Image: Miguel Poveda

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El Cultural

Miguel Poveda

"No iría al cumpleaños de ningún purista del flamenco"

29 octubre, 2009 01:00

Miguel Poveda. Foto: Maxi del Campo.

Recoge un disco de oro en la SGAE

Alberto Ojeda
Miguel Poveda ha vendido 30.000 copias de Coplas del querer. Alcanzar esta cifra le ha valido un disco de oro, galardón que se le entrega hoy en la sede de la SGAE. Este cantaor catalán contribuye así a colocar la copla entre el gran público, algo que parecía imposible hace pocos años, cuando sobre este género pesaba la losa de un sinfín de prejuicios: que si era música para catetos de pueblo, que si estaba adscrita para siempre al régimen franquista, que si remitía a una España panderetera que debíamos dejar atrás... Ahora ya está claro. Discos como el suyo lo constatan: los posmodernólogos no estafan a todos. "Aún queda gente desprejuiciada que se compra lo que le apetece". Olé ahí.

Pregunta.- No está mal vender 30.000 copias de un álbum en estos tiempos inciertos...
Respuesta.- La verdad es que estoy asombrado. Hasta hace poco era muy difícil que una discográfica aceptara financiar un disco de copla. Se consideraba un género asociado al franquismo y que en estos tiempos no vendía. Por eso me alegro especialmente de que Coplas del querer haya sido un éxito: demuestra que la gente no tiene prejuicios y que se compra lo que le apetece.

P.- ¿Qué pretendía aportar con su cante a las coplas de Quintero, León, Quiroga...?
R.- Mi intención era ensalzar la belleza de las letras y la música, encargándole esta última a alguien con tan buen gusto como Joan Albert Amargós. Mostrar a la gente que son un material de un interés cultural impresionante y darle, junto con la guitarra de Chicuelo, un fondo flamenco. Y sobre todo: darme el gustazo de cantar lo que me apetecía.

P.- ¿Cómo ve el interés que Cataluña muestra hacia el flamenco y la copla? ¿Es mayor o menor respecto a su infancia y adolescencia?
R.- Sigue habiendo mucha afición. Las peñas extremeñas o andaluzas, donde yo di mis primeros pasos como cantaor, han desaparecido o han quedado un poco como guetos. Pero no significa que se haya perdido el interés. Ahora la gente va a los conciertos, a los tablaos, a los festivales. Creo que cada vez hay menos prejuicios hacia estos géneros. Con los toros es otra historia...

P.- ¿Cómo va su relación con los puristas del flamenco, que al principio no se lo pusieron nada fácil?
R.- Me llevo bien con todo el mundo, porque soy muy respetuoso, aunque, eso sí, me muevo con toda libertad. Ellos pueden amar tanto al flamenco como yo, pero no más; seguro. Al principio, por ser payo y catalán, me miraban con cierto recelo. Ahora no iría a sus cumpleaños ni ellos vendrían al mío, tampoco nos comeríamos juntos las uvas, pero nos respetamos. Eso es lo más importante.

P.- ¿Se siente igual de cómodo en la copla y en el flamenco?
R.- El flamenco me da más libertad. Permite más margen a la improvisación y la sorpresa. Aunque cuando canto copla siempre le doy mi base flamenca. Del flamenco añado mucho a otras músicas, mucho más que al contrario. El flamenco es tan rico que puede aportar mucho a otros géneros, pero el camino opuesto es más complicado.

P.- ¿De las 18 coplas que canta cuál es la que le sale más de dentro?
R.- Me gustan todas, pero no puedo negar que A ciegas me llegó en un momento muy especial. Y Ni un padre nuestro, de Rafael de León, me parece una de las letras más bonitas que se hayan escrito nunca. Esas son mis niñas bonitas.

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