Con 16 años y ocho meses, Christian Garín se convirtió en el chileno más joven en ganar un partido ATP al vencer a Dusan Lajovic en la primera ronda del torneo de Viña del Mar en 2013. Ese precoz resultado lanzó al adolescente a un mundo desconocido de expectativas y comparaciones (Marcelo Ríos o Fernando González, dos de los más grandes de su país) que le costó digerir, pese a que en junio de la misma temporada celebró el título de campeón júnior de Roland Garros. A partir de entonces, Garín vivió de todo: intento de ascensión a la élite, principio de estancamiento y la decisión de mudarse a Mallorca para trabajar en la Rafa Nadal Academy, donde ha empezado a despegar con 21 años. El martes, el chileno jugará su primer encuentro en el cuadro final de Wimbledon, que es también su debut en un Grand Slam, después de superar la fase previa (venció 4-6, 7-6, 6-4, 4-6 y 12-10 a John-Patrick Smith en la última ronda), una prueba para tipos duros.
“Cuando llegué aquí me notaba jugando muy bien, pero pasar la fase previa es algo muy complicado porque había grandes jugadores”, explicó el chileno a este periódico antes de estrenarse en Wimbledon contra el estadounidense Sock. “Estar en el mejor club del mundo se me hace un poco raro, aunque es increíble. Todo esto me motiva para seguir haciendo las cosas bien, para cambiar lo que más me cuesta”, añadió. “Quizás, no he conseguido los resultados que esperaba, pero poco a poco el esfuerzo va dando sus frutos. Ahora quiero aprovechar al máximo esta oportunidad”.
Tras destaparse, Garín sufrió en la difícil transición al profesionalismo. El chileno, que acabó 2014 entre los 300 mejores del mundo, no le dio continuidad a la escalada en 2015, mezclando buenas actuaciones con otras bien discretas. Su forma de arreglarlo fue mudarse a Barcelona y ponerse en manos de Javier Dudu Duarte, uno de los entrenadores responsables de la conquista de la primera Copa Davis para España (2000) y técnico durante muchos años de Pablo Carreño. Tras una buena etapa, en la que consiguió cuatro títulos Futures, el chileno tomó la decisión de asentarse en Mallorca para trabajar en la Rafa Nadal Academy, supervisado por Toni Nadal y en manos de Tomeu Salvà y Joan Bosch, dos de los mejores entrenadores del centro.
“La academia tiene unas instalaciones increíbles”, celebró Garín, que en noviembre de 2016 consiguió el título en el Challenger de Lima. “Por la mañana suelo hacer gimnasio, hago dos o tres horas de tenis e intento comer allí para seguir la jornada por la tarde, pasando otro par de horas en la pista. Casi todos los días son parecidos. Se hace muy fácil porque hay de todo, cualquier cosa que uno necesite para poder mejorar está allí”, prosiguió el chileno. “Al margen, los entrenadores y los preparadores físicos intentan ayudarme en todo. Eso se agradece mucho. Quizás no he mejorado mucho en mi ranking, pero me siento mejor como jugador dentro de la pista. Noto que en cualquier momento puedo hacer dar el salto. Tengo que estar ahí cada semana porque la ocasión puede aparecer y debo estar listo para cogerla”, avisó.
“Es un jugador que tiene cosas muy buenas y otras menos buenas, que necesita mejorar. Por ejemplo, la capacidad de ser más estable y más regular mentalmente”, dijo Rafael Nadal, vencedor 6-1, 6-3 y 6-2 del australiano Millman en la primera ronda de Wimbledon. “Puede competir bien contra muchos contrarios de gran nivel, como ha demostrado ganando a buenos rivales. También es verdad que combina eso con malas semanas. Si uno quiere estar arriba, si quiere luchar por ser realmente tenista, hay que hacer el esfuerzo de intentar estabilizarse”, siguió el campeón de 15 grandes. “Esta semana ha sido muy positiva porque pasar la previa en Wimbledon es muy complicado. Ojalá pueda disfrutar del partido, pero también competir bien. Tiene un potencial alto y lo tiene que aprovechar. Muchas veces se lo digo, que está preparado para dar un salto hacia delante y ser un tenista profesional durante muchos años”, cerró el mallorquín.
“Rafa me aconseja mucho en el tenis, pero también es un referente para mí”, le siguió Garín, que compartió tres días de entrenamientos sobre hierba con Nadal en Mallorca y después uno en Londres. “Siempre lo veo por la tele jugar, que esté está cerca me ayuda mucho y se lo agradezco. Para mí es un orgullo”, aseguró. “Se me ha hecho un poco difícil jugar Challengers y ser constante, pero cuando él me ayuda me motivan mucho más a seguir. Han sido un gran apoyo, sobre todo estas últimas semanas que han sido difíciles”, reiteró. “Me pudo un poco la presión. También es cierto que los jugadores hoy se mantienen jugando hasta mucho más tarde que antes. Hay tenistas que están a su mejor nivel pese a la edad. Eso nos condena a los más jóvenes, aunque no es una excusa” prosiguió el 220 mundial, que ha visto a compañeros de su generación (Alexander Zverev o Borna Coric) hacerse un hueco entre los mejores. “Yo he cometido errores que han frenado mi progresión, pero no es algo que me tenga que recriminar ahora. Sé que me quedan bastantes años en esto y tengo tiempo. Estar aquí en Wimbledon me ha hecho despertar. Mi ilusión para llegar más lejos sigue creciendo”.
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