Todo nuevo gobierno que desembarca en la Casa Rosada de Argentina promete acabar con las ‘barras bravas’, ultras o ‘hooligans’ del fútbol profesional, que llevan décadas arruinando ese espectáculo y ahuyentan a muchos argentinos de los estadios.
Tanto es así que los partidos de la liga se disputan desde 2013 ante una sola de las dos aficiones en las gradas, la del equipo local. Los simpatizantes del club visitante tienen prohibido concurrir. Es un intento de evitar los choques entre ambas hinchadas.
La Asociación del Fútbol Argentina (AFA) impuso esa restricción después de que Javier Gerez, un hincha del club Lanús, muriera tras recibir un balazo de goma disparado por policías bonaerenses que trataban de dispersar a los hinchas a las afueras del estadio “Ciudad de La Plata”.
Fue una víctima más. La número 312 en la lista de argentinos que han muerto por la violencia que envuelve al balompié, bien sea por parte de las ‘barras bravas’ o de la represión policial, según la contabilidad que lleva la ONG "Salvemos al Fútbol".
La ausencia de hinchada visitante, de todos modos, no ha erradicado los enfrentamientos. Al igual que la ‘barra brava’ del equipo local se apodera de la grada, también es frecuente ver a sus miembros, borrachos y drogados, combatir entre ellos durante el partido.
Las batallas campales suelen deberse a disputas de poder en torno a los negocios que manejan, en connivencia con los dirigentes y muchos políticos. Desde la venta de drogas en el estadio, chiringuitos con sándwiches y refrescos, hasta el cobro ilegal de aparcamiento en los alrededores.
La aventura de dejar el coche cerca de la cancha obliga al automovilista a aceptar la extorsión del “barra brava” de turno apostado en ese sitio. Hay que pagarle por lo menos el equivalente a 12 euros si uno quiere preservar la integridad del vehículo.
Mauricio Macri, el mandatario liberal que gobierna en Argentina desde diciembre tiene una fuerte experiencia futbolera pues presidió el club más popular del país, Boca Juniors, y ha conocido de cerca a los sujetos de “La Doce”, la barrabrava de los xeneizes.
No obstante, ha empezado a mover piezas. Primero apoyó la intervención, vía junta normalizadora, de la Asociación del Fútbol Argentina (AFA), que se encuentra en la bancarrota económica, pese a que cada año recibía el equivalente a unos 100 millones de euros de fondos públicos.
Y esta semana ha iniciado en fase experimental el plan “Tribuna Segura”, una operación de seguridad, con efectivos de gendarmería y prefectura a las puertas de los estadios que controlan el ingreso de la gente e intenta filtrar a los violentos.
Todos los simpatizantes deben detenerse ante el cerco de uniformados para presentar el billete de entrada y el documento nacional de identidad. Entonces cada DNI es escaneado mediante una comunicación de teléfono móvil en consulta a una base de datos.
Si en la pantalla del móvil aparece una luz verde indica que la persona puede seguir camino a la cancha. Pero si aparece una luz roja significa que ese hincha no ingresa pues tiene antecedentes policiales y hasta puede que pese sobre él un pedido de captura.
En cualquiera de los dos casos, los uniformados apartan al individuo del grupo y lo llevan hasta una tienda de campaña montadas en el lugar, de cara a ahondar la pesquisa y resolver qué se hace con él.
“El Estado argentino, con el presidente Mauricio Macri, va a terminar con los ‘barras bravas’”, ha proclamado la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “El presidente nos dijo que en el fútbol hay que ir despacio y los pasos deben ser concretos”, confió respecto a la estrategia.
El experimento ha echado a andar en el partido Huracán y Quilmes, empatado 1-1 por la segunda fecha del torneo de primera división. Medio centenar de uniformados montó guardia y filtró apenas a cinco ‘barra bravas’ de “el globo”.
La mayoría de sujetos de la ‘barra brava’ de Huracán consiguió eludir los controles e ingresó a la tribuna “Más o menos se demora entre cinco y diez segundos a cada hincha para chequear sus datos”, confió uno de los gendarmes apostados en la calle.
“El fútbol está enfermo y se ha generado una situación de descontrol. Tenemos que volver a tomar el control con medidas de fondo y estructurales. El resultado de todo eso es que los visitantes y toda la familia vuelvan a la cancha", sostuvo el secretario de seguridad en el fútbol, Guillermo Madero.
Sin embargo, en el partido jugado en La Bombonera’ entre Boca Juniors-Belgrano (3-0) el plan “Tribuna Segura” no surtió el efecto esperado. Rafael Di Zeo, el capo de “La Doce” que purgó una condena por intento de homicidio de hinchas de Chacarita Juniors, mostró su DNI y pasó sin problemas.
No figuraba en la lista de rechazo de admisión que los directivos de Boca –aliados de Macri- entregaron a los uniformados. Y otro “barra brava” boquense, Mauro Martín, que fue enjuiciado por trompear a un vecino hasta matarlo y resultó absuelto, tampoco tendrá obstáculos en ir a la cancha. O sea, nada cambia…
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