Haga lo que haga en el cruce que le medirá a Grigor Dimitrov el próximo viernes, Pablo Carreño ya sabe que no podrá clasificarse para las semifinales de la Copa de Maestros de Londres. La victoria de Dominic Thiem en el debut del español en el torneo (6-3, 3-6 y 6-4) dejó al número 10 del mundo sin opciones de conseguir superar la fase de grupos, una posibilidad que mantenía viva pese a sustituir a Rafael Nadal (se retiró tras su primer partido como consecuencia de una carga de estrés en el tendón rotuliano de la rodilla derecha) y entrar a pelear con la desventaja de contar con un encuentro menos. [Narración y estadísticas]
“No era un objetivo real clasificarme para las semifinales, sabía que sería muy complicado”, reconoció Carreño tras la derrota. “Lo que tocaba era volver a coger sensaciones buenas, sentirme jugando otra vez a gran nivel y demostrarme a mí mismo por qué estoy top-10. Y en el partido de hoy lo he hecho”, continuó el español, que desde el pasado Abierto de los Estados Unidos solo ha celebrado un triunfo. “Da rabia perder con un marcador tan apretado, pero tengo que estar contento. Desde el US Open no me sentía así en la pista, siendo agresivo, dominando los puntos y sobre todo disfrutando. Esto me tiene que ayudar en el futuro”.
A contracorriente de la lógica, Carreño no sufrió un golpe de pánico en su primera aparición en la central del O2 Arena de Londres. El novato, que según el sentido común debería haberse diluido entre las paredes de ese impresionante escenario, jugó sin dejarse impresionar por la novedosa situación, aunque cometió un saco de errores no forzados que le costaron el primer set (14), apretándole demasiado a la pelota para no dejar que Thiem le quitase la iniciativa y le comiese un terreno precioso, aún más en una superficie bajo techo.
El español, siempre positivo, animándose constantemente, empató el cruce reduciendo esa cantidad de fallos (ocho en la segunda manga) y encontrando un ritmo medio altísimo que al austríaco le costó seguir. Con regularidad en la puntería, Carreño se echó el partido a la espalda y tuvo rachas brillantísimas, como la mayoría de ese segundo parcial o la escalada que protagonizó para recuperarse de un peligroso 1-3 en el set decisivo (4-3) y quedarse soñando con la victoria.
Como ante Dimitrov el primer día (acabó perdiendo), el austríaco lo apostó todo a su derecha, a una agresividad desmedida con el drive, y a través de ese tiro se fabricó situaciones de juego muy favorables que Carreño no pudo igualar, y mira que le puso ganas. Desbordando a su oponente con disparos fabricados desde ese costado de la pista, Thiem se encontró muchas veces con grandes huecos que colonizó con el revés a una mano, una obra de arte que estaría protegida por una vitrina blindada en cualquier museo.
Con todo igualado, 4-4 en el tercer set, los oponentes se animaron gritando a pulmón partido para ocultar los terribles nervios que sintieron, unos que Thiem controló un poquito mejor para desarmar al español, más cansado que el austríaco, para sumar su primer triunfo en el torneo y citarse con David Goffin el viernes en un pulso que vale una plaza en semifinales.
A Carreño, mientras tanto, le quedan dos satisfacciones: la de haber recuperado su mejor versión (pese a la derrota) después de muchos meses en blanco y la de tener por delante un último duelo con Dimitrov, en el que no se jugará el pase a la siguiente ronda, pero sí 200 puntos muy interesantes para su ranking.
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