¿Se ha vuelto Wimbledon un torneo más lento? ¿Es la hierba diferente a la de otros años? ¿Es verdad que se ha ralentizado el juego en esta edición?
“A veces, tengo la sensación de que jugar en la arcilla de Roland Garros puede ser incluso más rápido”, aseguró Dustin Brown, eliminado en la segunda ronda del torneo por Andy Murray. “Las pistas de Wimbledon deberían ser más rápidas”, añadió el alemán, que sobre césped tiene el mejor porcentaje de victorias de su carrera (42,9%). “No hay discusión si comparamos jugar aquí con hacerlo en Roland Garros”, le respondió Rafael Nadal, que llegó a octavos de final tras vencer 6-1, 6-4 y 7-6 a Karen Khachanov. “Es estúpido hablar de eso porque es un deporte totalmente diferente y no sé si Dustin estaba hablando en serio o no”.
Desde 1995, la hierba de Wimbledon tiene un corte de ocho milímetros de altura y está supervisada por 28 personas durante el torneo, que se encargan de cuidar las 18 pistas de competición y las 22 de entrenamiento. En ese equipo hay dos mecánicos y un ingeniero hidráulico para aspirar a la excelencia desde el mimo de los detalles en la superficie más especial de todo el circuito.
“Siempre va a ser más rápida que Roland Garros, pero sí que está más lenta que otros años”, reconoció Garbiñe Muguruza, que este sábado se juega el pase a octavos de final contra la rumana Cirstea. “He notado mucho la diferencia con Birmingham y Eastbourne. En mi segundo partido la pista estaba un poco machacada, el fondo parecía el de la segunda semana del torneo”, prosiguió la campeona de un grande. “El primer día que entrené ya noté que estaba más lenta, que tenía demasiado tiempo cuando me volvía la bola. Quizás es por el corte de la hierba o quizás es por el calor que ha hecho”, cerró la número 15 mundial.
“Es uno de las ediciones de Wimbledon con más calor desde que yo vengo a jugar”, recordó Roberto Bautista, que superó 6-4, 7-6, 3-6 y 6-3 al japonés Nishikori para meterse en la lucha por los cuartos de final del torneo. “Prácticamente no ha llovido nada estos días y eso hace que la pista esté muy jugable, más lenta. A mí me favorece”, celebró el castellonense. “Es verdad que las temperaturas han sido muy altas”, coincidió Marcel Granollers, clasificado con Ivan Dodig para los octavos de final de dobles. “Y la pista está lenta, hay zonas donde hay mucha hierba y la pelota se queda pegada”.
Desde que comenzó el torneo el pasado lunes, Londres ha vivido jornadas de sol (30 grados) donde los paraguas solo han aparecido una vez, y tímidamente durante la primera jornada. Un factor externo y hasta cierto punto incontrolable que los expertos dicen que ha podido influir porque no hay otra argumentación lógica. Un responsable de la organización confirmó a este periódico que todo sigue igual (tratamientos, altura y tipo de semilla) que los años anteriores, que nada ha cambiado en el césped más prestigioso del mundo, que no han intentado intervenir en la velocidad del juego.
“A mí me gustan las pistas de Wimbledon, pero están un poco más lentas”, incidió John Isner, que perdió en la segunda ronda del torneo con Dudi Sela. “En Queen's, por ejemplo, la hierba resbalaba más que aquí”, detalló el estadounidense, ganador del partido más largo de la historia (11h05m en la primera ronda de Wimbledon 2010 ante el francés Mahut). “En cualquier caso, estas pistas son más rápidas que las de tierra batida, de eso no hay duda”, zanjó.
“Me sorprende que uno tenga que estar pendiente de los jugadores para que la gente no se mosquee”, reflexionó Toni Nadal, tío y entrenador del campeón de 15 grandes. “Si soy el responsable de aquí tengo la decisión de hacer el juego que creo conveniente para el espectáculo, no pienso si se va molestar uno u otro”, añadió. “No es que a nosotros nos favorezca especialmente, pero debería ser más lenta porque para el espectador es mejor”.
“Hay otro tema”, le siguió Francis Roig, también técnico del número dos del mundo. “La bola siempre ha volado más lenta en Wimbledon que en Roland Garros, siempre ha sido una pelota que ha pesado más”, confesó el preparador catalán. “Hacía tiempo que no venía, pero me ha sorprendido el cambio que sufre la bola tras tres o cuatro juegos porque se infla mucho y las condiciones cambian por completo”.
En el templo de la hierba, que es también el santuario del juego de ataque, una sensación compartida por muchos jugadores: por el calor, por las pelotas o por cualquier otra razón, la hierba se ha vuelto más lenta.
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