El Cultural

De charla con Valle-Inclán

30 septiembre, 2009 02:00



De la raza de los acusados, don Ramón María del Valle Inclán se presenta vestido de bronce y con barbas de chivo expiatorio. Tiene parte de culpa de que yo me dedique a esto. Así se lo hago saber y él va y me dice que le parece muy bien, siendo la literatura oficio para desocupados e inútiles. Gentes que no sabemos dedicarnos a otra cosa.

-Y hay algunos que no valen ni para esto pues todavía los hay que no saben hacer la o con un canuto.- Apunta don Ramón con un ceceo impostado pues él no es andaluz, que se sepa, sino gallego.

Un servidor, que es de Madrid, aunque vive en Andalucía, le dice que además de desocupado también se considera artista, sobre todo cuando orina.
-Suelo hacer circulitos, - me aventuro a decirle-. Sin embargo, lo de hacer la o con un canuto está difícil en estos tiempos que corren, culpa de la prohibición, ya sabe. Ahora no dejan fumar ni a las estatuas.
-¿Y eso?.
-Pregúntele usted a los mandas.
-Le voy a decir una cosa, amigo. En mis tiempos la mejor mandanga la traían los toreros que venían de México y los soldados que habían estado guerreando con el moro.
-Ahora, la mejor la manejan los policías.-Apunto yo por lo bajinis, a sabiendas de que me pueden llevar preso.- Tenga cuidado que por cada dos españoles, tres son policías.

Pero don Ramón, como además de manco es algo sordo, va y sigue con su bronca.
-Lo que le quiero decir, amigo, es que en mis tiempos, estaba mal visto.
-¿Se refiere usted a lo de la mandanga o lo de la policía? -le pregunto
-Depende del lado del espejo que uno se ponga. Desde el fondo, la percepción hace que rechacemos el orden. El orden, es peligroso, amigo, además de reaccionario. Y desde fuera del espejo, el caos nos provoca miedo.

Lecciones visionarias las de este Valle-Inclán, desmangado, feo y sentimental que permanece quieto en el Paseo que dio rumbo a sus botines blancos.
-Se acuerda, don Ramón, de cómo perdió el brazo.
-Pues claro, joven, me lo comió un león en el parque de las fieras. Y eso que me dijeron que era un león bueno.

Con chacota y burla, improvisando el pasado para convertirlo en presente, don Ramón María del Valle-Inclán charla conmigo. Me dice que las guerras civiles de antaño, carlistas, son las que todavía perduran hoy en España. También me sugiere que tenga cuidado, que por mucha mandanga que fume, el periodismo avillana el estilo y, ante todo, yo soy un estilista.

-¿Me está llamando usted maricón?-Le pregunto, haciéndome el ofendido.
-No se me descuelgue de la percha del tema.-Me dice.-Usted es maricón de raza, los demás son meticulosos.

Le agradezco la enmienda y le pregunto que de qué raza. Pero no me contesta, se hace el longui. Y yo prefiero pensar que se refiere a la raza de los acusados, de los que escriben con intención.