Image: Arte político

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Arte

Arte político

25 julio, 2001 02:00

Jeff Wall: The Giant, 1992. Caja de luz, 39 x 48

MACBA. Plaza dels Ángels, 1. Barcelona. Hasta el 14 de octubre

En el programa de mano se utilizan términos como "resistencia cultural", "activismo", "denuncia", "compromiso"... que confluyen en una expresión que, aunque imprecisa, sirve para entendernos: arte político; éste es el espíritu de esta exposición, titulada Antagonismos. Casos de estudio. Antagonismos alude a una noción extraída de la politóloga Chantal Mouffe. Dicho muy esquemáticamente, para ésta, la democracia se construye articulando identidades diferenciadas. Quien dice identidades, dice adversarios, discrepancias y conflictos. Pero no se trata de negar estas contradicciones sino de reconocerlas y de posibilitar que se manifiesten en un sistema pluralista. Las identidades, sus conflictos y su posibilidad de diálogo vertebran la vida democrática. Y Casos de estudio hace referencia a distintos modelos de arte político desde los años 60 hasta nuestros días. Entre otros creadores intervienen Marcel Broodthaers, Victor Grippo, Tucuman Arde, Guerrilla Girls, Andrea Fraser, la Kunstakademie Dösseldorf, Hans Haacke, Alexander Sokurov, Antoni Muntadas, Eleanor Antin, Isidoro Valcárcel Medina, Klaus Staeck, Krysztof Wodiczko, Martha Rosler, etc. Uno de los aciertos de la muestra es que se incorporan experiencias críticas en un sentido amplio; así se incluyen obras del minimal, del povera e incluso de Warhol.

Curiosamente, el arte político ha tomado un renovado interés; después de la deserción motivada por la crisis de las ideologías parece acontecer un rearme moral. Pero este interés me inspira desconfianza porque en el arte político existe un engaño o un autoengaño. El denominado arte político responde a una especie de mala conciencia de nuestras instituciones. Más aún, me pregunto qué sentido posee hoy en día el arte político. ¿No acabará transformándose en un espectáculo más? ¿De qué sirve la información cuando todos estamos concienciados incluso de nuestras propias contradicciones? O peor aún, ¿el arte político no acaba reforzando lo que pretendía cuestionar? Domesticación de la diferencia, normativación de la marginalidad, banalización del sentido crítico, neutralización del conflicto: estos son los significados del arte político. Desengañado, soy de aquellos que piensa que el mejor arte político es aquel que renuncia a los mensajes estrictamente políticos. En una entrevista en estas mismas páginas, Jaume Plensa me comentaba: "En momentos tan complejos como los que vivimos hay que volver a definir el porqué del arte y los artistas y su función en la sociedad. Se nos ha culpabilizado diciendo que aquel arte que no es político, es burgués. Sin embargo el arte más político es aquel que genera belleza". Aunque sus palabras pueden tener muchas interpretaciones, para mí el único lugar no banalizado ni domesticado es la conciencia individual, la única parcela posible para la utopía.

Con todo, el proyecto del MACBA me merece el honor de la duda. Por el momento es la única institución -con la Fundación Tàpies- que ha planteado el problema y que ha demostrado sensibilidad y coherencia "política". Por lo demás, quién no se ilusiona con esta idea de que la práctica del arte implica un conflicto, algo diferente a la bonheure burguesa. Y más cuando en este proyecto hay un esfuerzo para repensar la institución museística al margen del mercado y lograr un espacio de reflexión. Lástima que el MACBA sea sólo eso, un espacio de reflexión y no un espacio de acción