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El Cultural

Álvaro Pombo: "Soy un buen payaso, aficionado a la filosofía y a la historia"

5 enero, 2006 01:00

A pesar de decir (en Cataluña y en broma) que su novela Contra natura (Anagrama) era “el Estatut de la homosexualidad”, Álvaro Pombo no pretende en ella “legislar nada, sólo reflexionar sobre una forma de vivir”. Defiende a Zerolo y Chueca, “que ha demostrado que podemos vivir en comunidad, aunque no me gusta que sea un vertedero consumista”, y presume, sobre todo, de que José Luis López Vázquez le felicitara tras una lectura pública por ser “un actor, un gran payaso”.

Pregunta: Casi todos los comentarios sobre la novela se centran en la homosexualidad... ¿como escritor no se siente frustrado?
Respuesta: No, porque precisamente como escritor es como puedo tratar a fondo este tema. La literatura no es sólo asunto de forma y estilo, sino de ideas.

P: ¿Cree que en el libro se sentirán reflejados los jóvenes lectores gays?
R: Creo que refleja mejor a los que tenían 20 años en los 80. Los de ahora son más palizosos, menos ilustrados y más consumistas.

P: ¿En qué se diferencia la manera de entender las relaciones sentimentales y el sexo de los gays de las dos generaciones que retrata?
R: Los que hoy tenemos 60 años crecimos en el franquismo y en el nacionalcatolicismo, y tenemos marcado el concepto de pecado. Y ambos nos beneficiamos de la revolución fallida del 68, y de los movimientos de liberación del 66.

P: ¿Qué ha pasado para que hoy “el amor que no se atreve a decir su nombre” sea un espectáculo?
R: Recordando el título de un excelente ensayo de Tierno Galván, Del espectáculo a la trivialización, el amor ha llegado a ser un espectáculo y de ahí a la bufonada y a la trivialización sólo había un paso. Se han llevado las cosas demasiado hacia afuera hasta llegar a la gran parade.

P: ¿Quiénes son culpables?
R: En primer lugar, la Iglesia católica, por su moral decimonónica y superficial y trivilizadora para todos, heterosexuales incluidos. En segundo lugar, la sociedad española, que cree que la sexualidad es un artículo de consumo. Y los gays, por creer que con la legislación de los matrimonios está todo resuelto.

P: ¿Por qué la televisión explota como nunca a locas y musculocas?
R: Porque es lo más fácil, y lamento decirlo, porque nosotros contribuimos a esa imagen con festivales chorras y cabalgatas anticuadas que perpetúan estereotipos.

P: ¿No teme ser acusado de moralista?
R: No, todos los novelistas serios son moralistas, es decir, escriben de la vida ética y de las costumbres y la vida de los hombres.

P: ¿En qué consistiría la “reeducación sentimental” que propone?
R: En tener presente que hay que obrar bien, rectamente, ser agradable, bondadoso, y vivir con alegría.

P: ¿Cómo se come la idea de “homosexual cristiano”, si la Iglesia les considera enfermos o viciosos?
R: No lo sé, yo no pertenezco a la Iglesia pero me considero cristiano, en el mismo sentido que era cristiano el hereje de Delibes, y acabó en la hoguera.

P: Si, como Salazar, intentase hacer un mapa de sí mismo, ¿con qué limitaría?
R: Con el trabajo intelectual y mis amigos.

P: Y su “curriculum vitae”, ¿cómo le definiría?
R: Narrador y poeta, pero con cierto talento de actor secundario; un buen payaso, aficionado a los ensayos filosóficos y a la historia.

P: ¿Es importante para usted ser académico?
R: No quise serlo, pero me está divirtiendo mucho. Es una cana al aire: los jueves me pongo muy elegante y me encuentro con gente inteligente y divertida.

P: Allende consideraba sus mejores amigos dos docenas de libros. ¿Cuáles serían los 3 mejores de la suya?
R: El gran libro de mi vida son los Cuadernos de Malte Laurids Bridge de Rilke... También me gustan mucho El ídolo caído de Graham Greene y Las alas de la paloma, de Henry James.

P: En el libro conviven las Eugenias y los Colates con Nietzsche. ¿No teme escandalizar a los puristas?
R: No a los puristas listos. Está claro que preferiría encontrarme en el infierno a Spinoza antes que a Colate, aunque sea muy guapo.

P: ¿Ha puesto alto el techo de su próxima novela?
R: No creo. Escribo cada novela como si fuese la última.

P: ¿Para cuándo un libro de poemas?
R: A caballo entre 2006-07.

P: ¿A qué se debe la progresiva frivolización de la vida pública española?
R: No sé, yo hago una vida muy seria pero los políticos españoles sí que me parecen unos frívolos.

P: Colabora habitualmente en una tertulia televisiva, o sea, que no teme opinar sobre asuntos candentes como el Estatut...
R: Han armado un escándalo antes de tiempo, porque sólo era una propuesta que no iba a descomponer España.

P: Las acciones de guerra del ejército español en Iraq...
R: La verdad es que me armo un lío. Estuve contra la guerra, recogí firmas dos días en la Puerta del Sol, así que me gustó que nos sacaran, pero Bono, que es un gran tipo, a veces me cansa. No sé qué pasó en la fragata, pero es lo que ocurre por mezclarse en una guerra.

P: La ley antitabaco...
R: Me parece bien porque nos beneficia a todos. Dejé de fumar hace tres años, aunque a veces fume un pitillo, pero habría que haber insistido en los derechos de los no fumadores. Puede acabar en una ley seca, como toda prohibición.

P: ¿Por qué los programas de libros de televisión son, en general, tan aburridos?
R: No sé, no los veo.

P: ¿Por qué los programas de libros de televisión son, en general, tan aburridos?
R: No sé, no los veo.

P: ¿Por qué?
R: Porque me aburren. Para que un programa de libros fuese interesante debería haber una personalidad poderosa o un diálogo con un autor, pero hablar de libros a tres o cuatro bandas es no decir nada.

P: ¿Y por qué la vida cultural es para algunos tan gris?
R: ¿Gris? Yo disfruto con mis amigos una vida cultural muy bonita y divertida.