¿Es Galo Blanco un entrenador duro? “Eso dicen”. Con una media sonrisa en la cara, el técnico de Karen Khachanov formula la respuesta que todos los jugadores que han pasado por sus manos conocen de sobra. El ovetense, que llegó a ser 40 del mundo, se ha ganado fama de tipo duro en el banquillo y se ha especializado en acompañar a los más jóvenes en el peligroso camino al profesionalismo, donde tantos se pierden. Tras su retirada del circuito (2006), Blanco levantó una academia en Barcelona (4Slam Tennis) y desde ahí le apareció la oportunidad de pilotar el comienzo de las carreras de Milos Raonic, Filip Peliwo, Elias Ymer, o Khachanov, que este viernes se mide por primera vez a Rafael Nadal por una plaza en los octavos de final de Wimbledon.
“Lo que hago tiene cosas buenas y malas”, cuenta a este periódico el entrenador asturiano en las pistas de Aorangi Park. “Las buenas es que coges a un chaval casi de la nada y lo formas, intentando sacar lo mejor de su juego. Ves su evolución, que es algo muy bonito”, explica. “Lo peor es la inmadurez, tener que ir detrás de ellos para que hagan las cosas. Gastas mucha energía durante todo el día y a menudo haces más de padre que de entrenador. Es lo más difícil, pero a mí me gusta hacerlo. Lo que me llena es ver la progresión que tienen”.
En 2010, Blanco tomó las riendas de la carrera de Milos Raonic y en algo más de dos años le llevó desde las cloacas del ranking (224 del mundo) a las puertas de lo más alto (14 del mundo). Durante ese período, el canadiense ganó cuatro títulos (San José en 2011, 2012 y 2013; Chennai en 2012) y adquirió las bases para convertirse en el jugador que es actualmente (top-10 y finalista de Grand Slam). Huyendo de los alardes, y pese a que recibió el premio de la ATP al entrenador de año en 2011, el español descartó entonces ser responsable de nada, lo mismo que ahora, protagonista de nuevo por los resultados de Khachanov.
“El secreto es el trabajo”, resume el técnico. “No existe otra poción mágica que el trabajo. La receta es trabajar, trabajar y trabajar. Aunque si ellos no fueran buenos tenistas no jugarían como juegan, pero al margen de eso hay que trabajar muy fuerte”, reflexiona Blanco. “Nadal, Djokovic, Murray… todos los mejores, y aunque no lo parezca, trabajan mucho más que los demás y por eso están arriba. Hay gente con el mismo talento que ellos que no trabaja igual y por eso eso no están entre los cuatro primeros”, insiste el preparador, que en Khachanov ha encontrado otro jugador para exprimir a fondo.
El ruso, que estos días juega con su mejor ranking de siempre (34 del mundo) tiene 21 años, lleva casi dos temporadas con Blanco y junto a él ha seguido una marcada ética de trabajo para explotar el potencial que tiene, que es mucho porque su percha (1,98m) le permite practicar el tenis del futuro, donde la fuerza y la potencia llevan premio. Khachanov, que ha conseguido dos victorias en su primera aparición en Wimbledon, posee además un interesante descaro que le hace impermeable al miedo.
“Es un chaval muy trabajador, un poco cabezota y muy suyo porque le gusta llevar la contraria”, dice el técnico sobre su pupilo, que en 2016 celebró su primer título (Chengdu) y que esta temporada ha ganado dos partidos contra rivales del top- 10 (David Goffin en Barcelona y Kei Nishikori en Halle). “Hay que estar muy encima de él para repetirle las cosas, pero es normal en chicos de su edad, que son muy jóvenes e inmaduros. Es lo que toca”, añade el entrenador español, que tiene una explicación para esa falta de cocción que sufre toda la nueva generación de tenistas.
“Los culpables somos nosotros, los padres. Se lo damos hecho, la comida masticada para que solo tengan que tragar”, confiesa. “Cuando luego se ven en una situación difícil, como un partido complicado, se ponen a buscar una ayuda. Es complicado. En mi época, me fui solo a Barcelona con 13 años a buscarme la vida. No había teléfonos móviles ni nada parecido. Ahora, los chavales están todo el día con el iPhone en Instagram. Facebook, Twitter… en lugar de enriquecerse hablando”, prosigue. “Esto no ayuda a que ellos maduren, pero es ir en dirección contraria de la sociedad. Hay que intentar hacerles ver que todo tiene unos límites, que además de ver Instagram tienen que leer un poco. Eso les hace ser más maduros mentalmente y en la pista todo ayuda”.
Así llega Khachanov a un partido de los que motivan a cualquiera, porque jugar contra Nadal por los octavos de final de Wimbledon no es un mal plan. El mallorquín, que ha entrenado muchas veces con su rival del viernes, sabe que el ruso saca y pega como un demonio, que no se achica ante nada y que los escenarios grandes redoblan su motivación. Suficiente como para ir con cuidado.
“Es muy bueno y seguro que tendrá posibilidades de estar arriba en el ranking”, avisa el campeón de 15 grandes. “Karen es un gran jugador que tiene opciones de ganar mucho, pero luego hay otros grandes tenistas por ahí. ¿Quién ganará más en el futuro? El que sea capaz de mejorar más durante los próximos dos años”, apunta. “Khachanov es un buen trabajador y tiene un potencial alto. Será un partido complicado para mí seguro”.
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