¿Cómo se borran las dudas? Mirándolas a la cara. Tras caer estrepitosamente en su último torneo antes de Wimbledon (6-1 y 6-0 de la checa Strycova en la primera ronda de Eastbourne), Garbiñe Muguruza debutó con una buena victoria en el tercer grande del año (6-2 y 6-4 a la rusa Alexandrova), donde llegó a su primera final de Grand Slam en 2015 que confirmó su candidatura a los grandes títulos del circuito. La española, que se medirá en la segunda ronda a Yanina Wickmayer (6-2 y 7-5 a Kateryna Bondarenko), se sacudió la presión del estreno con un triunfo exprés que le robó una hora de su tiempo. [Narración y estadísticas]
“La verdad es que no me afectó nada el partido de Eastbourne porque no se dieron ni las condiciones ni mi tenis”, confesó la número 15 del mundo. “Es como si ese torneo no hubiera existido. Wimbledon es otra historia. Es un Grand Slam y estoy ilusionada porque es lo que me gusta”, siguió la española. “No esperaba jugar mi mejor tenis hoy, pero he conseguido la victoria. Me hubiese gustado tener mejores sensaciones en general, intentar ser más agresiva al resto o subir con mayor frecuencia a la red. Ha habido pocos peloteos en el partido y quizás venía más acostumbrada a jugar intercambios en los entrenamientos de estos últimos días”, añadió. “Son pequeños detalles”.
“La he visto muy bien”, reconoció Conchita Martínez, que durante Wimbledon trabaja con Muguruza después de que Sam Sumyk (su entrenador) tuviese que volver de urgencia a Los Ángeles por causas familiares. “Las primeras rondas en un grande son complicadas: hay tensión y hay nervios. Y lo ha sacado adelante de forma excepcional. Ha estado concentrada para salir de los momentos difíciles que ha tenido el encuentro”, añadió la ex número dos mundial, campeona del tercer grande del año en 1994. “Además, a casi todas las jugadoras les cuesta enfrentarse a alguien que no conocen. Garbiñe vio algún vídeo de Alexandrova en Youtube, de lo poco que hay, yo fui a verla entrenar y con eso hemos hablado para plantear el partido. Aunque al final… fijarte solo en lo tuyo es lo más importante”.
Alexandrova, una desconocida para la mayoría de los aficionados, ya demostró el año pasado que puede hacer cosas interesantes (venció a Ana Ivanovic en la primera ronda de Wimbledon), que nadie le ha regalado nada de lo que tiene. A los 22 años, la 75 del mundo se nutrió de buenos resultados en torneos inferiores, terminó la temporada celebrando la victoria en Limoges (venció a Caroline Garcia) y se asentó en el top-100, lo que le garantizó la entrada directa a los cuatro grandes sin tener que pasar por la fase previa.
Muguruza, que históricamente ha sufrido contra rivales nuevas, atacó su estreno con la decisión de la que se sabe favorita. Alejada de las contemplaciones, la española jugó sin medianías. Aunque no se disparó en golpes ganadores (acabó solo con 12), los tiros de la campeona de un grande llevaron tanta mordiente que su contraria no tuvo forma de frenarlos, tal fue el aluvión que se le vino encima. La rusa, que al resto dijo poquísimo (una bola de break aprovechada), terminó fallando demasiado (23 errores no forzados) hasta diluirse en el cruce.
Así, y con mucho espacio para mejorar, la española se plantó en la segunda ronda tras pasar uno de las etapas fatídicas en cualquier torneo: el primer día, con los fantasmas ansiosos por darle un susto a cualquiera de las candidatas al título.
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