Martín Caparrós: "La patria tiene una connotación fuerte de pureza y exclusión"
Interceptamos a Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) en las inmediaciones de un volcán de Costa Rica, desde cuyas faldas contesta a El Cultural para hablar de su último libro publicado en España: El Interior (Malpaso). Se trata de una colección de crónicas, un diario de viajes por Argentina en el que se alterna el dato, desnudo, con las apreciaciones finísimas o las teorías siempre novedosas; que roza a veces la colección de aforismos ("escuchar es esperar lo inesperado todo el tiempo") y se nutre de observaciones atentas ("a los pueblos se llega; a las ciudades se entra"); un libro en el que hay, ante todo, una capacidad absoluta, casi infantil, de asombro, y que a veces se hace denuncia y a veces aguda y profunda percepción.
Pregunta.- Ocho años ha tardado en llegar a España desde su publicación en Argentina. ¿Qué va a encontrar el lector español en El Interior?
Respuesta.- Supongo que El Interior es, antes que nada, la pretensión imposible de contar y entender un país: un recorrido de muchos miles de kilómetros a través de sus provincias, sus personas, sus ideas, sus historias; relato, reflexión, recuerdos. Y, al mismo tiempo, es una búsqueda de nuevas formas de contar la no-ficción, la crónica.
P.- De los viajes hay quienes recuerdan imágenes; otros personas, etc. ¿Qué le queda en la memoria de aquellos viajes por el interior de la Argentina?
R.- Me quedan historias, por supuesto -aunque a veces temo que la forma en que me quedan se parece sospechosamente a la forma en que las escribí. Pero me quedan, sobre todo, momentos, imágenes, esas cosas que a veces no supe escribir: lo que nunca se convirtió en literatura.
P.- Muchas de las realidades del libro tienen que ver con la pobreza, con la necesidad. ¿Sería la suya una crónica parecida a la que se podría haber escrito de otro lugar en crisis -como España, por ejemplo?
R.- Recorrí la Argentina dos o tres años después de la gran debacle: su recuerdo estaba por todos lados. En ese sentido podría parecerse a España. Pero creo que cada crisis tiene sus formas y sus historias: las crisis, por no producir, tampoco producen una homogeneidad de las sociedades que las sufren.
P.- Una de las constantes en su libro -se habla mucho de ello- es la búsqueda. En su libro y en su trayectoria profesional.
R.- Entiendo la vida como una búsqueda, con perdón. Viajar es una de tantas cosas que se pueden hacer para ponerla en marcha, pero no es necesariamente más eficaz en ese sentido que sentarse en tu sillón favorito y rascarte el izquierdo con denuedo.
P.- En El Interior, escribe, usted busca, además, la patria: Argentina. ¿Qué significa la patria para usted?
R.- El refugio de los canallas, por supuesto. Patria tiene una connotación fuerte de pureza, de exclusión, que me suena detestable. Por eso, también, el recorrido de El Interior es una forma de poner en escena la mezcla. Frente a esa tendencia a creer que lo auténtico de un país es lo que no se ha mezclado, mi relato trata de mostrar que, al contrario, no hay nada más real que ese revuelto en que vivimos, siempre cambiante, siempre irritante, siempre productivo.
P.- Su formación como historiador, ¿en qué sentido le ayuda a escribir estos libros de viajes?
R.- Supongo que me ayuda porque pone todo lo que veo en perspectiva, en una doble perspectiva: me hace entender que viene de alguna parte -y trato de averiguar de dónde- y, sobre todo, me recuerda que va hacia otra, que no va a durar para siempre.
P.- La crítica ha dicho de sus libros de viajes que lo sitúan en la estela de nombres como Kapuscinski, Capote o García Márquez. ¿Se siente cómodo con esta "etiqueta"?
R.- Bueno, más que una etiqueta es una placa de bronce, ¿no? Más que cómodo me siento un poquito orgulloso, ergo muy incómodo.
P.- Utiliza las herramientas de los periodistas para indagar, para buscar -la entrevista, la crónica-. ¿Cuál es su relación con el periodismo? ¿Cree que literatura y periodismo son disciplinas íntimamente ligadas?
R.- Creo, como te decía, que ciertas formas del periodismo son literatura -y otras por supuesto no, como no es poesía la rima de una publicidad cantada. Y mi relación con el periodismo es de una intimidad extrema: el otro día cumplí 40 años desde mi primera vez, no he dejado de practicarlo nunca y, de tanto practicarlo, a veces incluso creo que me sale. Pero, siempre, buscando formas nuevas de hacerlo.
P.- Pese a estar siempre de aquí para allá, viajando, escribe y publica bastante. ¿Cómo lo hace?
R.- Aprendí a trabajar en cualquier lado, a guardarme mis dos o tres horas de escritura en casi cualquier circunstancia. Como esta mañana, por ejemplo, en que te contesto estas líneas bajo el volcán Arenal, en Costa Rica, un lugar que me da envidia de mí mismo.