Polanski, Trueba, Aído, San Sebastián
Llevo días sin aparecer por este blog y no han sido días especialmente tranquilos. Así que paso a comentar las noticias más importantes:
1. Polanski. Menuda se ha armado. Los americanos y los suizos, por un lado, y todos los demás por el otro. Los franceses, tan amantes de lo ajeno, han hecho suyo al maestro de Chinatown o El Piano. Ha tenido suerte de no haber caído en las garras de la diplomacia española (je je). Por supuesto, a cualquiera que le guste mínimamente el cine tiene que saber del talento excepcional del cineasta de origen polaco. Discutir su valía artística es insostenible. Más allá de eso, está la violación a una menor, a la que, además, habría podido drogar. Desde luego, no es para tomárselo ni mucho menos a risa. Dice el editorial de El Mundo que Polanski debe volver a Estados Unidos para ser "condenado". No estoy de acuerdo. Creo que sí debe volver para responder ante la justicia y que, a estas alturas, más de treinta años después, esa humillación es un castigo suficiente. Me irritan tanto los que claman venganza con el hacha en la boca como los que desean para el artista un tratamiento distinto por ser una celebrity. Otra cosa es el manifiesto de Almodóvar, Wenders y Kar-Wai. A eso se le llama corporativismo y, oye, uno tiene derecho a que por lo menos le defiendan los suyos.
2. Vaya con Trueba. Desolado me quedé cuando mi amado (sí, aunque él no me salude, soy fan desde los doce años) Boyero puso a parir El baile de la Victoria. Después va Luis Martínez, cuya opinión vale un potosí, y lo mismo. Y yo, que me había gustado, con cara de tonto. Ahora resulta que es la candidata española para los Oscar, y se perfila como una acumuladora de Goyas. Después de que la gala coronase un filme excelente pero marciano como La soledad o la brutalidad de Camino (ninguna de las dos funcionó en taquilla) estoy seguro de que a los académicos les apetecerá premiar un filme popular, sentimental y con música estridente. Aunque muchos críticos lo odien. Esperen y vean, El baile de la Victoria va a ser un gran éxito de público.
3. Dentro de la cadena de despropósitos e imbecilidades que viene padeciendo la terrorífica Ley del Cine (sin duda, la saga más espantosa del cine español por encima de REC) ahora toca favorecer a las mujeres a la hora de conceder subvenciones. Es una decisión tan sumamente estúpida, paternalista, falsamente progre y, para colmo, contraproducente que uno se pregunta, muy seriamente, si no sería mejor que los políticos dejaran de meter sus manos en el cine de una vez por todas. Oye, y si se hunde, que se hunda.
4. Fui al Festival de San Sebastián y detecté una extraña coincidencia. Si hace cosa de dos años las mejores producciones se adscribían a una especie de "terror cotidiano" (Pozos de ambición, Cuatro meses, tres semanas, dos días o El caballero oscuro) ahora parece que sucede lo contrario: abundan las historias encendidamente románticas. Del alegato a favor del amor y el buen rollo de Woody Allen en Si la cosa funciona pasando por el romance imposible pero bello de Yo, también y llegando a filmes como Mother, donde una madre está dispuesta a todo por su hijo, o Hadewijch, de Bruno Dumont, para finalizar con la mejor de todas, El secreto de sus ojos (súmense a la ola, sí, es maravillosa) da la impresión de que los directores han redescubierto algo más viejo que el ser humano: el corazón. ¿Será que en tiempos de crisis a falta de dinero por lo menos nos queda enamorarnos?