El Mein Kampf de Adolf Hitler arranca aún una expectación antigua en los lectores alemanes. El 31 de enero expiraron los derechos de la obra, que poseía el estado de Baviera: las autoridades habían prohibido su edición en Alemania desde la muerte de su autor en 1945. En el país germano, las publicaciones que incitan al odio racial siguen penadas, pero sí que se permiten las versiones comentadas con fines académicos. Ya en enero -aprovechando la coyuntura-, el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich lanzaba una nueva edición: una revisión con anotaciones de la biblia del nacionalsocialismo que el dictador escribió en 1923, durante su estancia en prisión. 2000 páginas de relectura crítica, más de 3000 notas adicionales, 59 euros.
Se agotó sólo una semana después de su llegada a librerías. Con la nueva tirada pasó lo mismo. Desde entonces no baja de los primeros puestos de las cifras de ventas, según la lista que publica el diario Der Spiegel. Ha llegado a superar a otro bestseller de excepción, El llamamiento del Dalái Lama al mundo: la ética es más importante que la religión, con esa curiosidad lasciva y ansiosa que provocan los libros perversos. "No nos oponemos a que se edite esta versión crítica que contrasta las teorías de Hitler con evidencias cientificas, con el objetivo de investigar y formar", dijo en su momento Josef Schuster, presidente del Consejo central de judíos alemanes.
Hitler es suplemento semanal
El asunto se está haciendo bola: alargada es la sombra de Hitler. Más allá del boom editorial, se ha querido hacer de un libro demente -y base del pensamiento nazi- un gancho publicitario, una chuchería, un reclamo. Este pasado sábado, el Mein Kampf se hizo aún más accesible en Europa cuando el diario italiano Il Giornale[periódico de centro-derecha y propiedad de la familia del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi] decidió repartir gratuitamente ejemplares de la obra con su número del fin de semana, indignando al grueso de la sociedad italiana. Los representantes de la comunidad judía del país fueron los que vertieron críticas más feroces, contando con el apoyo de numerosos políticos.
Si nos lo hubieran pedido, les habríamos aconsejado distribuir otro libro mucho más adecuado para estudiar comprender el Holocausto, aseguró la Embajada israelí en Italia
"Estamos sorprendidos por la decisión de Il Giornale de regalar Mein Kampf. Si nos lo hubieran pedido, les habríamos aconsejado distribuir otro libro mucho más adecuado para estudiar comprender el Holocausto", aseguró la Embajada israelí en Italia. Laura Boldrini -presidente de la Cámara de los Diputados- calificó la decisión de "grave" y subrayó que "la memoria merece respeto". Matteo Renzi, primer ministro del país, abrazó a la comunidad judía a través de Twitter con un mensaje en el que decía que le parecía "miserable" que un diario italiano "regale a día de hoy Mein Kampf, de Hitler".
El presidente de la Unión de Comunidades judías italianas, Renzo Gattegna, dijo -según la agencia de noticias italiana ANSA- que "esta distribución gratuita está a años luz de distancia de toda lógica" y que "estudiar la Shoah [el Holocausto, en hebreo] y los diferentes factores que la provocaron dirige a toda la humanidad a hundirse en n abismo de odio sin fin, de muerte y de violencia". "Debe quedar claro: la operación del Giornale es indecente", apostilló.
Prevenir repetición de errores
El periódico ha alegado, en su defensa, que su versión del texto ha sido comentada por un historiador italiano y que se distribuyó con el objetivo de "prevenir que los errores del pasado se repitan". Sin embargo, Alessandro Salluti, director del medio, subrayó en un editorial que "la mayoría de las discusiones relacionadas con la publicación" eran "legítimas y comprensibles" y que "las preocupaciones de nuestros amigos de la comunidad judía italiana, que siempre nos han visto como aliados incondicionales, merecen todo nuestro respeto".
No obstante, aclaró que si no estaba dispuesto a pedir disculpas era porque los críticos habían argumentado que el periódico había distribuido esta autobiografía "con intención de minimizar los crímenes de Hitler". "No hay que intentar tomar ventaja por una tragedia", recalcó. "Porque con ciertos vientos que soplan aquí y allá, en Europa y en Oriente Medio, es necesario entender la forma que se le puede dar al mal con el fin de no repetir un error fatal", escribió Sallusti, en referencia al ascenso de Hitler al poder. Recordó, además, que esta entrega se encuadra en la serie de ocho libros dedicados a la historia del nazismo.
Con ciertos vientos que soplan aquí y allá, en Europa y en Oriente Medio, es necesario entender la forma que se le puede dar al mal con el fin de no repetir un error fatal, escribió el director del medio
¿Cómo calibrar el riesgo que puede originar un libro? La editorial conservadora Schelm está planeando publicar una versión sin anotaciones -lo que, en la legislación actual, está considerado "sedicioso"-. Los fiscales no han tardado en investigar sus planes y podrían presentar cargos incluso antes de que el libro fuera publicado. "Este libro es demasiado peligroso para el público en general", aseguró el historiador Florian Sepp a The Washington Post el pasado año, explicando que esta postura la comparten numerosos expertos alemanes en este campo de investigación. Si llega a publicarse, es probable que la obra -sin anotaciones- tuviese que venderse por internet, ya que la mayoría de cadenas de librerías alemanas han manifestado que se negarían a colocarla en sus estantes.
Este mismo colectivo librero ya detalló que, en enero, ante la primera edición del Mein Kampf, sólo pidieron unas cuantas copias como forma de expresar su rechazo. Más tarde, les sorprendió el interés masivo de los lectores y se dejaron guiar por su demanda hasta que el libro se convirtió en un éxito de ventas en cuestión de semanas.
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