Carla Suárez (Las Palmas de Gran Canaria, España; 1988) juega este miércoles contra Timea Babos (3-0 en el cara a cara) por una plaza en la tercera ronda del Abierto de Australia. Recién arrancado 2018, una temporada vital en su carrera, la española quiere empezar a demostrar que ha cimentado las bases adecuadas para recuperar a los 29 años las posiciones de privilegio del circuito en las que se movía hasta hace muy poco.
Suárez, que rozó su mejor ranking en febrero de 2016 (número seis mundial) y hoy es la 39, se sienta con EL ESPAÑOL en Australia y habla de todo sin cortarse de nada durante una extensa y profunda conversación.
¿En qué punto de su carrera está ahora mismo?
Es complicado. Llevo muchos años en el circuito y he pasado por muchas experiencias. Creo que estoy de la mitad hacia arriba… Voy a cumplir 30 años en 2018. Es evidente que hay mucha gente que alarga su carrera gracias a las tecnologías que hay para realizar unos mejores cuidados físicos. Sinceramente, no sabría decirle en qué punto estoy. La madurez es muy alta, eso lo tengo claro.
¿Y qué significa?
Pues que con todo lo que te va pasando sabes cómo actuar en según que situaciones y aprendes a crecer como persona fuera de la pista. La evolución como tenista llega muchas veces cuando consigues madurar en tu vida diaria.
¿Ha encontrado la mala baba que lleva tiempo buscando?
No… pero tampoco lo quiero dar por perdido. La maldad que necesito en la pista debo empezar a ganármela fuera, pero es muy difícil conseguirla en mi día a día. ¡Yo me enfado!. Aunque es verdad que en muchas situaciones hago cosas pensando en la otra persona, en su felicidad. Es por mi forma de ser. Me falta instinto asesino.
Explíquelo.
Por ejemplo, si hay algo que no me gusta tengo que decirlo. Si estoy usando una colchoneta, llegas tú y te pones en ella… no debo irme a por otra. No me cuesta nada ir a buscar otra colchoneta, es una chorrada, pero así es como voy a conseguir trasladarlo a la pista. Para jugar más agresiva tengo que dominar también fuera, aunque no sea mi estilo. Tengo que cambiar algo de mi forma de ser que no querría si no fuese tenista. Estamos ahí en una lucha que debo ganar si quiero llegar a donde me he propuesto.
¿Y a dónde se ha propuesto llegar?
El objetivo que me he puesto es intentar volver a estar entre las 10 primeras otra vez. Es muy complicado, muy difícil de conseguir tal y como está actualmente el circuito femenino. Cuando logras alcanzar ese nivel significa que estás preparada para poder aspirar a ganar torneos grandes, eso lo sabe todo el mundo. El camino para volver a pelear por los títulos importantes es intentar cumplir esa meta.
¿Utiliza el vídeo para recordar qué cosas hacía bien?
No soy de verme y creo que es un fallo. A veces, para mejorar según qué cosas debes ver tus peores partidos y no es sencillo, cuesta. Está tan grabado que hace daño. Aunque mi mejora no viene por ahí, mi mejora no viene por un tema tenístico o físico y lo sabemos todos. Mis compañeras, los aficionados, los periodistas… si yo me veo puedo mejorar en cosas pequeñas, pero lo que tengo que mejorar se consigue por otro lado.
Al margen de su lesión en el hombro derecho, ¿el 2017 fue anímicamente complicado?
No son bajones… Es cierto que cuando has estado a un nivel, trabajas para recuperarlo y las cosas no te van saliendo es difícil de aceptar. En el tenis, cuando no llegan los resultados, es complicado. En 2017 hice muchas primeras rondas y no es agradable estar tanto tiempo fuera de casa para competir dos o tres horas. En ese sentido se hace un poco duro, pero también forma parte de nuestro trabajo.
El verano pasado rompió con Xavier Budó, su entrenador de toda la vida. ¿No le dio vértigo?
Lo meditas mucho, Es una decisión que piensas detenidamente. Está claro que es una incertidumbre. No sé si voy a ganar más o menos que con Xavi porque nunca he estado con un entrenador diferente. Cuando me fui de Las Palmas a Barcelona nadie me dijo que me iría bien, me tuve que arriesgar. Ahora es igual.
Analice a los integrantes de su nuevo equipo, empezando por Marc Casabó.
Con Marc llevo mucho tiempo. Una vez que se acabó la relación con Xavi, hablé con Marc para decirle que estaba en su derecho de seguir o no. Marc se sentó con Xavi y decidieron que siguiera conmigo el resto de 2017. Una vez terminó el año, volvimos a hablar y Marc tomó la decisión de quedarse conmigo. Es una pieza clave porque es el que mejor me conoce de todo mi equipo. Ha estado en toda mi evolución, tenística y personal. Sabe muy bien lo que estamos buscando y lo que necesitamos para conseguirlo. Tenemos mucha confianza para decirnos todo y no vamos a tener ningún problema jamás.
Marta Recio.
Es mi fisioterapeuta, y lleva conmigo desde junio del año pasado. Estoy muy contenta. Yo siempre había trabajado con chicos y ninguno de ellos había estado dentro de la alta competición. Ella ha jugado al waterpolo por España y con equipos importantes que han ganado mucho. Sabe de qué va la competición. Al margen, tiene un carácter muy diferente al mío que me puede aportar eso que estoy buscando.
Eduardo García.
