Hay un lector purista y un lector morboso: el resto son una mezcla de ambos. El primero -en el que cree Elena Ferrante- es fiel sólo al texto; el otro mordisquea la identidad del autor, busca su alma en los mass-media, lo admira y quiere deglutirlo, conocer su vida para buscar paralelismos con sus libros. Construirse la panorámica, compararlo consigo mismo. El ser humano -es una pena- no entiende de lo intangible: fantasea con la carne. Por eso el público se abre en canal cuando lee La amiga estupenda o Un mal nombre, La niña perdida o Las deudas del cuerpo y no ve la mano que escribe.
Si es verdad que el cerebro que late detrás es el de Anita Raja -mujer, traductora, mediana edad, hija de una judía alemana, de origen polaco-, la sorpresa no habrá sido tan mayúscula. "Era tal cual la imaginábamos, pero con un apellido judío y malsonante en español", sostiene Jan Martí, editor de Blackie Books. "Si se hubiera descubierto que Elena Ferrante era Michel Houellebecq, la cosa sí que podría dar que hablar".
Esa persona a la que todos llamamos Elena Ferrante lleva operando con ese nombre desde hace más de veinte años: no es márketing
Pero, ¿qué parte del fenómeno Ferrante dependía de su identidad secreta? ¿Cómo ha redondeado su misterio el producto editorial? Y, muy especialmente, ¿afectará esta revelación a la venta de sus libros; la agudizará, la hará caer? Su editora, Silvia Querini, deja claro a este periódico, en primer lugar, que "esta voluntad de escribir desde la ausencia de autor no es una operación de márketing": "Esa persona a la que todos llamamos Elena Ferrante -y a la que, personalmente, me gustaría seguir llamando así- lleva operando con ese nombre desde hace más de veinte años: no es márketing", subraya.
"Es número uno en EEUU pero también lo es en Suecia. Lo que quiero decir es que ha llegado a un público inmenso, y su único y mayor secreto es el cómo convierte el costumbrismo en literatura, el cómo trabaja todo hasta el mínimo detalle... en sus personajes nos reconocemos todos, y reconocemos incluso las cosas que no nos gustan de nosotros mismos".
El alias no muere
Querini no teme que esta noticia mate a Elena Ferrante tal y como la conocemos hasta ahora: "Los alias nunca mueren", guiña. "Es como la gente que entra a Notre Dame y está tan admirada que no se pregunta quién la construyó". Y va más allá: cree que, como mucho, la revuelta de Anita Raja beneficiará a Ferrante. "Con esta polémica, seguramente, habrá más gente que se acerque a la obra de Elena Ferrante, que además es una persona que ha decidido operar con un alias de mujer, y yo me alegro, ¿sabes? Porque gracias a esto habrá hombres que por fin empezarán a leer ficción escrita por mujeres sin que haga falta que le den un premio Nobel", lanza, con mordacidad.
Gracias a esta polémica habrá hombres que por fin empezarán a leer ficción escrita por mujeres sin que haga falta que le den un premio Nobel
En el público ya fidelizado, no cambiará nada. La editora recuerda que Ferrante no ha firmado con "anónimo", sino que ha empleado un alias y esa decisión debería respetarse. "La investigación ha sido indiscreta: alguien que entra en las cuentas bancarias de una persona... no hace lo más correcto. Es el periodismo gossip, el del chisme", resopla. Subraya que ella lleva leyendo a Ferrante ocho años. No hay publicidad aquí, sólo-literatura. Nada de autopromoción."¿Realmente es tan importante su nombre?".
Aldo García, librero de Antonio Machado, opina, según su experiencia, que "la gente, sobre todo en el caso de autores extranjeros, no sabe quién hay detrás del nombre; se guían por lo que escuchan o por si les ha gustado": "Ferrante venderá más porque se va a hablar más de ella, pero no creo que vaya a afectar a su trayectoria. Otra cosa es que se descuelgue con ideas xenófobas, homófobas, machistas o de extrema derecha o izquierda... pero vamos, que leyendo sus libros parece improbable que eso suceda". Jan Martí está de acuerdo. Sugiere que lo que ha hecho triunfar a Elena Ferrante es "el más bonito de los círculos del márketing literario: el boca-oreja": "El librero lo lee, lo disfruta, lo recomienda, y el lector hace lo mismo".
¿Confesarlo todo en la próxima obra?
Si Raúl Gil -experto en márketing de la editorial Libros.com- fuera el agente de Ferrante, le recomendaría "recuperar su propio relato". El hecho de que su identidad haya salido a la luz a manos de un tercero no cree que la beneficie. "Es como que la han pillado. Una buena estrategia sería, ahora, decir 'yo soy esta persona y lo he hecho por esto'. Contar cómo vivió ese anonimato, cómo pudo burlar a los que deseaban saberlo en un mundo en el que se conoce todo. Y, con todo ello, si quieres, hacer de esto el argumento de su próximo libro".
Gil mantiene que este chivatazo "cambia su trayectoria totalmente": "Tenía una gran estrategia de márketing editorial, pero ya no es el mito. Ahora es una persona de carne y hueso, con nombre y apellidos. Y hay que diferenciar a los lectores que se hayan fidelizado con su leyenda y a los que se han fidelizado con su literatura".
Ya no es el mito. Ahora es una persona de carne y hueso, con nombre y apellidos. Y hay que diferenciar a los lectores que se hayan fidelizado con su leyenda y a los que se han fidelizado con su literatura
Javier Celaya -consultor independiente- no está de acuerdo. Considera que los hechos, tal y como se han sucedido, le darán "una segunda vida a sus libros": "No es un fenómeno de plena actualidad. Tiene ya un año o año y medio. Así que esto va a ponerla otra vez en el punto de visibilidad", establece.
El libro ¿es suficiente?
"Sería fundamental aclarar si este secretismo fue intencionado para aupar la obra en visibilidad -que sería normal, teniendo en cuenta la sobresaturación que hay en el mercado- o si fue espontáneo. Enhorabuena a quien se le haya ocurrido: ha conseguido que nos acerquemos a la obra por el misterio, pero nos hemos quedado por la historia que había detrás", explica.
"Es buenísima. Si fuera fuera mala, el misterio tendría un efecto muy limitado". Dice Celaya que esto ya lo hemos visto muchas veces. Con Salinger. Con la neblina en torno a la vida de Thomas Pynchon. Hasta con Corín Tellado cuando escribía novela erótica en era franquista.
Ahora se creará el debate de si es ella realmente o no, si fue ayudada o no, si han puesto a esta mujer porque detrás hay un hombre que no quiere desvelarse... este rollo de la tapadera
"Estas cosas siempre traen cola; y estos inicios la beneficiarán siempre. Ahora se creará el debate de si es ella realmente o no, si fue ayudada o no, si han puesto a esta mujer porque detrás hay un hombre que no quiere desvelarse... este rollo de la tapadera", suspira. Lola Larumbe, responsable de la Librería Alberti, piensa que esta noticia "no influirá demasiado, porque los libros tienen calidad literaria suficiente": "Los autores mueren, y mueren con su personaje, pero los libros buenos se mantienen".
Quizá sea ese deseo de la verdadera autora el que se ha hecho corpóreo en su público: la trascendencia más allá de la firma. El sello del relato, sin cara. Lo dijo ella misma en una ocasión, en una de sus tímidas entrevistas por correo: "Para los amantes de la literatura, el libro es suficiente".