A la sombra de Delibes
Del Cantar de Mío Cid a la Fundación Sánchez Ruipérez
26 febrero, 2010 01:00De arriba a abajo, Delibes, Luis Artigue y Alberto Olmos
Pocas veces coinciden en una misma zona, a lo largo de los siglos, tantos y tan buenos autores. Castilla y León vio nacer los cantares de gesta, el mester de juglaría, el romancero y el Cantar de Mío Cid. Pero no basta con mirar el pasado. El presente literario resulta deslumbrante: así, Miguel Delibes (Valladolid, 1920), patriarca de las letras españolas, cobija ahora mismo, desde su silencio, a varias generaciones de narradores y poetas decisivas del siglo pasado, y con más que dignos sucesores.
Quizá por eso, Castilla y León se filtra en las obras de todos, y de continuo, como admite el propio Aparicio: "Sí, no sólo nací en León sino que también hice allí el bachillerato y eso deja dentro de uno una marca mucho más profunda que la del hierro candente. No creo que ser de CyL nos diferencie del resto de España aunque acaso los escritores leoneses tendemos a una cierta fantasía, lo que nos emparenta con gallegos y asturianos".
El fulgor de lo antiguo
También Luis Mateo Díez asegura que para él Castilla y León es "una referencia de lo originario, de la percepción de determinadas cosas de mi memoria, por ejemplo, el fulgor de lo antiguo que durante un tiempo de años abominables se hizo viejo y ahora vuelve a tomar la nobleza de su antiguedad. También percepciones simbólicas de la ruina, de la desaparición. Lo que más me conduele es cuando escucho que su futuro es su pasado, me gusta apostar por la modernidad de un destino más esperanzado ".
Miembros de otras generaciones literarias, Gustavo Martín Garzo, Jesús Ferrero, Julio Llamazares y Adolfo García Ortega, niegan la mayor. Para empezar, Llamazares rechaza a hablar de otra cosa que no sea León, mientras Ferrero tiene claro que para él ser de Castilla y León "significa una manera de asumir la lengua y una forma muy carnal de buscar el sentido, el ritmo, la melodía de las palabras, desde una interioridad tan familiar como extraña: la extrañeza de lo familiar".
Paraíso añorado
En realidad, como explica Andrés Martínez Oria , "no soy consciente de en qué medida Castilla y León penetra como globalidad en mi escritura. Sí, en cambio, el territorio árido que está presente en algunas de mis obras. Pero me interesa más como símbolo que como realidad". Martín Garzo, en cambio, asegura que para él ser de la zona no supone "nada en especial. Salvo que es el territorio de mi infancia" aunque se filtre "a través de sus paisajes y, sobre todo, de sus gentes y de su lengua". Lo mismo sostiene Juan Manuel de Prada: aun cuando acabe por reconocer que "los paisajes de Zamora (más que sus gentes), han marcado mi carácter: la sobriedad y austeridad de mi vida tienen que ver con la sobriedad y austeridad del románico. Y mi caudalosidad con la del Duero". Por eso, reconoce que le marca "como escenario de la infancia; como paraíso añorado y nunca reco- brado; como paisaje ligado al nacimiento de la vocación, a la inocencia perdida, a las aspiraciones insensatas de la adolescencia".
Pero no todo van a ser recuerdos y nostalgia. Varios nombres se repiten entre los entrevistados cuando se les pide una apuesta de futuro literario. Entre los poetas, Juan Carlos Mestre y Juan Antonio González Iglesias. Entre los narradores, Óscar Esquivias, Alejandro Cuevas, Luis Artigue y Alberto Olmos. Con puntos de vista, una vez más, bien diversos.
Los espartanos de España
Así, González Iglesias explica que su tierra "se filtra más de lo que yo creo. Es sobre todo el cielo. Su transparencia que algunos mañanas es metafísica. Lo dijo uno de sus grandes poetas: siempre la claridad viene del cielo. Es el río Tormes y el río Duero. Ver toros en libertad apenas se pisa el campo. Es una manera de ser que yo amo y aborrezco simultáneamente, que combina distancia con ternura. Quizá somos los espartanos de España. Ascetismo". Juan Carlos Mestre, por su parte, reivindica el magisterio de Ullán, Pereira, Ramón Carnicer y Claudio Rodríguez y sueña con "dar continuidad a la ejemplaridad de su conducta civil y la dialéctica de su propuesta estética", algo que resulta "no un pequeño desafío".
Por lo que a la narrativa se refiere, Esquivias apunta que entre los autores castellano leoneses "quizá haya una mayor presencia de lo rural en nuestras ficciones (un asunto que casi ha desaparecido en la literatura contemporánea) y un uso muy expresivo del idioma". Algo nada fácil, si atendemos al crítico Germán Gullón, que apunta, implacable, cómo "lo difícil para un escritor castellano leonés joven es la falta de verdadera infraestructura literaria. Fuera de las grandes ciudades, Madrid y Barcelona, faltan editoriales que distribuyan nacionalmente, no hay casi editores, y los que hay son auténticos héroes. El entusiasmo y la voluntad personal juegan un papel predominante".
Negro, homosexual, del sur...
Quizá por eso, para Artigue "escribir en CyL es afirmarte en la soledad creativa: una soledad que te hace testigo al mismo tiempo de como la gente inventa sus supervivencias...". Olmos va más allá y proclama que "ser un escritor de Castilla y León supondría lo mismo que ser un escritor negro homosexual de la parte Sur de la Ciudad: muy poca cosa. Pero los escritores y ciudadanos de CyL llevamos una herencia idiomática valiosísima, al punto de que creo que mi abuela sabía más castellano que toda la Academia de la Lengua Española junta".
Como Delibes, como Claudio,como Ullán. ¿Se puede pedir más 1.100 años después de la creación del Reino de León?
1.100 años de libertad
Año de celebraciones en León, nada menos que el 1.100 aniversario de su nacimiento como Reino independiente. El comisario de la Conmemoración, Juan Pedro Aparicio, ha preparado una golosa programación de actividades. En marzo, por ejemplo, se sucederán un innovador festival de documentales y el ciclo de recitales poéticos titulado "La palabre del Reino". En verano las actividades se multiplican. El Instituto Leonés de Cultura acogerá una muestra de fotografía arquitectónica, se preparan visitas guiadas al castillo de los templarios de Ponferrada, y el filandón itinerante que integran Aparicio, Luis Mateo Díez y José María Merino llevará sus cuentos por la citada Ponferrada, Benavente, Zamora y Salamanca.