El día en el que el Barcelona demandaba a Neymar por incumplimiento de contrato, los pesos pesados arropaban al brasileño e hicieron público su apoyo al ya futbolista del PSG. Allí no estaban jugadores insignificantes en el vestuario azulgrana. De risas con Neymar estaban Piqué, Messi, Suárez... Era un claro reto a la directiva y un gesto que, además de ponerse del lado del '10' parisino, abría todavía más la brecha con la directiva.
El Barcelona está en una guerra interna con vistas a propagarse. La plantilla no solo va por un lado respecto a su directiva, sino que amenaza con cargársela. La división es tan grande que resulta difícil pensar en una reconciliación si una de las partes no da su brazo a torcer. La transición, en estos momentos, parece difícil.
Los mensajes de risas (emulando el 'se queda' de Piqué) que se vieron en las redes sociales de Neymar o Messi este martes, en un show infantil, cansaron ya hasta gran parte del barcelonismo. No están las cosas como para ir derrochando alegrías, jactarse con aquél que ha desestabilizado al club con su huida y menos cuando esas bromas provocan una clara división en el club.
Un Barça partido en dos
En el actual Barça, por un lado está Bartomeu y toda su directiva, muy deteriorada este verano por los numerosos y graves fallos a la hora de confeccionar la plantilla. Los que mandan en el Barça van de desastre en desastre en un mercado que está casi ridiculizando a los culés.
Primero fueron a por Verratti y no solo no le ficharon, en una clara derrota ante el PSG, sino que el jeque se vengó cogiendo a Neymar en la operación más cara de la historia del fútbol. Precisamente en ese movimiento el Barça quedó tocado y más después de asegurar día tras día que Neymar se quedaría. Famosa fue la frase de Jordi Mestre, vicepresidente del club: "Neymar se queda en el Barcelona al 200%". Más tarde, todavía con el trauma del fichaje, bromearía al decir que "ese día me dejé lo del 22".
La única incorporación de renombre que el Barça ha hecho ha sido la de Paulinho, de 29 años, por el que los catalanes pagaron 40 millones de euros al Guangzhou Evergrande -además de Semedo y Deulofeu-. Ese fue el precio que el equipo chino pidió de inicio y, tras un mes de negociaciones, los culés fueron incapaces de rebajar en un euro la operación. Acabaron pagando lo que les pedía un débil equipo en el mundo del fútbol. Para más inri, la Juventus fichó a un jugador similar pero mejor, Matuidi, por 20 millones.
También ha fallado Seri, con el que habían cerrado todo pero al final los responsables técnicos desecharon su fichaje (en clara descordinación entre unos y otros), e Iñigo Martínez, petición de Valverde que todavía no llega. Y tampoco están cerrados los dos objetivos prioritarios tras recibir los 222 millones de Neymar: Coutinho y Dembélé. Los dos están apartados por sus equipos hasta que se resuelva su futuro, los dos se han revuelto contra sus equipos, pero el Barça no pone lo que Liverpool y Dortmund piden por ellos (100 mínimo por cada uno).
Por si fuera poco, parte de la plantilla ha expresado en público su disconformidad con la directiva. Ese es el otro Barça, el bando más popular y más relevante ya que son los jugadores: los que dan la cara, los que más simpatías crean y, en definitiva, los que juegan y determinan el estado global de la institución. Lo hizo, entre otros, Busquets, pilar básico del actual Barcelona, que pidió más fichajes. También Piqué, que lanzó varios dardos a su directiva por la operación Neymar. La venganza no tardó mucho. Pep Segura, mánager deportivo, criticó al central al asegurar que "su error ha sido determinante" en la Supercopa de España.
El fallido 'se queda' de Piqué
Hay tantas versiones del gran hit futbolístico del verano que es entendible que cualquier aficionado se haya mareado solo al intentar saber cuál es la verdadera razón por la que Piqué puso el famoso 'se queda'. El catalán agarró a Neymar en la concentración en Estados Unidos, se hicieron una foto y puso en sus redes sociales ese mensaje. Eran los días en los que los rumores sobre la marcha del brasileño al PSG parecían más creíbles. Por ese tuit Piqué se ganó los elogios de prácticamente todo el barcelonismo, que catalogó al catalán de "presidente" y "verdadero defensor del club". Nadie sabía que eso acabaría siendo mentira.
