Los aplausos de los aficionados que esperaban tras las vallas de seguridad nacieron como consecuencia del ruido, y no de la vista. Un atronador repiqueteo de tacones contra el suelo anunció la llegada de las ocho mejores jugadoras de la temporada al parque de Merlion, presidido por la gigantesca (casi nueve metros de altura) estatua del león con cola de pez, uno de los grandes iconos turísticos de Singapur. El viernes por la tarde, las ocho tenistas que se jugarán desde el próximo domingo la Copa de Maestras aparecieron vestidas de gala, riendo con naturalidad, y se colocaron a ambos lados del trofeo para hacerse la fotografía oficial. Luego, se marcharon al corazón del imponente y lujoso hotel Marina Bay Sands para presenciar el sorteo de la fase de grupos de la competición, antes de compartir con cientos de invitados una cena de inauguración.
Así, el Grupo Rojo emparejó a Simona Halep, Elina Svitolina, Caroline Wozniacki y Caroline Garcia, y el Grupo Blanco a Garbiñe Muguruza, Karolina Pliskova, Venus Williams y Jelena Ostapenko. La española, que tiene el cara a cara perdido con dos de sus tres oponentes (2-6 ante la checa, 2-3 contra la estadounidense y 2-1 frente a la letona) se quedó a cuadros: la suerte la encuadró junto a la única campeona de Grand Slam de 2017 que también está en Singapur (Ostapenko), con la doble finalista de torneos grandes este curso (Venus) y con Pliskova, quizás la rival que históricamente más problemas le ha provocado.
“Es uno de los torneos más prestigiosos, ya que solo lo juegan las ocho mejores de la temporada”, dijo Muguruza, citada con Ostapenko para debutar el domingo por la tarde. “Es como si estuviéramos ante unas semifinales o una final. Por eso, tienes que jugar a tu nivel más alto para ganar”, continuó la española, que durante la noche recibió el premio a la mejor jugadora del año, un reconocimiento votado por la prensa internacional que confirma su extraordinario 2017. “A bote pronto, me gusta el grupo. Ya sabemos que aquí no hay rival fácil, pero es pista rápida y me apetece mucho jugar mis partidos. Tengo algunas grandes pegadoras en mi grupo. Será un buen desafío”, cerró.
“Todos los partidos serán difíciles”, analizó Ostapenko, a la que en Singapur ya no acompaña Anabel Medina, convertida desde la pasada semana en la nueva capitana española de Copa Federación. “Quiero jugar todo lo bien que pueda, pero estoy muy feliz de estar aquí y terminar mi año entre las ocho primeras”, confesó la letona. “Para mí es mejor este grupo que el otro”, reflexionó Pliskova. “Todas jugamos de forma similar y me he enfrentado muchas veces a mis rivales, así que sé todo lo que tengo que saber”, avisó. “Yo también he jugado con todas ellas este año”, añadió la hermana mayor de las hermanas Williams. Vengo a ganar, básicamente. Eso es todo los que quiero hacer”, se despidió la estadounidense, la única de las ocho que sabe lo que es ser maestra de maestras (2008).
Ajena a todo eso, Muguruza juega en Singapur con un doble objetivo: convertirse en la primera española campeona del torneo (Arantxa Sánchez Vicario perdió la final en 1993 contra Steffi Graf) en su tercera aparición individual (debutó en 2015) y terminar el año como número uno del mundo, para lo que también depende de sí misma porque la ventaja de Halep (40 puntos, 6175 por sus 6135) no significa nada con tanto en juego (1500 puntos, lo máximo a lo que cada jugadora puede aspirar) y porque a las otras dos grandes candidatas (Pliskova, con 5605 puntos; y Svitolina, con 5465) las mira por el retrovisor.
Hasta hoy, la campeona de dos grandes había vivido la previa del torneo con tranquilidad. Garbiñe llegó el miércoles, se entrenó tres veces para aclimatarse a las condiciones de la pista y disfrutó un poco de la ciudad, siempre con mil posibilidades. El viernes, sin embargo, todo cambió: de repente, la española se encontró obligada a sobrevivir a un grupo muy peligroso que anticipa una masacrare camino de las semifinales. Vienen curvas.
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