Image: La selección Delibes

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El Cultural

La selección "Delibes"

19 marzo, 2010 01:00

De izq. a dcha. Miguel Delibes, Máximo Regidor, Fernando de la Torre, Emilio Salcedo, Félix Antonio González, Francisco Umbral y José Jiménez Lozano, en una tertulia en los 70

Gana El hereje. De la imaginación de Miguel Delibes han brotado decenas de novelas memorables, pero la selección de once escritores consultada por El Cultural ha elegido mayoritariamente la última que escribió. Y a continuación, Los Santos Inocentes y Las Ratas.

Prosa que huele a pana

Creo que Delibes es el mejor ejemplo contemporáneo del realismo literario español, el más honesto y el más riguroso. De entre todas sus obras, yo escojo Los Santos Inocentes, novela con la que quiso parcelar su territorio habitual en una dinámica narrativa que, pese a su apariencia artificiosa y resabiada, consigue emocionar mediante unos personajes que, como en todas sus obras, se muestran auténticos, conmovedores, plenamente humanos. Delibes era adicto a un realismo de la mejor ley, siempre vigente en nuestra tradición literaria, y lo practicó de una manera honesta, con una prosa que a mi me huele magníficamente a pana y a tierra húmeda, y tratando asuntos en los que se mezclan sabiamente el paisaje y la denuncia, los conflictos humanos y la caza y los aperos de labranza. Un mundo propio. Los "fragmentarios" harían bien en leerle. Juan Marsé


Denuncia de la intransigencia

Confieso que como lector me gusta mucho Delibes, pero su última novela, El hereje, me apasionó, sobre todo por su lenguaje, que es muy claro y muy preciso, algo que, por otra parte, es común en su obra. En este libro en concreto se acentúa y se enriquece además por su conocimiento exhaustivo, fascinante, del Valladolid de la época, que retrata de una manera tan viva sin recargar el tono ni la sangre. Su denuncia velada de la intransigencia religiosa, su exaltación de la libertad de pensamiento resultan realmente emocionantes, tanto por su posición moral ante la sociedad que describe, como también a través de los tiempos, especialmente ante la que le tocó en suerte vivir al propio autor. El eje moral del personaje refleja lo que fue la vivencia personal del propio Delibes, su lucha por la independencia y la libertad en un momento en que sostener ambas resultaba muy comprometido, sobre todo en una ciudad de provincias, y siendo además director de un periódico, donde la censura y la violencia soterradas eran allí más que visibles. Todo eso acaba decantándose en El hereje, una de las novelas esenciales del siglo XX. Francisco Brines


Tradición sin ñoñería

Leí Las Ratas cuando se publicó, en 1962. Se trataba de un momento de mi vida muy formativo en lo literario, muy activo y absorbente. En aquelllos años la Literatura española se adentraba en la experimentación, y Delibes representaba el último reducto de una tradición alejada de toda ñoñería. El último heredero, que no refrito, de la Generación del 98. Las Ratas, quizás por su sencillez, y porque yo andaba por Valladolid en aquel momento, me cautivó, y aún lo hace. Eduardo Mendoza


Transparencia milagrosa

Los Santos inocentes es la novela que más me gusta de Miguel Delibes por varias razones. Para empezar por sus transparencia en el lenguaje, en los personajes, en el argumento y el ambiente. Esa transparencia milagrosa de los viejos relatos de siempre. Pero también por la profundidad humana que hay en cada página, por la contención emotiva con que el autor maneja esa explosión de sentimientos para lograr convertir en un susurro lo que en el fondo es una resonante diatriba moral. Una razón más es la maestría que demuestra en el dominio de la trama. En una palabra, me gusta por sus esencialidad, como la de El Lazarillo, La muerte de Ivan Ilich o La Metamorfosis. Esas obras que parecen tan necesarias y acabadas como lo puede ser cualquier criatura de la naturaleza: un pez, un aguacero o una flor. Luis Landero


Ante los prejuicios y el miedo

De toda la espléndida producción de Delibes me quedo con El hereje porque es una vuelta a lo que se llamó la novela religiosa, esa novela de contenido trascendental y temática religiosa que tiene tanto que ver con la historia de las religiones, la intolerancia y la libertad personal. Me interesa su extraordinaria ambientación de la Valladolid del Siglo de Oro. Pero lo que la hace única es su apuesta valiente, intemporal, por el hombre frente a los prejuicios y los miedos, realizado además con un lenguaje único. Porque quizá lo que distingue a Delibes de los demás escritores sea precisamente la agilización del idioma frente a quienes, como Cela, lo detenían, sin que esa agilización impidiese que al mismo tiempo conservase y defendiese y gozase de viejos localismos con una prosa muy limpia, flexible, y también muy popular. Muchos de quienes no han leído apenas o jamás si recuerdan con alegría la lectura de un Delibes que les hizo felices. Álvaro Pombo


