“¡Eres un tronco!”. Marc López no puede aguantarse la risa. Es el mes de enero de este año y el catalán está entrenando en la pista número dos del Abierto de Australia con Rafael Nadal, que acaba de fallar una volea fácil. El error del mallorquín desata las bromas de López, con el que ha ganado en dobles la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (2016) y otros cuatro títulos (entre ellos dos veces el Masters 1000 de Indian Wells, en 2010 y 2012), pero no oculta algo evidente. Nadal, que ha hecho carrera desde el fondo de la pista y nunca se ha distinguido por colgarse de la red, ha sufrido una evolución en la cinta: siempre fue un tenista que eligió bien cómo y cuándo subir, hoy además tiene confianza y valentía para hacerlo en situaciones más complicadas.
“No soy un jugador que suba mucho a la aventura, subo cuando estoy jugando bien porque golpeo mejor la pelota y tengo más posibilidades de irme hacia la red”, resume el campeón de 15 grandes tras conseguir su primera victoria en hierba en más de dos años. “Al final, más o menos voleo bien, pero tengo menor costumbre que otros jugadores. Es un tema de hábito y mi hábito no es estar delante en posiciones de aventura. Cuando voy a la red en posiciones que no son para definir el punto estoy un poco más perdido”, prosigue el mallorquín, citado este miércoles con el estadounidense Young. “Es cierto que llegado un momento de confianza, y con una pelota que queda por el centro, uno no tiene que esperar a ver dónde va la bola para subir. Si viene una pelota por el centro intento tener la decisión de golpear e irme hacia delante confiando en que vaya a ser buena, aunque a veces me la coma”, sigue. “Sí, he mejorado la volea, pero hace mucho”, cierra el número dos.
“Hace bastante tiempo que Rafael no volea mal, aunque la gente piense que lo hace”, le continúa Toni Nadal, su tío y entrenador. “Durante años, él sabía que tenía más opciones pegando una bola extra desde el fondo que subiendo a la red, donde el juego se volvía más rápido. Por eso se quedaba más tiempo atrás”, radiografía el preparador balear. “Ahora, que corre un poco menos, cierra más jugadas con la volea, como es lógico”.
Nadal sabe que la red y Wimbledon van de la mano, sobre todo en los primeros partidos. Con la hierba nueva, sin romper como en las rondas finales, los intercambios desde atrás son más complicados y subir a volear suele ser un movimiento definitivo. Siguiendo esa lógica, y amparado por el dulce momento que atraviesa, el mallorquín atacó la cinta 25 veces en su estreno en el torneo ante Millman. 19 de ellas se volvió con el punto en la mano.
“El juego de Rafa no se basa en subir a la red”, explica Francis Roig, otro de los técnicos del español. “Muchas veces sube cuando cree que el punto está bastante hecho”, añade. “El primer día se fue hacia delante en ocasiones en las que no tenía ganado el intercambiado y eso es bueno”, celebra. “No es un jugador que tenga una volea excelente, pero se mueve genial. Es rápido y tiene bastante mano. Y lo más importante: todavía sigue evolucionando con la volea”.
“Para volear bien hay que tener técnica, saber anticiparse y contar con buenos reflejos”, radiografía Marc López. “Y en hierba está claro: hay que aprovechar cuando haces un buen tiro de fondo. Si ves que el rival llega forzado, con la mano abierta o devuelve cortado, es importante cerrar los puntos en la red. Esto también lo da la confianza, atreverte a irte arriba”, fotografía el número 27 mundial de dobles. “Rafa no es un jugador que históricamente haya necesitado terminar los puntos en la volea, como Federer que a la mínima oportunidad está presionando arriba, pero está subiendo más a la red. Ya lo hizo en Roland Garros y aquí también”.
La longevidad y el éxito, claro, no tienen secretos y ya lo avisó hace mucho tiempo Nadal: “si me paro estoy muerto”, dijo el español, un jugador en permanente evolución.
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