“Mi libretita y mi diccionario hicieron la guerra conmigo. Fiel a mi costumbre de pasar páginas de diccionarios y enciclopedias, metí en mi macuto un pequeño Sopena y en los ratos libres o de espera iba pasando páginas y anotando aquellas palabras que por algo llamaban mi atención”. José Luis Sampedro (1917-2013) tomó nota de estos pensamientos en el libro Escribir es vivir (2005). Para el escritor, economista y profesor, el lenguaje da al ser humano sus alas más poderosas. Para bien, para mal: “La palabra puede ser un bálsamo o un veneno”. A veces, herramienta deliberada de maldad, trampa para engañar y persuadir con falsedades.
No basta con reivindicar siempre el derecho a la palabra, 'como máxima expresión de nuestra humanidad', también hay que cumplir con el deber de usarla 'en pro de la dignidad propia o ajena'
El lenguaje, la palabra, es cárcel y alas que condicionan nuestro pensamiento. La palabra salva y con ella dialogamos, “sobre todo en el hablar consigo mismo durante el viaje de la vida”. No basta con reivindicar siempre el derecho a la palabra, “como máxima expresión de nuestra humanidad”, también hay que cumplir con el deber de usarla “en pro de la dignidad propia o ajena”. Sampedro coincide con Martin Luther King en señalar la conducta más escandalosa de todas: la del “silencio de los hombres “buenos” que callan y miran para otro lado sin protestar de las maldades”. Esto lo dejó escrito en Sala de espera.
Palabra, hecho humano
La palabra era para el pensador el hecho humano por excelencia. Por eso la defendió siempre ante la imagen. Por eso un Diccionario Sampedro (Debate). Su compañera, Olga Lucas, ha reunido 50 paradas, 50 palabras, de agua a violencia, que condensan el legado del autor de El amante lesbiano. Agua, alma, amistad, amor, androginia, arte, barbarie, ciudades, compromiso, crisis, decadencia, democracia, destino, diferentes, dinero, dios, economía, emociones, escribir, Europa, felicidad, folio, fronteras, globalización, idiomas, innovación, ipsoterapia, ls palabra, libertad, límites, masoquismo, miedo, migraciones, muerte, música, novela, ocaso, progreso, sabiduría, sacrificio, sumisión, tiempo, totalitarismo, transubstanciación, utopía, vacío, vejez, verdades, vida y violencia.
La libertad consiste en perseguir en cada momento lo que él cree que es su camino, lo consiga o no, y en dar sentido a todo aquello que le sucede
Olga Lucas ha extraído citas de ensayos, artículos, conferencias y notas que desmenuzan la herencia intelectual de Sampedro. Y ha contrastado estas citas con una selección de esos mismos temas, pero en su obra literaria. Así calan sus ideas en sus ficciones.
El mercado carcelario
Y así sus ideas en sus lectores: cree en el hombre libre, cree que el hombre tiene una profunda libertad. “Una libertad que consiste, no tanto en poder conseguir en cada momento lo que quiere, sino en perseguir en cada momento lo que él cree que es su camino, lo consiga o no, y en dar sentido a todo aquello que le sucede”, dejó negro sobre blanco en La escritura necesaria (1996). Frente a este pensamiento, la voz de la narración en Los mongoles en Bagdad (2003): “Como siempre, el fuerte quiere libertad para hacer lo que le parezca, mientras el débil quiere normas protectoras”.
“El mercado no es la libertad”, dejó claro el economista en Escribir es vivir (2005). A quienes defendían lo contrario, que el mercado es libertad, los mandaba al mercado sin un céntimo. “Y verá usted dónde está su libertad de elección”. “No soy enemigo del mercado, soy enemigo de que se mercantilice toda la vida humana”, escribe. Estaba en contra de la sociedad en la que sólo se valora lo que tiene precio en el mercado. Si los valores no tienen precio, si los valores no están controlados por el mercado, no existen. “De modo que cuando se habla de libertad conviene recordar que el mercado es libre para el poderoso. Para el que no tiene un duro, no es libre porque no es”, en Sobre política, mercado y convivencia (2006).
No soy enemigo del mercado, soy enemigo de que se mercantilice toda la vida humana, escribe
Sampedro a final de su vida reclamaba con insistencia la lucha por la libertad de pensamiento, consciente de las taras sociales que estaba generando la “corrección política” con fenómeno extendido. “Vivimos en un ambiente de falsedad”, por eso cuando alguien dice lo que piensa, aunque no sea gran cosa, “su sinceridad es muy apreciada por la audiencia”. En una conferencia en la UIMP, en 2003, dice: “Se ha sustituido el ansia de libertad por el ansia de seguridad. Están ocurriendo cosas que son un claro retroceso en la conquista de las libertades y la gente las acepta porque prefiere la seguridad”. Y se perdió tantos acontecimientos que aseguraron la falta de libertad…
Sexo libre
La libertad de pensamiento fue tan importante en su discurso como la libertad sexual. Proclamó el respeto por todas las variantes sexuales y se mostró como uno de los sabios maduros más liberales. “Creer que todas las formas de sexualidad son delictivas, perversas o pecaminosas no tiene justificación de ningún tipo y menos aún científica”. “Creo que el puritanismo hace un gran daño a la literatura, a la cultura y, en definitiva, a la vida”. Esta vitalidad y amplitud de conciencia queda patente en la novela El amante lesbiano (2000), escrita a los 83 años, donde uno de sus personajes decía: “El rechazo del placer no es cosa de risa. Nosotros padecemos la constante vigilancia y acoso de las autoridades “biempensantes” por si pueden cogernos en un tropiezo y frenar nuestra actividad”.
El rechazo del placer no es cosa de risa. Nosotros padecemos la constante vigilancia y acoso de las autoridades “biempensantes” por si pueden cogernos en un tropiezo y frenar nuestra actividad
En la entrada dedicada al “miedo” se encuentran algunas de las razones que han llevado a la merma de libertad y perversión de la palabra. “Lo que pasa es que nos educan en el miedo y con frecuencia no penetramos en nuestra propia mina ni somos arqueólogos de nuestro propio secreto”, en Quince años de Semanas de Autor (1999). Apunta el autor de que nos hemos hecho un mundo a medida de nuestras inseguridades, un mundo con seguros, trabajos fijos, prestaciones sociales y asusta perder esas ataduras. “En lo sentimental más todavía”. Escribe en la novela La senda del drago (2006): “El sistema se ha vuelto ingobernable, pero la gente se aferra a él porque teme el cambio. Ya no tiene gusto para la aventura”.
Este Diccionario Sampedro es, en realidad, un reflejo de nuestros días, escrito poco a poco, durante décadas de encuentros y resistencias, en el que se descubre el pulso de sus observaciones y la inmortalidad de sus reflexiones.