Madrid

“¡Rafa! ¡Rafa! ¡Rafa”. Durante toda la tarde, hasta que el sol desapareció de la pista Manolo Santana, un caluroso himno acompañó a Rafael Nadal en su primer partido en el Mutua Madrid Open, muy mal jugado y sufrido hasta el extremo, aunque finalmente coronado con buena actitud, mucha garra y todo el amor propio del mundo, nada nuevo este año. Obligado a llenarse de barro hasta las cejas, el campeón de 14 grandes derrotó 7-6, 3-6 y 6-4 a Fabio Fognini en una guerra de 2h57m y se clasificó para los octavos de final, que disputará el jueves por la noche contra Nick Kyrgios, vencedor 6-3 y 6-3 del estadounidense Harrison, en un cruce que podría terminar siendo un incendio. [Narración y estadísticas]

“No es que haya jugado mal, es que he he jugado muy mal”, se arrancó el número cinco de mundo tras el partido. “Dentro de lo mal que he jugado, la actitud sí que ha sido muy buena. También las ganas de ganar. Eso ha estado a la altura, no así el nivel de juego”, prosiguió Nadal, completamente abierto a la autocrítica. “El análisis es simple: ha habido un rato que él ha jugado bien, otro donde los dos hemos jugado mal y en el tercer set el nivel ha subido mucho”, añadió el balear. “Si mañana vuelvo a jugar mal me iré a casa, pero ganar hoy me da la opción de intentar seguir adelante. Durante el año siempre hay partidos que uno juega mal. Los que uno juega mal y consigue pasarlos tienen un valor mucho más importante porque te hacen más fuerte mentalmente”, cerró el español.

“No ha jugado bien”, coincidió Carlos Moyà, uno de los entrenadores de Nadal junto a la puerta del vestuario. “Más allá de ganar o perder, reconocer cuando no juega bien es algo que le permite seguir mejorando. Hay cosas negativas de hoy, pero lo positivo es que ha ganado”, añadió el ex número uno del mundo. “Competir es lo que está haciendo mejor este año. Eso es algo muy difícil: ganar jugando bien es fácil, como le pasó con Thiem, pero hoy no era nada sencillo ganar por las circunstancias”, insistió el técnico balear. “Siempre le digo que los dos primeros partidos hay que ganarlos sea como sea y luego ya se pondrá a jugar bien. Hasta ahora ha sido así”.

Desde el primer momento, y a diferencia de lo que ocurrió en el último encuentro que ambos jugaron hace unas semanas en las semifinales de Miami, Fognini estuvo por la labor de bailar y lo que ocurrió fue que durante un buen rato del partido le bailó a Nadal en la cara. De línea en línea, lo habitual cuando al italiano le va todo a favor, el número 29 mundial atacó el partido escupiendo misiles por su raqueta que el español no tuvo forma de parar, de inicio muy nervioso, un punto lento en sus movimientos y bastante desatinado con el revés. 

Nadal, devolviendo una bola ante Fognini. Felipe Sevillano Mutua Madrid Open

Así llegó a tener Fognini pelota para 4-1. Así se recuperó cuando Nadal le devolvió el break (3-3), se puso por delante y tuvo una bola de set al resto (5-3) que el mallorquín anuló milagrosamente. Así sacó con 5-4 por el set y el balear le arrebató el servicio. Así se procuró otras tres pelotas de rotura (5-5, 0-40), que le habrían dejado sacando de nuevo por la primera manga. Todas esas ocasiones, sin embargo, quedaron en nada: la irregularidad de Fognini, tan capaz de construir una obra de arte como de pintar un churro, y el olfato de Nadal para interpretar que había sangre a la vista hicieron el resto.

“Todo se resume en una cuestión de nervios”, aseguró Moyà, que sufrió horrores sentado en el banquillo, viendo cómo Nadal se deshilachaba en errores no forzados. “Cuando está nervioso sus reacciones son más torpes, no pega con el mismo impacto a la bola, no apoya igual, está pendiente de mil cosas y no tiene claridad mental para ir por el buen camino. Sobreponerse a eso es muy difícil y él lo ha hecho”, se despidió el entrenador del mallorquín.

Pese a perder la primera manga, Fognini siguió haciendo un tenis delicioso, un gusto para el paladar de los aficionados cuando le salió bien, un desastre cuando no vio portería. Crecido al verse ante un público que le gritó de todo, el italiano se desató: no hubo ningún truco que Fognini se guardase para más adelante. Con todos sus tiros al descubierto (bote prontos, dejadas milimétricas, tiros a la cruceta…), el italiano empató el partido y citó al mallorquín en una tercera manga para cabezas fuertes y corazones calmados.

Como Nadal domina mejor que nadie esos dos aspectos del juego, como hay pocos que le puedan ganar en ese terreno, el español controló el parcial decisivo hasta que tuvo que cerrarlo con 5-2 y perdió su saque, forzándose a abrochar el triunfo al resto. En un día de viento descontrolado, la desorbitada agresividad de Fognini (48 ganadores por 47 errores no forzados), dispuesto a jugarse todas las bolas, acabó sin premio ante un rival que ahora gana aunque no juegue bien y los motivos están bien claros: la confianza y la inercia ganadora que trae tras ganar en Montecarlo y Barcelona. 

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