillamente, hay décadas que desaparecieron de las programaciones hasta bien entrado el siglo XX a pesar de estar llenas de música maravillosa. Las óperas de Händel, hoy trending topic, sufrieron una suerte parecida.
El Real se resarcirá este domingo con la presentación de esta ópera sobre los amores entre dioses y mortales, una producción de la Ópera de Baviera (Alemania) que también se pudo ver en Covent Garden (Londres) con la dirección de escena de David Alden, uno de los creadores de referencia de esta etapa en el coliseo madrileño
Según explicó Alden este lunes en la presentación, "los primeros 50 y 60 años de la historia de la ópera fueron los mejores". La afirmación no está exenta de polémica, ya que decir algo así es dejar fuera casi todo lo que conforma el grueso de las programaciones actuales de los teatros. "Tenían los mejores libretistas" y "la música y el texto estaban perfectamente equilibrados, casi al mismo nivel", explicó.
Escenas de seducción lésbica
En este caso, un dios baja al terreno de los mortales para buscar compañeras sexuales. "Es una comedia sexual celestial", dice Alden, con alguna escena de "erotismo lésbico" en escena. En un momento, uno de los personajes se disfraza de su hija. "Es como si Donald Trump se disfraza de Ivanka Trump. No es un pensamiento muy placentero cuando te paras a pensarlo", ironizó el director de escena.
La historia tiene un trasfondo social, ya que es "una sátira sobre los ricos y famosos explotando los pobres y hermosos". "Estoy seguro de que hablaban de sacerdotes, políticos y artísticas del momento", dice Alden en referencia a Venecia, una ciudad donde, según el Vaticano, reinaba el pecado hasta el punto de que Roma ordenase una excomunión general.
Al frente de la música estará Ivor Bolton, director musical del Real y experto en ese período musical, que contará con el Monteverdi Continuo Ensemble y la Orquesta Barroca de Sevilla. La edición de la partitura, que deja un gran margen a la improvisación, como recordó Bolton, es de Álvaro Torrente, musicólogo de prestigio (e hijo del escritor Gonzalo Torrente Ballester). La partitura apenas ofrece algunas indicaciones sobre la voz y la línea del bajo, de tal manera que Bolton ha tenido que tomar "decisiones fundamentales" para completarla al modo que los compositores querían que se hiciesen al servicio de un espectáculo libre y dinámico. La Calisto e representa entre el 17 y el 26 de marzo.
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