Argentina, el jueves por la noche, estaba rota. Tras empatar contra Islandia (1-1) y caer con estrépito frente a Croacia, veía el abismo, se precipitaba hacia un pozo sin fondo. La eliminación la tenía cerca, muy cerca. Difícil atisbar algo de claridad en la mirada. Messi, con los brazos en jarra; Mascherano, en zona mixta, con lágrimas en los ojos; Willy Caballero, tras su error garrafal, hundido; Sampaoli, totalmente cuestionado; y la selección, en su conjunto, hundida. Qué desastre. Sin embargo, la cara de todo el país ha cambiado este viernes por la tarde. De pronto, una sonrisa, algo de esperanza.



El país, de pronto, paralizado un día después… y no para ver a su selección. Una victoria de Nigeria le daba la vida, la dejaba con posibilidades de pasar, la hacía depender de sí misma. Y ocurrió. Musa –o, desde hoy, Lionel Musa–marcó dos tantos. En el primero, después de un córner de Islandia, Nigeria montó una contra y el delantero controló la pelota y la enganchó para mandarla a la escuadra. Después, mandó otro balón a la escuadra y un último a las redes tras irse de tres rivales.



Argentina entera celebró los goles y después, echó cuentas. Aunque, en realidad, son bastante sencillas. Si gana y su diferencia de goles mayor que la de Islandia, habrá ganado; si empata, depende de lo que ocurra en el otro partido. Con una condicionante: Croacia, clasificada, jugará con los suplentes. Y eso puede beneficiar a Islandia, que ganará. Es decir, a la albiceleste sólo le queda conseguir la victoria y estará en octavos.

Noticias relacionadas