“Si gano me tiro al río haciendo el ángel, pero… ¡si gano el torneo!”. Albert Ramos bromea camino de una pequeña habitación en la que se cita con este periódico. El número 22 juega este viernes por el pase a los octavos de final del Abierto de Australia con Novak Djokovic, seis veces campeón del torneo, pero antes acepta radiografiarse a sí mismo, dentro y fuera de la pista.
Un golpe. “Me lo jugaría todo a mi derecha. Es un drive que puede ser bastante diferente, cambiante. Puedo jugarlo con altura, rápido, abrir ángulos… Lo hago según me convenga”.
Normalidad. “Soy una persona muy normal, tranquila. Me enfado poco, pero si me enfado peligro. Si me enfado con alguien igual lo estoy durante mucho tiempo. Dentro de la pista siempre se puede ser más ambicioso. Un deseo deportivo para esta temporada es ganar algún torneo e intentar mejorar el ranking del último año”.
Buen amigo. “Tengo entre cinco y 10 amigos de verdad, de los buenos. Es complicado cuidar la relación. Aquí todo va muy rápido, las semanas pasan a toda velocidad, casi sin que te des cuenta. En casa se ven las cosas de otra manera. Con mis amigos voy hablando, pero no estamos en contacto cada día. Sé que si necesitan algo de mí solo tienen que avisarme, o al revés”.
Casado. “Mi vida no ha cambiado mucho, la verdad. Estoy contento con la boda, pero ya llevábamos dos años viviendo juntos, así que todo más o menos igual desde que pasé por el altar en noviembre. En la luna de miel estuve en Japón y en las Islas Maldivas. Japón me encantó, nos estuvimos moviendo con el tren bala y todo muy bonito, la gente muy acogedora y la cultura fenomenal”.
Mejor la montaña. “Me encuentro casi siempre viajando, pero cuando estoy en Barcelona me gusta irme a la montaña a descansar. Me gusta ver mucho otros deportes por televisión, los sigo casi todos. Cuando pasó dos horas en la playa ya estoy cansado del sol”.
¿Turista? “Salgo, pero tampoco estoy todo el día en la calle, o haciendo turismo. También depende. La noche antes de jugar con Djokovic me voy a quedar en la habitación de mi hotel muy tranquilo. Me gusta ir a dar una vuelta, aunque solo un ratito. A veces, te cansas más andando que entrenando”.
Vivir con presión. “En un Grand Slam hay mucha más presión que en un torneo normal. Siempre hay más ganas de hacerlo bien y eso durante un partido se nota. También contra los mejores. A Djokovic nunca le he ganado un set, aunque hemos jugado cuatro veces. Lo mejor que hace es ganarte terreno todo el tiempo con las piernas y agobiarte al resto”.
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