Satisfecho al fin

Descartada mi admiración por el conjunto de su obra, desde el punto de vista del lenguaje, mis libros preferidos de Delibes son Las ratas y El camino, que me gustan igualmente, y puesto a tener que elegir, elijo El Camino, por ser un texto abierto con una especie de ingenuidad interna que reelabora un signo de valor universal y que representa dentro de su carrera de escritor su primera madurez. En una ocasión le oí desechar sus primeros libros como avergonzado de ellos; pero se detuvo ante El Camino, de 1950, que creo era su primera novela con la que estaba plenamente satisfecho. Luciano G. Egido


La lucha de los hombres

De todos los de Delibes, Las ratas es el libro que prefiero. Por varias razones. La primera, de tipo tal vez sentimental, tiene que ver con el influjo formativo que el referido texto ejerció sobre mí cuando yo era un sencillo adolescente deseoso de convertirse en escritor. Recuerdo haber aprendido leyendo ese libro la palabra "desmochado", que figura en la segunda frase, y otras muchas que no se usaban ni se usan en mi espacio lingüístico. Contiene, además, elementos narrativos a los que sigo profesando gran afición. Uno de ellos, que la literatura actual menosprecia, es la descripción de paisajes, con sus plantas, animales, características orográficas y fenómenos meteorológicos nombrados con precisión y no poca poesía. Otro de dichos elementos es la lucha de los hombres por la supervivencia combinada con el drama, que en el caso de Las ratas no elude los tonos crudos. Añadamos la presencia de un niño en el elenco de protagonistas y, en lo que a mí respecta, yo ya me siento literariamente en casa. Fernando Aramburu


Territorio Delibes

Tomarlo libro por libro empequeñece, a mi juicio, la grandeza de su obra. Hay autores que se explican por acumulación y sedimento de la obra de toda una vida. Ése es Delibes. El territorio complejo, vasto, aquél en el que los lectores se integran de una manera gozosa y total, está en el conjunto de su obra. Delibes es todos sus libros: porque el último Delibes sólo se entiende con el primero, y el segundo... y todos sus libros. Ese mundo suyo, la familia, la vida rural, la historia (aquí, sí, puedo destacar El hereje), la naturaleza, la lucha contra la intolerancia... ese lenguaje sencillo y ese hombre bueno y honrado que hay detrás, proyectado sobre su vida y la nuestra, han hecho de Delibes el clásico vivo que ha sido. Arturo Pérez Reverte


Sabrosa sequedad

Delibes me ha acompañado siempre. Su novela más importante para mí es Los Santos Inocentes, por su carácter de denuncia social que no abunda precisamente en la Literatura actual. También por su lenguaje de precisión, limpieza, naturalidad y honestidad, sus firmes raíces castellanas, su soledad y su sabrosa sequedad. Y por la absoluta falta de exhibicionismo, ése que, sin embargo, sí prolifera mucho hoy día. Lo que Delibes ofreció en las páginas de Los Santos Inocentes la exhibición de una sociedad caduca e injusta que debía haber visto muy de cerca, que tuvo que haberle herido mucho. La verdad, me caía muy bien el tipo. Ramiro Pinilla


Espléndido castellano

Estimaba muchísimo a Delibes, del que siempre recordaré un puñado de anécdotas formidables cómo, cuando, en uno de esos encuentros que organizaba el entonces invencible Cela en Formentor, el autor de Las ratas le dijo que hablaba como un diputado. Lo he leído siempre con deleite. Por eso me cuesta tanto elegir un solo título. Aunque, si no tuviese más remedio, sería El hereje. Conozco las actas del proceso real en el que se basó y el resultado es magnífico, por su espléndido castellano, su recreación de esa Valladolid tiznada de prejuicios y miedo, la solidez de la historia y la estructura de una narración absolutamente ejemplar, que reivindica además el drama de los perdedores de la historia de España. Juan Goytisolo


La herida de la ausencia

Mi libro predilecto de Miguel Delibes es Señora de rojo sobre fondo gris, en el que con pocos y muy precisos trazos el pintor/autor revive a su mujer muerta. Logra ese prodigio ahondando en la herida de su ausencia y porque, como los maestros antiguos, sabe aplicar y a la vez aplacar el dolor en la propia obra. Julián Ríos