Lo vieron unas 500 personas en el selecto club de Hurlingham. Casi dos años después de jugar su último partido en hierba, Rafael Nadal volvió a competir sobre una superficie que le ha visto coronarse dos veces en Wimbledon (2008 y 2010), alcanzar cinco finales consecutivas en el tercer grande de la temporada (2006-2011) y sufrir luego para conseguir volver a ser un buen jugador sobre césped (2012-2015).
Tras renunciar al torneo de Queen's después de ganar en Roland Garros, el español ideó una preparación distinta de Wimbledon, que incluía una semana de entrenamientos en Mallorca, una segunda en Londres y dos partidos de exhibición en Hurlingham.
En su primer encuentro, que jugó este miércoles contra Tomas Berdych, el número dos acabó derrotado (3-6 y 2-6), pero se llevó varias conclusiones para continuar con la puesta a punto (jugará de nuevo el viernes ante Tommy Haas) antes de su debut en Wimbledon, que será la próxima semana.
FALTA DE AUTOMATISMOS
Nadal no jugaba en hierba desde el 2 de julio de 2015, cuando cayó en la segunda ronda de Wimbledon con Dustin Brown. Así, y pese a llevar más de una semana entrenándose en césped (primero en Mallorca, luego en Londres), el número dos del mundo echó en falta los automatismos que solo da la competición. El mallorquín fue capaz de conectar algunos buenos golpes contra Berdych, pero le faltó continuidad para jugar sin pensar, de carrerilla como acabó haciendo en sus últimos torneos en tierra batida. Traducido sobre la pista el significado es claro: tener las ideas claras para salir de las situaciones complicadas que aparecen en cualquier encuentro.
MANOS RÁPIDAS
Nadal no logró romperle el saque a Berdych en todo el partido (tuvo dos pelotas de rotura con 1-1 en la primera manga), pero sus mejores momentos de la tarde llegaron al resto. Bien cerquita de la línea de fondo, donde dice la estadística que hay que colocarse para devolver los servicios contrarios en césped, el mallorquín exhibió sus reflejos, que a los 31 años siguen siendo muy acertados. Fiado a sus manos rápidas, Nadal fue a buscar la pelota con decisión y conectó algunos restos que dejaron a su rival viendo pasar la bola como un espectador más.
JUEGO EN LA RED
El campeón de 15 grandes buscó irse hacia delante cada vez que tuvo la oportunidad, seleccionó siempre bien qué jugada le pedía a gritos colgarse de la red y demostró que su evolución en la volea es buena. A Nadal, sin embargo, le faltó ser definitivo en la cinta, no darle la opción a Berdych de responder sus acometidas, algo que sucedió muchas veces y que el checo aprovechó para superar a su contrario en esa zona decisiva de la pista.
PRECAUCIÓN
En la pista de Hurlingham, Nadal se encontró inseguro en una superficie resbaladiza que le obligó a echar el freno de mano por temor a hacerse daño en los desplazamientos. El español nunca se fue al suelo, algo habitual sobre hierba, pero sus apoyos estuvieron cargados de precaución, muy medidos en los radicales cambios de dirección que se realizan en hierba. Las bajas temperaturas del día (16 grados a la hora del cruce) tampoco ayudaron: históricamente el frío ha sido una tortura para los tendones del balear.
A LA BÚSQUEDA DE SENSACIONES
Tras llegar a Londres el lunes a mediodía, Nadal subió el ritmo de los entrenamientos y a la vez ganó calidad en esas sesiones preparatorias. El miércoles, cuando se entrenó con el ruso Khachanov antes de jugar en Hurlingham, el mallorquín había dado un paso al frente en su preparación para Wimbledon. La derrota en su primer encuentro de exhibición contra Berdych no hizo saltar ninguna alarma en el equipo del balear: Nadal decidió jugar en Hurlingham para familizarse otra vez con las sensaciones de la competición sumando horas en pista
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