—Toni, ¿lo echarás de menos?
—Te lo responderé el año que viene. De momento estoy aquí y no sé si lo voy a echar de menos o no. Cuando he estado en Australia me lo he pasado muy bien, también en Nueva York, pero cuando estoy en Porto Cristo me lo paso igualmente bien. No le doy demasiadas vueltas a las cosas y procuro estar bien donde estoy.
—¿Te da reparo que hayan hablado tanto de ti durante el torneo?
—No me da reparo, estoy agradecido porque la gente hable de mí. Al final, entiendo que después de muchos años se hable, pero tengo muy clara mi posición de toda la vida. Mi labor no es trascendental. Si Rafael en vez de conmigo hubiese jugado con otro… quizás habría ganado 17 o 18 grandes en vez de 16.
—Pero algún mérito tendrás.
—Sé que el responsable de todas estas victorias es él y no lo digo por falsa modestia. Cuando a mí se me empezó a atribuir el mal juego de Rafael en 2015 dije: ‘No gané yo Roland Garros en 2005, no voy a perderlo ahora’. Faltaría más. La gente suele hablar sin estar bien informada, porque escucho sobre su técnica… A mí no me gusta ver el golpe haciéndolo por aquí [pasa la mano por encima de la cabeza], me gusta por aquí [pasa el brazo por delante]. Toda la vida le he dicho que se colocase de lado, pero él entendía que se tenía que colocar de frente. No me atribuyáis el error así como tampoco me atribuyo yo el mérito. No soy ningún masoquista.
Toni Nadal fue el primero que entró en el vestuario después de la final del Abierto de los Estados Unidos. El tío y entrenador del número uno del mundo no se quedó en la pista para ver cómo su sobrino levantaba el trofeo de campeón, y posiblemente la razón fue muy sencilla: el técnico quiso refugiarse a solas para emocionarse con el momento de la victoria en su último torneo grande sentado en el banquillo del número uno tras tomar la decisión de dejar de ser su entrenador a finales de 2017 y poner fin a una de las relaciones más proliferas y duraderas de la historia del tenis.
“Yo entiendo su decisión”, apuntó Carlos Moyà, que desde la próxima temporada se quedará junto a Francis Roig en el equipo técnico de Nadal, aunque la puerta para que se una un tercer entrenador no está cerrada. “Viajar en el circuito también es duro. Está claro que las condiciones y el tipo de jugador con el que vamos nosotros es inmejorable, pero también es verdad que él lleva 15 años viajando y eso desgasta mucho”, siguió el campeón de un grande. “Aparte, tiene tres niños, y sobre todo la academia. A él le encanta la formación de jugadores, la enseñanza y yo creo que es una decisión muy respetable”.
“Y yo solo puedo agradecerle todo lo que ha hecho por mí durante toda mi carrera”, explicó Nadal. “Solo puedo darle las gracias por todo”, añadió el español. “Pero no es un drama. Él tomó su decisión y bien tomada está. Para la academia va a ser una muy buena noticia que Toni esté allí y no es que se vaya a vivir a la otra parte del mundo, vive a 100 metros de mi casa y yo entreno en la academia que él va a tener a su mando”, recordó el balear. “Y por encima de todo es mi tío. No cambia nada”.
Aunque todavía le quedan algunos torneos este año, la despedida de Toni Nadal como entrenador de su sobrino ya ha entrado en su recta final porque no habrá más torneos del Grand Slam para la exitosa pareja. Nueva York cerró una etapa y comenzó a abrir otra nueva. Ahora, a uno de los mayores responsables de la carrera del campeón de 16 grandes le esperan retos distintos, pero igual de apasionantes: la formación de los jóvenes en la academia de Manacor es un desafío muy interesante.
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