El St. Pauli es un club particular, con una afición ‘diferente’ -tradicionalmente de izquierdas- y también, obviamente, con un técnico ‘raruno’, que diría Joaquín Reyes. Sólo así se puede explicar lo ocurrido este miércoles, día en que la directiva había previsto dar la bienvenida a su nuevo centrocampista, Marvin Ducksh, procedente del Borussia Dortmund. Una presentación, en teoría, normal. Pero sólo en teoría. Porque su técnico, Ewald Lienen, no pudo acudir. ¿Y qué hizo el director deportivo, Thomas Meggle? Pues imprimir una careta con su rostro y colocársela a otro empleado, que posó junto al jugador. ¿Surrealista? No tanto…

Ewald Lienen, en realidad, siempre fue un poco particular. Ya en su etapa como futbolista, con su melena al viento y su gesto serio, protagonizó la que quizás es una de las imágenes más impactantes de toda la historia del fútbol. Y lo hizo como jugador del Arminia Bielefeld, en un enfrentamiento contra el Werder Bremen. Entonces, Siegmann, lateral rival, en el minuto 20, le pegó una patada -tal cual- y lo dejó tirado en el suelo, quejándose y asustado tras ver su herida y prácticamente el hueso de su pierna. Por suerte, aquella raja de 25 centímetros se resolvió con 23 puntos de sutura y 17 días de baja.

Ewald Lienen's Horrifying Injury



Siegmann, después de aquella entrada, recibió amenazas de muerte -también tal cual- y posteriormente decidió hacerse budista. Su paz tan solo llegó años después, tras hablar con Ewald Lienen y pedirle perdón. El otro ‘causante’ de aquella entrada, Otto Rehhagel, entrenador por entonces del Werder Bremen, reconoció haberse puesto un chaleco antibalas en su siguiente partido en Bielefeld.



A su historia como jugador se le une su también prolífica -en todos los términos- carrera como técnico. Ewald Lienen fue asistente de Jupp Heynckes en el Tenerife y entrenador de Hansa Rostock, Colonia, Gladbach, Hannover, Arminia, Panionos, AEK, Olympiacos, Otelul (Rumanía)… Y suma y sigue. Desde 2014, entrena al St. Pauli, equipo de Segunda división. Sin duda, un técnico tan particular como su afición. Ahora, careta y rostro de su club. Y déjenle tiempo. 

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