Todavía no ha tenido un solo día de descanso desde que el pasado mes de octubre ganó su quinto título de campeón del mundo, el tercero en MotoGP en cuatro años. Compromisos con los patrocinadores, galas, la segunda edición del Allianz Junior Motor Camp y hasta ha llegado a rodar con Fernando Alonso en el Honda Racing Thanks Day, el evento que anualmente organiza la fábrica del ala dorada con todos sus pilotos en el Twin Ring Motegi, donde selló el título hace casi dos meses.
Marc Márquez (17 de febrero de 1993, Cervera, Lleida) ya piensa en 2017 y repasa con EL ESPAÑOL una temporada en la que ha tenido que pelear más contra él mismo que contra sus rivales para lograr su objetivo: ser de nuevo campeón.
Usted dijo que el nuevo motor de 2017 no soluciona los problemas de aceleración y que es idéntico al de 2016 cuando comparas las telemetrías, ¿se avecina una pretemporada tan complicada como la pasada?
Se avecina una pretemporada en la que tendremos que trabajar, pero ya lo sabíamos y no nos pilla por sorpresa. Cuando pruebas un nuevo motor siempre intentas ser optimista, pero sabíamos que había esta posibilidad. Tenemos que seguir trabajando porque vimos que el nuevo motor cambia algunos aspectos pero hay muchos que aún faltan. En 2016 gastamos toda la pretemporada en la electrónica. Ahora tenemos una base y ahora falta trabajar en el motor y en la puesta a punto. Conocer ya la electrónica, nos facilitará un poquito el trabajo.
Usted comenzó la temporada con un podio en Qatar que celebró como una victoria, ¿cómo consiguió ser campeón?
[Risas] Hubo un cambio de mentalidad. Un tercer puesto, que antes era un fracaso, lo celebré como una victoria después de todo lo que habíamos sufrido en la pretemporada y tras el desenlace final de 2015. Ese cambio de mentalidad fue lo que me llevó a ser campeón.
Pero usted rinde más bajo presión…
Todo el mundo dice que la presión es un inconveniente, pero para mí es una ventaja porque te hace estar más atento y concentrado. La presión te hace ser más preciso y que no se te escape nada. Yo creo que funciono mejor bajo presión porque me gusta y sé convivir con ella.
Ese cambio de mentalidad al que hace referencia le llevó a aprender cuando tenía que saber conformarse, ¿cómo consiguió autocontrolarse?
Puedes ser un poquito conservador o tener esta mentalidad, pero al final tienes que arriesgar. Un piloto conservador no puede ganar el título. Al final hay puntos en los que tienes que arriesgar y en esos puntos te puede salir bien o mal, aunque este año me ha salido bien. Es complicado saberlo gestionar, porque a veces hacía segundo y pensaba ‘Si arriesgo un poquito más, el primero está ahí… Estos cinco puntos, al final de temporada, ¿qué pasará?’
¿Tiene la sensación de que ha luchado más contra sí mismo que contra sus rivales?
Muchas veces sí, porque tenía un cruce de cables dentro de la cabeza que era impresionante. Intentaba pensar de una manera y pilotar de otra; era muy difícil. Te aporta mucha confianza cuando vas sumando puntos y vas liderando el campeonato usando esa mentalidad. Es cuando te das cuenta que esa mentalidad funciona.
Esa forma de autocontrol, ¿le hizo perder la sonrisa?
Sí, pero más en pretemporada porque el tema muy difícil. Esta forma de autocontrol fue una obligación impuesta por la moto porque no tenía las herramientas para poder disfrutar, para poder hacer bien mi trabajo y poder atacar bien. Tenía que suplir estas carencias de otra manera.
Pero eso lo aprendió de 2015…
Sí, porque en 2015 tenía esas carencias pero yo estaba convencido de que sí podía.
¿Usted gana para hacer historia o para divertirse?