Es mi preparador físico. Había trabajado con gente de tenis y ha dado con la clave. Yo me siento mejor, más definida. Con los años es importante. A nivel de lesiones, cuando han aparecido, las ha sabido llevar muy bien. Hay cosas inevitables, como lo que me pasó en el hombro, pero he sufrido pocas lesiones estando con él.
Y Óscar Serrano.
Es mi nuevo entrenador, que se ha unido a Marc. Sabía que había jugado y que tenía la experiencia de entrenar con Daniela Hantuchova y Tommy Robredo, dos jugadores que han tenido mucho éxito. Le hemos explicado entre todos lo que queremos. Ya tuvimos una pequeña experiencia en el Campeonato de España en Granada, donde me vio competir por primera vez estando en el equipo.
¿Viajará siempre con un grupo tan amplio?
Siempre viajaré con un entrenador y con fisio. Edu vendrá a alguna gira, como Indian Wells y Miami. La idea es que cada vez Edu pueda viajar un poco más, pero muchas veces Marta también hace las labores de la preparación física.
¿No le cansa seguir dando vueltas prácticamente todo el año?
Sí, sí me cansa. Y me cansa desde hace bastante tiempo. Llevo viajando bastante más de lo que la gente se imagina. A veces pasas épocas complicadas. Si eres una persona muy familiar pasar estas fechas navideñas en Australia duele. ¿Qué haces? Vas buscando la forma. Por ejemplo, yo leo mucho.
Antes, las jugadoras iban solas por el circuito. ¿Se lo imagina?
No me lo imagino, pero eso también provocaba más unión en el vestuario. Igual no te quedaba más remedio que sentarte a comer con tus rivales, aunque ahora vivimos una época distinta.
Garbiñe Muguruza es ahora mismo la número dos y ya pelea siempre por los grandes títulos. ¿Su irrupción en los grandes escenarios del circuito es buena para su propio crecimiento?
Nosotras tuvimos una época en la que teníamos un ranking muy similar, entre 2015 y 2016. Eso te hace mejor. Durante el año tienes competencia con el resto de jugadoras, pero con Garbiñe es positivo. Quizás, cuando yo me puse top-10 ella vio que era posible meterse ahí arriba tambien. Son cosas que te sirven de espejo y de motivación.
¿Le da envidia el físico que tiene ella?
En mi caso no, pero también es por la evolución que ha sufrido el tenis. Si no se jugase tan rápido, a tan pocos tiros, igual me habría beneficiado yo. Nos hemos encontrado en esta época y es lo que hay. Si pudiera pedir algo sería un poco más de altura, no lo voy a negar. Las palancas no son las mismas. Mi pista es más pequeña
Anabel Medina está en Melbourne ejerciendo por primera vez como capitana de Copa Federación en un Grand Slam.
La elección de Medina es un acierto. Ha pasado por todas las etapas necesarias. Además, nos va a entender a nosotras muy bien porque todavía no se ha retirado. Ha compartido equipo con todas y nos conoce. La he visto muy ilusionada, con ganas de tener mucha comunicación con nosotras, que eso es lo importante. Ella está intentando que las jugadoras apostemos por la Copa Federación y podamos subir a España al Grupo Mundial.
¿Y bien?
Todas las jugadoras queremos responder, pero Anabel es consciente de que si alguna renuncia no será por egoísmo. Al final, cuando tienes Copa Federación hay dos opciones: o miras por ti o miras por el equipo. Es así. Las semanas de Copa Federación son muy malas, justo antes de Doha o Dubái la primera o luego igual pero con Stuttgart, un torneo grande. Es tomar esa decisión, pero las jugadoras están por la labor de dejarle las cosas claras a Anabel, de no irnos por las ramas.
¿Cuál es la clave?
La comunicación es la clave. Si todas vamos a una será más fácil que si cada una va por su lado. ¿Que queremos estar en el Grupo Mundial? Sí, pero no hay tiempo con este deporte. Veremos a ver qué es lo que pasa.
La nueva capitana quería jugar mucho con el hecho de que ninguna habéis celebrado el título.
No voy a hablar por las demás, pero para mí si es una motivación. Yo tuve la suerte de jugar una final y sé que es bonito. Son experiencias increíbles. Creo que el aficionado al tenis se ha aficionado mucho a nuestro deporte con Garbiñe estos últimos tiempos y quizás conmigo en 2016.
Y después del tenis, ¿qué?
Buena pregunta. A mí me gustaría ser madre, es algo que querría vivir. Mientras juegue al tenis no voy a poder. No voy a ser de esas jugadoras que tras ser madre vuelven al circuito, eso seguro que no. A nivel de trabajo es lo que me tengo que empezar a plantear porque no lo tengo muy claro.
¿Le gustaría que su hija jugase?
Creo que al final será lo que quiera, pero el tenis es un ambiente muy sano, deportivamente hablando es uno de los deportes con más valores.
¿Cuáles?
Sobre todo, lucha y entrega. Sin dar tu máximo el deporte no es nada. La vida también, pero estamos hablando de deporte ahora. Cuando eres joven, el tenis te enseña lo que significa el compañerismo, que en la vida falta un poco más. Y también el sacrificio, el espíritu de superación y el juego limpio.
Cuando todo termine, ¿se quedará a vivir en Barcelona o regresará a Gran Canaria?
Me gustaría vivir en Gran Canaria, pero al final es algo que tienes que decidir con tu pareja… Sinceramente, es un sitio al que me gustaría volver. Ya veremos qué nos depara el futuro.
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