Una vez ya pagados los 222 millones de la cláusula y con Neymar en París, el jugador aseguró que pidió a Piqué no poner ningún mensaje, ya que no tenía claro todavía su futuro. "Le dije que no había tomado una decisión", explicó el brasileño. En cambio, el central le contradijo y dijo días después que cuando él puso el 'se queda' "ya sabía que Neymar se iba". Con tantas diferencias de criterio, apareció la boda de Messi como lugar en el que se cocinó la huida del brasileño. Ese 30 de junio (23 días antes del 'se queda') Alves habría convencido a su compatriota para irse con él a París.
Cuando toda la plantilla sabía que un jugador tan importante como Neymar se iba (así lo aseguró Piqué), el único que no conocía las intenciones del brasileño era Ernesto Valverde, que explicó que él se enteró el día de antes, cuando el propio jugador se lo dijo.
El papel de Ernesto Valverde
Ese desconocimiento en el adiós de Neymar es uno de tantos desplantes silenciosos que ha tenido Valverde tanto de su plantilla como de la directiva como del entorno culé. El entrenador no cuenta para nadie en ninguno de los debates que centran la actualidad del Barça.
Ya lo dijo él: "Los nombres que salen de jugadores no son peticiones expresas mías. No son unas cuestiones personales del entrenador sino que es una cuestión del club". Valverde, con un perfil bajo ya conocido antes de llegar al Camp Nou, ha quedado sepultado por todos los problemas internos. En un club, donde el único tema era el balón, ahora nadie habla del estilo del técnico extremeño, de la forma en la que jugará su equipo, del planteamiento táctico...
Además, tal y como se vio en algunos vídeos colgados en las redes sociales, Valverde se ha encontrado con jugadores poco propicios a entrenar. Especialmente ha sido el caso de Piqué, 'cazado' sin calentar mientras sus compañeros sí lo hacían en dos ocasiones diferentes, demostrando el actual estado de algunos jugadores, desconectados de su trabajo. Hasta le tuvo que llamar la atención Valverde, que puede ser la cabeza de turco en un futuro.
El dilema Iniesta
Tiene tantos problemas el Barcelona que la no renovación de Iniesta está ocultada y es otro tema importante para el futuro. El de Fuentealbilla acaba contrato en junio de 2018, por lo que esta temporada podría ser la última en el Camp Nou. Con 33 años tiene una gran duda: alargar su estancia en el Barça, donde le darán facilidades ya que es una leyenda, pero con el riesgo de acabar engullido por las novedades, o irse a un equipo de menor exigencia al aceptar que ya no está al nivel que se pide en un equipo como el Barcelona.
Además, Iniesta es el capitán de este Barcelona (acompañado por Messi, Busquets y Mascherano), pero a vistas de los acontecimientos parece que su papel es el de mero observador. También en el Camp Nou se echa de menos una figura como Puyol que iba más allá de lo que pasaba en el campo.
Messi se resiste a renovar
La (no) renovación de Leo Messi es otro espectáculo grotesco en Barcelona. No ya por un final más que previsible del argentino (el sí a seguir en el Barça) o las intenciones positivas de ambas partes, sino por la forma en la que están llevando el asunto.
A inicio del mes de julio el Barcelona anunció que Messi ampliaba su contrato hasta 2021 y que se esperaba a su incorporación después del verano para rubricar el acuerdo. Ha pasado un mes desde que Messi comenzara la pretemporada y no hay firma oficial aun.
El esperpento en este caso viene por parte de la directiva. El presidente Bartomeu aseguró en una entrevista a la ESPN que Messi ya había firmado y días después, en la presentación de Paulinho, su vicepresidente Mestre aseguró que "Messi no ha firmado todavía la renovación". Y es así. Firma no hay. Y tiene que haber porque su contrato acaba en menos de un año.
El excelente momento del Madrid
Si el equipo de Zidane estuviera en otra situación, la idea de fracaso no estaría tan presente en Barcelona. Al final, la comparación siempre está presente entre los dos grandes del fútbol español. Al Barça le puede ir mal, pero si al Madrid no le fuera tan bien los culés no estarían pasando por esta crisis.
Todo esto, unido a otras acciones pasadas como los no fichajes de jugadores como Asensio, al que no le contrataron por no querer pagar cuatro millones de golpe, ha cansado a mucha de la hinchada culé, aunque no hay que olvidar que la actual directiva, con Bartomeu al frente, fue elegida claramente en las urnas hace dos años y con Laporta como rival.
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