Ufff!, es una pregunta difícil [risas]. Yo gano para divertirme y disfrutar el momento, pero también para que la gente disfrute y se acuerde de mi nombre. Muchos pilotos han ganado mucho, pero otros que han ganado menos son más recordados por su pasión, entrega y agresividad. Puedes tener tantos títulos como quieras, pero tener el cariño de la gente y que seas recordado es lo mejor.
¿Cómo consigue salvar tantas caídas que parecen cantadas? Y no me diga que es una cuestión de suerte…
[Risas] ¡No lo sé! Creo que los codos ayudan mucho y también entrenar haciendo motocross porque tienes que improvisar todo el rato. Hacer motocross tiene su riesgo y no sería la primera vez que me he hecho daño. Si quieres mejorar, no lo vas a conseguir en el sofá de casa. No me gusta hablar mucho de las caídas porque al final te terminas haciendo daño.
Y usted también parece de goma.
Sí, pero detrás también hay una preparación en la que trabajamos mucho la flexibilidad. Es una ventaja que exploto bastante porque en 2016 hemos salvados muchas caídas que me podían haber complicado el campeonato.
¿Fue un alivio firmar la paz con Valentino Rossi en Montmeló?
Fue una cosa que se tenía que hacer. Yo lo hubiera hecho mucho antes porque hay que tener una relación de profesionalidad y de respeto. La situación del Gran Premio de Cataluña, con todo lo que pasó [la muerte de Luis Salom], sensibilizó a todo el paddock. Esto propició que después de la carrera, en la que estuvimos luchando entre nosotros dos, nos diéramos la mano. A partir de ahí, la relación y la tensión en los circuitos ha cambiado. Era una situación incómoda para todos, incluso para vosotros [en referencia a los medios de comunicación] a la hora de hacer preguntas. Al final, el tiempo pone a cada uno en su sitio y se van arreglando las cosas.
Pero a Rossi le costó 11 días darle la enhorabuena tras proclamarse campeón…
Es normal, pero lo importante es que lo hizo aunque fuera dos carreras después. Tampoco tuvo la oportunidad porque no habíamos coincidido y no era plan de enviarme un whatsapp [risas].
¿Qué aprendió del enfrentamiento vivido con Rossi al final de la temporada 2015?
Aprendí a ir a mi rollo, a ser yo mismo y a hablar en la pista, que es donde mejor te puedes expresar. Fuera de la pista hay muchos factores que condicionan esto, no está en tus manos y se te puedes escapar rápidamente.
¿Dónde se consigue el poder, dentro o fuera de la pista?
Creo que dentro. Yo, al menos, lo quiero tener dentro porque fuera de la pista no me interesa. Fuera de la pista puedes manejar el poder hacia dónde tú quieras, pero dentro de la pista el poder es sólo para uno.
¿Qué es lo que más le dolió?
La gente que te decía que eras el mejor y bla, bla, blaaa. Cuando pasó todo esto, raca-raca, cuchillos y venga. Eso pasa aquí y en todas las partes. Por eso me di cuenta que lo mejor era ir a mi rollo, con mi entorno y mi equipo; y a volar en la pista.
¿Qué le gustaría tener de Rossi?
Sobre todo, la experiencia y los títulos que tiene. Lo que está haciendo ahora es digno de admirar porque tiene 37 años y es uno de los favoritos para el año que viene.
¿Y de Lorenzo?
Siempre es él mismo y lo mantiene contra viento y marea. Siempre es sincero y dice lo que piensa. Dentro de la pista me quedo con ese martilleo y regularidad, con su vuelta a vuelta.
Por una cuestión generacional, el Márquez-Maverick va a ser el duelo de la próxima década…
Generacionalmente sí, pero el tiempo dirá. Si yo puedo estar ahí luchando, será buena señal. Maverick no ha empezado nada mal en Yamaha y en 2017 estará luchando por el campeonato. Sino el más duro, será uno de los rivales más duros.