Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Cultura en funciones, es un hombre muy de celebrar. Se apunta a un sarao y no mira atrás; fuerza la máquina de un evento y no hay quien lo apee del burro hasta que arranque el aplauso sentío de la concurrencia. Es la Lola Flores del Congreso y ha venido a jugar: lo mismo no anda muy puesto en algún tema, pero él te lo cuenta con mucha gracia. Con mucho arte. Ya lo demostró el día que el Hemiciclo le hizo la verbena a Cervantes: allí iba él, liderando la tropa política, con la corbata amarilla del que no necesita suerte.
Sin embargo, cuando este periódico le invitó a participar en su test cervantino y le preguntó -primera cuestión, nivel uno de dificultad- cuál es el verdadero nombre de Don Quijote, Méndez de Vigo se vio atropellado por el carrito del helado. Espetó un "Bueeeno" a modo de "qué remoto dato". Luego se rió y huyó, porque el examen ya estaba suspenso, pero él -que de cultura popular sí anda bien entrenado- sabe que dientes, dientes siempre es lo que les jode. Un día defiende delante de la UNESCO que las tapas sean Patrimonio de la Humanidad y mañana, quién sabe, se arranca con un taconeo, se viene arriba por bulerías.
Refranes cervantinos
Hoy miércoles también ha cedido a las delicias del guateque cultural en el Museo Reina Sofía: con la ayuda de su Ministerio, Google ha lanzado Las Rutas de Cervantes, una de las muestras virtuales del autor más completas hasta la fecha. Más de 1000 archivos dan forma a 18 exposiciones sobre la vida y obra del escritor más célebre de todos los tiempos -con el apoyo, además, de ocho instituciones entre las que se encuentran la RAE y el Teatro Real-.
Así el autor estará disponible a nivel global y de forma gratuita: se espera que esta herramienta se convierta en un instrumento fundamental en la difusión y enseñanza del legado cervantino en todos los rincones del planeta. "Cervantes ya forma parte de la vida de los españoles y de gente que no es española", ha apostillado. "Fijaos la cantidad de refranes, de dichos o de expresiones que utilizamos que son cervantinas, aunque a veces no lo sepamos: ¿quién no ha dicho, después de una comida copiosa, 'bueno, es que esto ha sido como el festín de Camacho'?", ha lanzado, haciendo alusión a las bodas de Camacho.
Fijaos la cantidad de expresiones que utilizamos que son cervantinas: ¿quién no ha dicho, después de una comida copiosa, 'bueno, es que esto ha sido como el festín de Camacho'?
Ha interpelado al público como el monologuista cargante, como el cuñado campechanote que se limpia la boca, se frota la panza y exige que se comparta su chiste. En cualquier caso, es curioso que el señor ministro recuerde este episodio -que corresponde al capítulo XX de la novela- y haga esos aspavientos ante la pregunta de EL ESPAÑOL, cuando ésta se contestaba en las primeras páginas de la obra.
Pero Méndez de Vigo es el chascarrillo que no cesa. Quiere arrancar la elevada pera del lenguaje cervantino -él que llega- y arrojársela al pueblo para que se maten por ella. "O cuántas veces no habremos dicho en conversaciones con amigos '¡con la Iglesia hemos topao!'. Ahí está. ¡Cervantes!". Ha contado también que, el otro día, un periódico de Palencia le retrataba como Don Quijote -acabáramos-, y que otro personaje se refería a la ínsula de Barataria. "Es una complicidad intelectual que no entendería alguien de Letonia, ¿no? Diría: 'qué dicen estos de Barataria'". Todo jijís y jajás.
Cervantes no era el 'star'
"Cervantes es muchas cosas: autor, recaudador de impuestos, soldado... es un ejemplo en la vida. Porque quiso superarse, quiso ser mejor y no siempre lo consiguió". Aquí cálido, complaciente, solidario. Le pasa la mano por el lomo a Cervantes. "Cervantes, en su época, no tuvo el éxito del que goza hoy: el star de la época era Félix López de la Vega. Ése era el que se llevaba el dinero, los éxitos y hasta las amantes. Y Cervantes se quedaba un poco arrinconado". Tenemos anglicismo; tenemos el sexo, el rock y la droga del Siglo de Oro. Hasta el final feliz: "Pero siguió luchando, siguió sacando lo mejor de sí mismo y, al final, ya viejo y cansado... te sonríe el éxito".
Cervantes, en su época, no tuvo el éxito del que goza hoy: el star de la época era Félix López de la Vega. Ése era el que se llevaba el dinero, los éxitos y hasta las amantes
El ministro ha evocado una anécdota que vivió en su época como diputado europeo. "Recuerdo un debate en el Parlamento Europeo... había que decidir si se votaba, o no, a favor de un Tratado. Y yo utilicé algo que había dicho Cervantes al final de su vida: hay momentos en que hay que ser camino o hay que ser posada. Y yo dije que había que ser camino, que había que aprobar ese tratado y no quedarse quieto".
Así es él. Tiene a Cervantes todo el día en la boca. Lo pasea por su casa, por Palencia, por Europa. Y en ningún caso lo usa como anzuelo electoral. Qué insulto. "La verdad es que lo que estamos haciendo este año en España con Cervantes es absolutamente excepcional, y aquí tenemos una buena muestra. Como estamos casi en campaña, algún malévolo pensará 'éste está arrimando el ascua a la sardina del Gobierno...'. Y no. El Gobierno no tiene nada que ver: esto es la sociedad quien lo hace". De la gente y para la gente. Se fue entre aplausos, Méndez de Vigo.
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