No era un día cualquiera. Sí, suena a tópico, pero así era (y así fue). En Sevilla se puso a llover, Simeone se colocó un chándal -no acostumbra- y el Atlético de Madrid, primero en la clasificación hasta este domingo, cayó. Y eso sí que es noticia. El conjunto colchonero, por primera vez en toda la temporada, sufrió una derrota. Un dato que pone en valor lo hecho por el Sevilla, que se mete de lleno en la pelea por la Liga -ahora sí, de cuatro- y que firma un inicio de campaña espectacular en todos los sentidos: a un punto del Real Madrid y segundo en su grupo de Champions League, empatado con la Juventus. Es decir, mejor, imposible [Narración y estadísticas: 1-0].
La tarde fue extraña en todos los sentidos. No sólo por la lluvia, sino también por el resultado y por el jugador que decidió el partido. Porque, lo habitual, en condiciones normales, es que hubiera marcado Nasri. O Vietto. O Vitolo. Pero no, el autor del gol fue N’Znonzi, que hizo su primer tanto esta temporada y, además, lo logró con una cabalgada que ni él se hubiera imaginado. Y, a partir de ahí, ya no volvió a existir el Atlético de Madrid. Lo intentó de todas las maneras, pero no fue capaz de darle la vuelta al marcador en, quizás, su peor partido este curso.
El gol, sin embargo, tardó en llegar. Ante un partido de estas características, tan igualado, se pueden dar dos escenarios. El primero tiene que ver con lo que espera el aficionado: goles, ocasiones y espectáculo. Algo parecido a lo que ocurrió el sábado en Valencia. Sin embargo, es más común que se dé el segundo. Ese en el que los contendientes se estudian, se analizan y se mantienen al acecho hasta encontrar su momento. Es decir, lo que sucedió en el Sánchez Pizjuán. Allí, el Sevilla intentó tomar el mando desde el principio, pero se fue a la caseta con tan solo una ocasión clara: un cabezazo de Nzonzi que se marchó por encima de la portería de Oblak. Y lo mismo le sucedió a un Atlético que, sin arriesgar, estuvo a punto de llevarse una buena ventaja al descanso tras sendas ocasiones de Gameiro y Correa.
Así, la primera mitad quiso acabar con más amarillas (cinco entre los dos equipos) que ocasiones de gol. Un escenario que intentó cambiar el Cholo Simeone sustituyendo a Correa por Gaitán en el descanso. Sin embargo, no lo consiguió. El Sevilla fue mejor en el comienzo de la segunda parte y terminó llevándose la victoria. Lo intentó primero Nasri, que estrelló el balón en el palo, y después lo secundó Vitolo, pero ninguno encontró las llaves.
El que sí lo hizo fue N’Zonzi. En una jugada de esas en las que no se atisba peligro, de esas en las que no se espera nada, el Sevilla sacó de banda, el francés se la dejó a Vietto y éste, a su vez, hizo lo propio para que el centrocampista batiera a Oblak con una definición que firmaría cualquier delantero centro. Y fin de la historia. Su tanto y la expulsión de Koke por doble amarilla -la segunda, demasiado rigurosa- acabaron con las esperanzas del Atlético. Porque sí, aunque el conjunto del Cholo lo intentó con Torres, Gaitán y con quien estuviera dispuesto a poner de su parte, el Sevilla resistió. Y, a estas alturas, es segundo a un punto del Madrid. La Liga, en cualquier caso, parece de cuatro. Y ojalá y lo sea por mucho tiempo.
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