Hace cinco años que Pep Guardiola se fue del Barcelona y seis de su última Copa de Europa. Entonces era posiblemente el mejor entrenador del mundo, admirado por todos los estamentos del fútbol. Era un inventor, un adelantado a su tiempo. Tenía piropos cada día. Era tan idolatrado que se emborrachó de elogios sin saber seguramente que aquello era pasajero. [Narración y estadísticas: Mónaco 3-1 Manchester City]
En 2017, y tras tres años en los que no fue capaz de llevar al Bayern a una final cuando el equipo alemán lleva tres finales en los cuatro años anteriores a Guardiola, el técnico catalán ha completado el peor de sus días como entrenador, seguramente por encima de las ya varias goleadas que ha encajado. Ha sido incapaz de clasificar al Manchester City, un equipo que venía de jugar semifinales, para los cuartos, y se queda en el camino no cayendo ante un grande de Europa (un Madrid, un Bayern, un Barça, un Atlético...). Cae ante el Mónaco, un muy buen Mónaco, pero que no deja de ser un equipo de segunda fila europea.
A Guardiola se le acabó el fútbol de tanto usarlo. Tanta filosofía, tanto querer innovar, tanto discurso, a veces, victimista y engañoso (que si el Mónaco tiene más experiencia, que si fueron finalistas en 2004, que si sus jugadores todavía no conocen la Champions...) acabó con un fracaso, el mayor en su carrera como entrenador. Un City que regaló 50 minutos en el Luis II se estrelló en el Principado y lo hizo con una imagen muy mediocre, de equipo pequeño. No olviden que el Manchester City se gastó este verano 213 millones de euros y que venía de jugar una semifinal de Champions, perdida ante el posterior campeón, el Madrid, con un solo gol en una jugada aislada.
Guardiola fue contratado para dar un salto de calidad al City, para hacerle más grande, para darle ese toque que un gran entrenador tiene que tener. Y lo que ha acabado haciendo es empeorar al equipo. Tiempo tendrá para mejorar, es indudable que todo no se podrá hacer en un año, pero distinto es no ganar la Champions pero caer con honor, que perder en octavos ante el Mónaco sin dar sensación de gran equipo en ningún momento.
Al Luis II llegó con un 5-3 de la ida que fue la expresión de una locura futbolística. A domicilio, quedó anulado por un Jardim, técnico del Mónaco, que corrigió todos los errores del partido en el Etihad. Y eso que no tenía a Falcao, lesionado. El Mónaco se puso rápidamente 2-0 (goles de Mbappe, la perla francesa, y Fabinho, exmadridista) y mareó durante toda la primera parte al City, que no sabía ni donde estaba ni como moverse. La cosa cambió en el segundo acto, con un City más estirado, más peligroso, con un Agüero fallón y con un Mónaco bajando esfuerzos y líneas. A los de Guardiola les llegó el premio con un gol de Sané (2-1), tanto que les daba la clasificación.
Pero entonces al City le mató lo que le lleva matando todo el año: la defensa. A balón parado marcó Bakayoko de cabeza (3-1) y dejaba fuera a Guardiola. No tuvo entonces reacción el City. Un equipo decepcionante, que retrocedió a los años en los que se quedaba en octavos o en primera fase de Champions. La tan criticada herencia de Pellegrini acabó siendo despedazada por Guardiola. El catalán la ha empeorado y deja a los ingleses con mucho que mejorar para un futuro, pero fracasando en el pasado.
Es indudable la aportación de Guadiola al fútbol. Sus ideas trajeron algo nuevo a este deporte, le dieron más acción y fue una especie de modernidad. Pero no todo son ideas, poner a un defensa en el centro del campo o innovar cambiando posiciones y jugadores. Al final, el fútbol es lo que es, ganar, y si no lo haces, no estas haciendo bien tu trabajo. Guardiola no lo hizo y se llevó el gran batacazo de su carrera. Eliminado en octavos de la Champions ante el Mónaco después de tres años en los que no cumplió en las grandes citas de Alemania.
En marzo, en el coqueto Luis II, un estadio tradicional de Europa (albergó durante muchos años la Supercopa de Europa), Guardiola cayó en su trampa y dejó una pobre imagen. Ni los más 'guardiolistas' podrán defender a su profeta. Esto no tiene defensa racional y decir que ya no está en el top mundial de técnicos es sencillamente decir la verdad.
Pep ya no tiene a Messi. Ni a Iniesta. Ni a Xavi. Y sin ellos le costó mucho ganar. Pasan los años y su grandeza baja. Ya no es el mejor entrenador del mundo. Ni se acerca. Es un técnico que cae en octavos de Champions. Como Wenger. O como los Schuster, Capello, García Remón y Pellegrini que tuvo el Madrid hace ahora una década.
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