El fútbol, esa recuperación semanal de la infancia, que diría Javier Marías, amanece cada curso, irremediablemente, como ese niño que acude a la escuela después del verano. No incluye -quizá por desgracia- lápices de colores Alpino o mochilas nuevas cargadas de cuadernos de colores. Qué se le va a hacer. En deporte, eso, a menudo, se traslada a la escucha de nombres nuevos, a la adquisición de cromos que, de repente, aparecen sobre el césped. Aunque, esta vez, no será en el caso del Atlético, que carece de novedades carnales, pero sí incluye muchas espirituales por estrenar: sensaciones, estadio, escudo y ritual. Y lo hará en un año complicado, extraño y diferente por muchos motivos. Al menos, a priori. A posteriori, como reconoció Simeone, que está ante su último año de contrato, “la dificultad la marcará lo que ocurra en el campo”.



A pocas horas de que el Atlético arranque la Liga contra el Girona (sábado, 20:15 horas), sólo hay dos novedades: el escudo y la camiseta. Nada más. Los fichajes realizados este verano -de momento, tan solo Vitolo- no se podrán incorporar hasta después de Navidades por la sanción del TAS. Una coyuntura anómala -ya se verá si mala o buena-, pero que de momento tiene algo positivo: “El club ha hecho un esfuerzo enorme para sostener a los jugadores importantes”, celebró el Cholo. Y eso, tal y como está el mercado, es esencial para un equipo que ha mantenido sus éxitos gracias a la existencia de un bloque sin grietas.



Sacar lo bueno de la situación y dejar de lado lo malo será el objetivo de aquí a Navidades, superando barreras poco a poco. La primera, disputar los tres primeros partidos fuera de casa. El Atlético no estrenará su nueva casa, el Wanda Metropolitano, hasta septiembre, en la cuarta jornada, contra el Málaga (20:45). Antes, jugará contra Girona, Las Palmas (26 de agosto, 22:15 horas) y Valencia (4 de septiembre, 16:15 horas). Una decisión cuyos resultados son impredecibles. ¿Buenos o malos? Ya se verá.

Los jugadores del Atlético, durante el entrenamiento en la ciudad deportiva Wanda. EFE



El otro gran hándicap del Atlético será mantener una regularidad que vivió diferentes rachas el curso pasado -no la hubo durante el primer tramo de la competición, pero se consiguió en el segundo-. Esta temporada, con los mismos jugadores, no dejarse caer antes de Navidades se antoja de vital importancia para llegar con garantías de éxito a enero, cuando se incorporen los fichajes. Vitolo lo hará seguro vía Las Palmas, pero no está claro que llegue Diego Costa, que sigue a expensas de que se confirme su incorporación antes del 31 de agosto. “De momento, no es jugador nuestro”, puntualizó Simeone en rueda de prensa. Y, poco después, el brasileño aumentó el suspense: “Si no hacen más fuerza por mí, puedo irme a otro equipo”.



Entre estos interrogantes, normales a estas alturas de temporada, el club tiene otro mucho más importante por resolver: la renovación de Simeone. El técnico argentino, que acortó su contrato la temporada pasada, podría estar dispuesto a ampliar su vínculo con el club una temporada más. Sin embargo, a día de hoy, lo único real es que el Cholo está ante su último curso como preparador rojiblanco. Pero eso, obviamente, dependerá de cómo evolucionen el resto de temas.



A la espera de todo lo anterior, el Atlético arrancará la temporada con cuatro bajas importantes: Filipe Luis y Gameiro, lesionados, y Godín y Thomas, ambos arrastran sanción desde la temporada anterior. Enfrente tendrá a un Girona que se estrena en Primera división, con lo que eso supone. “Considero que la motivación del rival es igual a la nuestra. Por lo demás, es un equipo muy ordenado, que el otro día ganó al City y que tiene una idea de juego clara”, analizó Simeone. Al fin y al cabo, el resto se irá resolviendo en los próximos meses. Lo único urgente para el Atlético pasa por lo que ocurra este sábado, el principio y el fin de todo lo anterior. 

Simeone da instrucciones en la Audi Cup. Reuters

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